VII

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Isa no pone mucha atención al visible enfado en la cara de Marcus, se limita a un:

- Es solo que tuvimos una pequeña discusión, cosas de chicas. -y se va sin siquiera mirarlo, pero mirándome a mi en todo momento.

Una vez Isa fuera Marcus se dirige a mí, definitivamente no se tragó el cuento y espera a que yo le suelte a sopa. Pero se lo debo a Isabella, guardarle el secreto.

- ¿Acaso no eres vampiro? ¿No puedes oler la sangre y escuchar el latido de un corazón? ¿Cómo es que no te diste cuenta antes? ¿No prestas la atención suficiente a los que te rodean y se preocupan por ti Marcus? Tú debiste ser el primero en saberlo.

- ¿De qué mierda hablas Victoria? -gruñe con los colmillos fuera en forma de amenaza.

Lo miro con mala cara y me dirijo a la puerta pero antes de pasar por su lado escupo en su oído:

- Descúbrelo tu sólo. Vampirucho de quinta.

Él no dice nada, tampoco se mete conmigo cuando sabe que estoy enojada es como un acuerdo que tenemos a nivel de subconsciente.

Me dirijo a mi habitación para prepararme para la boda, tomo un vestido verde brillante de tirantes y largo hasta los tobillos, que acompaño con un par de tacones negros. El pelo lo dejo suelto con el único adorno de una peineta de perlas que lo recoje por detrás. Maquillo un poco mi rostro, nada extravagante y me dirijo al salón luego de dos horas.

Miro a Isabella que se ve molesta conmigo, también se ve muy pálida, temo que vuelva a desmayarse delante de Marcus.

Él la lleva agarrada de la cintura, como si ella fuera una bolso o un accesorio muy caro que pretender lucir frente a tus amigos.

Todos salimos juntos de la mansión al momento en que el claxon de un auto suena desde la entrada, nada más y nada menos que una limusina ¿qué más puedo esperar de un ser como Marcus?

Tomo asiento frente a ellos que van juntos. Marcus se ve realmente bien, con el cabello usualmente desordenado bien peinado hacia atrás en esta ocasión, y los músculos sobresalen incluso por encima del traje. Sus facciones se ven rudas e intimidantes pero no por eso dejan de ser perfectas.

Llegamos a la iglesia, completamente llena de personas e intento buscar a Pam con la mirada, para mi sorpresa la hayo junto a Anton, así que me acerco un poco cohibida por su presencia.

- Hola chicos. -saludo al llegar a ellos.

Pamela me abraza sobresaltándome.

- ¿Dónde estabas? No sabes lo que te he estado esperando.

- Pero ya estoy aquí, no? Que tal todo ¿y los novios? 

- Por Dios no les llames así. -refunfuña.

- No metas a dios en esto. Hace siglos que dejé de mencionarlo.

- ¿Eras creyente? -Anton decide salir de su momento de silencio absoluto y hasta ese momento no me había dado cuenta de lo que acababa de decir.

- Algo así. -es todo lo que digo- Y tú? ¿También estás en contra de la boda? -pregunto para cambiar el tema.

Él se encoje de hombros.

- Ellos se ven felices. No puedo oponerme a la felicidad de otra persona. -contesta distraído mirando a la pareja que acaba de llegar.

¡¡¡¡Wuao!!!! Pellízquenme y díganme que Anton no acaba de decir eso.

- Victoria, ¿estás bien? -su voz me saca de mi ensoñación, me había quedado embobada mirando a los novios.

- Sí, creo que hace años que no venía a una boda por la iglesia, también son años desde que no entro en una.

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