XXXVII

177 20 2
                                    

*Vee*

Mensaje de Anton: "Te extraño. ¿Podemos hablar?"

Imaginé que algo así sucedería. Un mensaje como este solo puede significar que ya sabe que puedo acabar con él e intenta tenerme cerca.

Sonrío de medio lado mientras observo la pantalla cuando llegan más mensajes que dejo en visto. Internamente me comienzo a sentir poderosa porque voy dos pasos por delante ahora. Sin embargo...

" Sé que lo he hecho mal, permíteme remediarlo, déjame luchar por ti"

"Por favor, Vee, te amo"

"Contéstame"

...Duele. Debo admitir que duele muchísimo. Sobre todo porque amo a Anton. Y siento como se me quema el corazón al pensar que jamás ha sentido lo mismo, que me usó todo este tiempo para al final ser mi verdugo. Que fingió... Se sentía tan real. Maldita sea.

Me dejo caer en la cama. Una llamada entra y la dejo correr. No quiero hablar. No ahora. Necesito tiempo. Necesito pensar. Al instante mi orgullo pasa a tristeza y rencor. Dónde antes sentía fuerza y amor ahora hay un hueco de angustia y nostalgia.

Resoplo y masajeo mis sienes con las manos. Respiro profundo par de veces intentando relajarme e idear un plan, pero es demasiado, las lágrimas comienzan a caer sin previo aviso y sin poder evitarlas. Abrazo mi almohada con fuerza y entierro en ella mi rostro ahogando los sollozos.

Duele. Maldita sea, duele. Quiero que pare. Por favor. Que pare.

Siempre te ha usado, quiere matarte. Estás enamorada del hombre que solo te quiere cerca para poder asesinarte.

No. Debo recomponerme. Él no merece mis lágrimas. Soy fuerte. Siempre lo he sido. Acabaré con él. Haré lo que tengo que hacer. Vengaré todo este dolor que me ha provocado.

Este pensamiento solo me hace llorar más. Quizás pueda ser fuerte a partir de mañana. Quizás pueda permitirme llorar hoy. Desahogarme hoy. Mañana... mañana volveré a ser fuerte.

Una mano acaricia mi cabello suavemente y el aroma a lavanda inunda mi nariz. La cama se hunde de un lado, señal de que alguien se ha sentado. Me arrastro hacia su regazo y dejo descansar mi cabeza sobre sus piernas.

Isabella besa mi pelo y continúa acariciándolo.

- Esto de tener un super oído es un poco problemático. -murmura mientras trenza uno de mis mechones - he escuchado a los ángeles.

Frunzo el ceño.

- ¿y qué piensas sobre eso?

Ella aclara su garganta.

- No importa lo que piense. Marcus también intentó asesinarme recuerdas? No significa que no me ame. Solo... debía. ¿Lo entiendes?

- Pero aún no lo has perdonado. ¿O sí?

Ella toma una bocanada de aire haciendo que se infle su pecho y eleven los hombros.

- No. Cielo. Es difícil. Lo intento. Pero me cuesta pensar que no puedo existir sin él y que sin embargo yo soy dispensable en su mundo.

Me levanto de su regazo para mirarla a los ojos. Me ha dado una idea genial.

- Entonces haré eso. Me volveré tan indispensable para Anton que preferirá morir antes de asesinarme. -la idea recorre mi mente y aunque me parece de lo más malévola es mucho peor lo que él intenta hacerme.

Otro pensamiento distinto me hace percatarme de algo más.

- ¿Por eso regresaste tú? -deduzco.

SentenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora