XIX

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*Vee*

La mansión está desolada cuando llego. En un primer momento me siento aliviada de que no haya nadie que me heche bronca por haberme desaparecido durante tanto tiempo, así es mejor, no tengo que explicar nada. Sin embargo tengo un muy mal presentimiento, Marcus e Isabella deberían haber regresado y no hay ninguna noticia de ellos.

El timbre suena repetidas veces como si alguien estuviera golpeandolo con marcada desesperación.

Me acerco a la puerta solo para encontrar a Marcus frente a mí, ensangrentado y con la camisa rota. Su mirada es tan triste y culpable como jamás la vi antes. No puedo evitar pensar en lo que pasó. Millones y millones de infinitas suposiciones se agolpan de pronto en mi cabeza amenazando con hacerla estallar.

Isabella...

- ¿En dónde está Isabella, Marcus? -le pregunto a punto de hiperventilar- Dime que no es lo que estoy pensando.

Me duele la cabeza.

Marcus me mira y atraviesa el umbral sin decir nada, cierro la puerta tras él. Se quita la camisa y me deja ver heridas que aún no terminan de sanar. Están por todo su cuerpo y se ve que si aun no han cicatrizado completamente es porque fueron muy profundas. Y graves.

...Que no sea lo que estoy pensando...

- ¿Quién te hizo eso? -pregunto aunque creo que sé la respuesta- ¿Por qué no te defendiste?

Marcus respira profundo pero lo hace para calmar su mente porque ciertamente no es como si necesitaran aire unos pulmones muertos hace ya varios siglos.

Oh! Marcus!

- ¡Habla Marcus! -grito y él parece sobresaltarse de pronto ante mí. Luego vuelve a mirar hacia el suelo. En silencio.

Solo silencio hay ahora en la habitación. Una mente a punto de explotar y un corazón inlatente muerto de miedo.

Isabella...

                           * * *

3 días antes

*Marcus*

El avión ha despegado hace ya un tiempo. Isabella está a mi lado con jugo de manzana en un vaso a su derecha. Mirando hacia el exterior hecha un lío de emociones. Sonrío al escuchar lo rápido que late su corazón mientras observa.

Me mira entonces, no logro evitar sonreír más aún y ella se sonroja.

- ¿Por qué me miras así? -inquiere tímidamente mientras se encoge en su asiento.

- ¿Estás feliz? -ella me mira finalmente antes de sonreír abiertamente, creo que nunca la he visto sonreír de esta forma.

- Te ves hermosa cuando sonríes. -digo y la admiro como se sonroja por mis palabras. Esta chica podría hacerme enloquecer si se lo propusiera.

- Sí. Estoy feliz. -contesta finalmente sonriendo de nuevo.

- ¿Qué te gustaría hacer al llegar?

Ella se recuesta en su asiento relajadamente.

- Podría hartarme de comida italiana hasta morir. -bromea pero por alguna razón a ninguno de los dos nos hace gracia.

El silencio invade nuestro espacio por varios minutos. Nadie dice nada tal vez porque no sabemos qué decir a continuación.

- No quiero que mueras. Isabella. -murmuro arrepintiéndome inmediatamente de lo que dije.

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