XV

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Estoy encerrada en mi habitación escuchando la una canción de Maroon 5 mientras hago el maldito resumen de 100 páginas cuando tocan a la puerta de mi cuarto.

Marcus no está en casa e Isabella tampoco. Me pregunto quién sería.

Solo llevo un vestido de tirantes, de dormir de seda que no tapa mucho, pero bajo la suposición de que seguramente es el mayordomo y como estoy en mi privacidad en lugar de cambiarme de ropa solo coloco el albornoz por encima antes de abrir la puerta.

Todo el conjunto es rosa pastel y ninguno de las dos prendas cubre mucho más allá de mis muslos.

Giro el manojo y abro para encontrar a quien menos esperaba ver.

Sus ojos me estudian sorprendidos de arriba a abajo, como si no creyera lo que ve.

- ¿Qué diablos haces aquí? -gruño, pero Anton aún no tiene habla.

Ruedo los ojos y me dirijo al escritorio donde estoy elaborando el resumen dejando la puerta abierta para que entre. Él lo hace y cierra tras de sí.

- No deberías andar así con tan poca ropa. -balbucea de pronto, lo que me hace reír por unos segundos.

Acto seguido me levanto y me dirijo hacia él muy lentamente, pudiendo deleitarme con el movimiento de su garganta cuando traga saliva, sus puños cuando se cierran y la vena de su frente cuando se sobresalta.

- ¿Por qué no? -deslizo mi dedo por su pecho, trae un pullover blanco de cuello V así que llego a tocar su piel.

Él se tensa aún más, cosa que me divierte y mucho.

- Estoy sola en casa... -prosigo- ...en mi habitación... puedo andar como quiera ¿no? O... ¿Hay otra razón?

Anton por unos segundos más se queda atontado hasta que de repente recobra la cordura.

- Anda como quieras, no tiene efecto en mi. He venido solo por el resumen.

Si claro. Ningún efecto.

Por unos minutos estuve enojada pero ahora que lo pienso creo que será divertido vengarme de él por los malos ratos que me ha hecho pasar, esta noche pienso devolversela.

¿No dijo que yo no le gustaba? Entonces esto va a ser épico.

Sonrío para mis adentros con malicia, por la gran cantidad de pensamientos que me invaden ahora mismo mi loca y perturbada mente.

- Bueno... Ya que para mi desgracia estás aquí hagámoslo.

Anton me mira desde su posición a mi lado y sonríe de medio lado, no conseguí mi acometido de ponerlo nervioso con el comentario, de hecho parece estar muy tranquilo, no es como los demás chicos, es como si... conociera mucho, como si hubiera vivido mucho tiempo.

- Deberíamos comenzar cuanto antes -vuelve a sonreír- muero de ganas por escucharte nombrar a Dios.

Joder. Esas palabras me acaloraron. Pero no le voy a dar el gusto. Es evidente que ha decidido seguirme el juego, cosa que lo hace más divertido aún.

Veamos quien gana.

- Le pediré a Patrick que nos traiga café. Será una noche larga.

Sonrío.

- Lo será. -y de nuevo su mirada baja a mis piernas descubiertas y casi puedo notar como se relame los labios.

Tomo un tablón y me llevo la laptop a la cama, junto con todos mis apuntes,

- Aquí tendremos más espacio, podemos usar el tablón de mesa. - digo señalando a mi lado.

Él se quita los zapatos y toma asiento a mi lado en la cama, le tiendo mis apuntes y por un momento retira la mirada de mi para leerlos.

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