Para sorpresa de ambos no fue necesario que ninguno saliera por la puerta. Al abrirla Isabella entró a la casa. Mis ojos se abrieron tanto que temí que se me salieran, y Marcus... Bueno... Marcus por poco se muere... De nuevo.
- Hola, hola. -canturrea Isabella al entrar.
Camina hacia el sofá y lanza en él al menos una decena de bolsas de compras que trae en las manos.
Luce distinta. El cabello le creció al menos unas tres pulgadas, y está más ondeando, más brillante. Su rostro pálido tan perfecto y hermoso, como las estatuas de mármol de ángeles de los cementerios. Los ojos se tornaron de un color muy extraño, entre marrones y rojizos. Será un problema ocultarlos a los humanos. Y muy llena de energía, de vitalidad. La que antes debido a su enfermedad no tenía. Las ojeras y las marcas en la piel también desaparecieron. Se ve tan bella que incluso para alguien perfecto como yo, le causa envidia.
- ¿Me veo hermosa cierto? -inquiete retóricamente al notarnos embobados mirándola- no tengo nada que envidiar a tu perfecto físico angelical ¿cierto Vee?
- No Isa. Eres muy hermosa. También lo eras cuando estabas viva.
Isabella no muestra interés o nostalgia por mi comentario. Marcus no dice nada. La mira anonadado. Sin poder expresar palabra. Está como si lo hubieran congelado.
- Bueno, bueno. Pero ya no lo estoy ¿cierto? Ahora soy eterna como vosotros, mucho más hermosa y fuerte que antes. Debo aprovecharlo.
- ¿Por qué regresaste? -finalmente Marcus contribuye a la plática.
Isabella finge un mohín.
- ¿Acaso no querías que regresara? Pensé que me amabas -se ríe- por cierto que pasa con tus ropas están llenas de sangre ¿asesinaste a alguien?
- ¡Isabella! -Marcus la reprende.
Ella rueda los ojos.
- Grítame y átame al sol cuanto quieras. No te tengo miedo. Y sí, hice unas compras, que el vendedor muy majo me lo dejó gratis -dice sarcástica, evidentemente lo hipnotizó- y luego decidí volver a mi casa. Pensé "mi pobre marido ha de estar tan preocupado por mí" -se hecha a reír a carcajadas.
- Te desconozco. Tú no eres la Isabella amo. -susurra Marcus tristemente.
Pero a ella no parece afectarle ya nada. Tiene mucho odio y rencor en su corazón. Se acerca a él y lo agarra del cuello, clavando sus uñas de modo superficial en su carne, pero dejando ver una pequeña hilera de la sangre de Marcus.
- No. Esa Isabella sólo quería morir. Solo quería paz, huir de esta vida tan miserable -lo empuja al sofa con fuerza, esta vez su rostro si muestra emociones, está desolada- ¿pero qué recibí a cambio? Una vida eterna que no pedí, que odio. Y el hombre al que amaba intenta asesinarme, -ahora se ríe, pero de un modo irónico- y ni siquiera el sol puede contra mí. Así que no me culpes si no soy la misma Isabella a la que no pudiste proteger. Tú, Marcus, vas a sufrir mi existencia durante toda la eternidad. Si eso responde tu pregunta de por qué volví.
Ella al parecer no tiene nada más que decir. Toma sus bolsas y se va a su cuarto. Luego de gritarle a Patrick que le preparara una habitación más grande que tuviera jacuzzi.
Estoy impactada. Triste, feliz, asombrada. Muchísimas emociones encontradas que no sé definir.
- Al menos no tuve que ir a buscarla. -Marcus intenta parecer de humor, pero en verdad está roto por dentro.
- ¿qué pasará ahora? -pregunto, sinceramente sin saber que hacer.
Él se encoge de hombros.
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Sentence
General FictionNo voy a empezar diciéndoles mi nombre como en todos los principios de las historias, ni mi edad, no la necesitan para comprender esta. Aunque ahora que lo pienso, creo tal vez sí, solo que no sabría qué nombre decirles, me he llamado de muchas form...