XX

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Isabella no dice nada cuando me separo de ella, quiero seguir así, besándola, quiero tenerla para siempre a mi lado, en mis brazos, pero recuerdo que no le queda mucho tiempo, puedo olerlo en su sangre, su no corazón no late como el de alguien normal, morirá en máximo 4 días. Lo huelo.

La tristeza y el recuerdo de mi antigua mujer y de mis hijos me invaden y es insoportable. ¿De verdad me enamoré de alguien solo para perderla de nuevo? ¿En qué diablos estoy pensando?

Maldita sea. No puedo pasar por esto de nuevo. Entonces la idea cruza mi mente... Una pésima idea que me gustaría jamás haber tenido.

Podría convertirla.

Ella no quiere eso. Te odiará.

Pero al menos tendré toda la eternidad para hacer que me perdone.

Eso es muy egoísta.

Me quedo pensando mucho rato en ello, para cuando caigo en mí la película ha finalizado y la cabeza de Isabella descansa tranquilamente sobre mi regazo. Su respiración es calmada y débil. Está dormida.

La tomo en brazos llevándola hasta la cama y su cabeza cae hacia atrás cuando estoy a punto de acostarla. Me quedo tieso, ella no se despierta por suerte, pero su cuello está completamente al descubierto ahora. Antes de poder pensar claramente mis colmillos han ocupado su sitio y me acerco más y más a su carne. Ella aún duerme.

Te odiará

Detente

No lo hagas

Percibo su olor, a violetas, a alegría, a juventud y a muerte. Y la admiro como duerme plácidamente y pienso que siendo un vampiro jamás la podré volver a ver dormir así.

Retiro mis colmillos y la recuesto. No puedo.

Me tumbo en el sofá del salón y pienso, pienso, pienso, no quiero perderla. Pero no tengo opción. ¿O si la tengo?

No la tienes.

Es cierto, debería limitarme a hacerla profundamente feliz sus últimos días, es lo menos que puedo hacer por ella y por mí, así morirá feliz y yo... Yo crearé recuerdos con los que poder sobrevivir a la eternidad.

La mañana llega y se siente como si hace solo 20 minutos hubiera venido al sofá. Me quedo mirando a la Italia de día que me ofrece la ventana. Parece más un cuadro.

La voz de Isabella me saca de mi ensoñación.

- Buenos días. -murmura estirándose sin ninguna vergüenza, haciendo que el vestido de dormir me deje ver más sus piernas.

- Buenos días. -contesto aturdido ante la vista. Dios. Es hermosa. Cómo diablos no lo noté antes. Si me hubiera dado cuenta antes... Si tan solo...

- ¿Marcus? -su voz me llama.

- ¿Sí? -parpadeo algunas veces.

- Te pregunté que si querías café. ¿En qué piensas?

- En nada. No bebas café, desayunamos fuera. Vístete.

Isabella hace un gesto con el entrecejo y se dirije al baño. Mientras hago un par de llamadas a la recepción del hotel y hago algunas reservaciones.

Isa sale pronto, con un vestido azul marino de tirantes delgados, las ondas del cabello sueltas alrededor de los hombros, y maquillaje sencillo. Bella.

Me doy una ducha rápida y me cambio de ropa antes de salir.

(de salir a la última mañana feliz de mi existencia, la última mañana suya también. Si tan solo hubiera sabido...)

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