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mayo, 2019.  Era Actual.

Miro atentamente las rejas de esta mugrosa celda, sé que en cualquier momento las van a abrir y me van a dejar libre, Marcus no se arriesgaría a exponerme de ese modo.

Fui sentenciada a 54 años de prisión por el asesinato de seis personas, en defensa propia, o al menos eso alegué. De todas formas ¿qué pasará cuando pasen esos 54 años y yo siga intacta, exactamente igual a como entré, con la apariencia de una cruel, eterna y devastadora juventud?

El fuego no tardó mucho en abrirse camino entre las demás celdas, Marcus siempre tenía buenas ideas, sonreí al pensarlo, supongo que así me haría morir, al menos ante los ojos de los hombres. Sería una criminal más muerta carbonizada durante un incendio en la prisión, esas cosas pasan, una muerte bastante justa para esta vida, realmente quería que acabara ya, esta ciudad empezaba a aburrirme.

¿Qué esperabais? Cada 10 años finjo mi muerte y rehago mi vida en otro sitio, desde cero, os recuerdo que soy... era un ángel, soy tan eterna como el tiempo.

Mi sonrisa se ensancha aún más al ver a Marcus frente a mi celda, mirándome con esos intensos e impenetrables ojos negros.

Conocí a Marcus hace unos... No lo sé, ¿500 o 600? No, tal vez más, tal vez unos 700 años. Está tan condenado como yo a la vida eterna, solo que él no fue desterrado ni nada por el estilo, solo tenía una madre que lo amaba demasiado como para verlo morir a causa de la peste negra, en Italia, en 1352, así que lo convirtió, en... Vampiro. Cuando lo conocí era un despojo de persona, llevaba tres víctimas y apenas y había saciado su sed.

- Vamos, solo abre las rejas. Me muero por saber cómo me llamaré de ahora en adelante.

Marcus está visiblemente enojado ahora mismo, podría jurar que si no fuera por el lugar donde estamos y la situación me habría roto todos los huesos, y lo digo literal.

A pesar de todo no dice nada y se limita a abrir la celda con unas llaves que seguramente robó, detrás de él un chico carga una bolsa negra que deja caer en mi cama una vez que estoy fuera, es un cadáver calcinado, luego le prende fuego a la celda mientras Marcus vuelve a cerrarla.

- Estabas encerrada, no tenías escapatoria. El fuego acabó contigo, una muerte bastante trágica debo decir. -expresa mirando "mi" cadaver.

- ¿A dónde crees que fui luego de morir? -inquiero siguiéndole el juego- ¿Al cielo o al infierno?

Él se ríe ante mi ocurrencia y nos saca de allí antes de ser vistos por alguien.

- Ahora solo queda fingir tu muerte. -anuncio mientras nos subimos al auto.

Él me mira unos segundos antes de hablar, con las dos manos sobre el volante.

- Tal vez sea un poco extraño que hayamos muerto al mismo tiempo ¿no crees?

Me encojo de hombros, Marcus podría fácilmente decir que se mudaba o algo e irse conmigo, pero eso también era arriesgado si a alguien se le ocurría seguirle la pista, mi falsa identidad se iria a la mierda.

- Tal vez una de la familias de las víctimas por las que fui a prisión pudo haberte asesinado. -sugiero.

- No es mala idea. Buscaré a alguien que merezca ir a la cárcel para incriminarlo de mi muerte.

- Bien hazlo pronto.

No digo nada más, ni siquiera cuando Marcus pone el auto en marcha llevándome a Dios sabrá dónde.

- Es un viaje muy largo, te aconsejo que duermas un poco. -murmura cuando llevamos ya dos horas en la carretera.

- ¿Estamos saliendo de la ciudad? -pregunto mirando nada más que árboles a mi alrededor.

- Aun queda una hora en auto, luego serán ocho en avión.

- ¿A dónde iremos? -vuelvo a preguntar con un tono de voz indiferente, en realidad no me interesa a dónde iremos, pero debo estar informada de mi nueva identidad.

Marcus saca un sobre de la guantera y me lo lanza al regazo, puedo ver que está enojado, pero no me importa ahora mismo, su trabajo es salvar mi vida y limpiar mis huellas.

-  ¿Paradise Island? -río por la ironía- ¿no viviré allí verdad?

Marcus me mira de repente con una expresión severa.

- Sí lo harás, y pasarás desapercibida, no habrán más asesinatos a sueldo, ni más mierdas. ¿Entiendes? Serás una buena chica.

Miro con frustración los documentos dentro del sobre, hay pasaporte, acta de nacimiento, identificación, carnet de conducir y no puedo evitar sonreír ante la idea.

- Así que tendré un auto. -sonrío y miro atentamente mi identificación falsa.

- De ahora en adelante  serás Victoria Blackwell, alias Vee, una chica millonaria, heredera del hotel Paradise, soy el nuevo dueño.

Miro a Marcus con una ceja arqueada.

- ¿Compraste un hotel en una islucha? ¿no se suponía que debíamos pasar desapercibidos? Además ¿serás mi padre? ¿cuántos años tienes 35? -me burlo.

Marcus toma aire con fuerza y me mira con los colmillos sobresaliendo de sus labios para que me calle de una vez.

- Soy Marcus Blackwell, nuevo dueño del hotel 5 estrellas en esa "islucha", padre joven, 34 años, casado con Isabella Blackwell hace 10 años.

Isabella es nuestra criada, o al menos lo era antes de convertirse en mi madrastra ricachona, ella sabe perfectamente nuestra verdad, su familia nos ha servido durante generaciones, es la última de su generación, una chica muy hermosa y demasiado madura para sus 29 años.

-me señala con su dedo- somos una familia cochinamente millonaria y muy feliz ¿entendido?

Me cruzo de brazos sin decir nada y leo el resto de los documentos. Al parecer provengo de orígenes franceses, mi abuela se enamoró de un americano y renunció a su apellido por él, construyeron su fortuna juntos, desde cero en el negocio hotelero, luego Marcus heredó todo eso y se hizo del hotel Paradise.

- ¿Así que soy una jodida pija millonaria niña de papi con coches caros y zapatos de diseñador, cuyo único propósito en la vida es disfrutar de su miserable existencia?

Marcus asiente una vez sin mirarme.

- Bien, me gusta. -sonrío maliciosamente acomodándome en mi asiento.

- No te creas que lo harás, -mi "padre" se da cuenta de mis intenciones- serás una buena chica y no harás nada que perjudique nuestra vida aquí, es un buen lugar. Ya tuvimos que fingir tu muerte 4 años antes por tu imprudencia, esta vez serás buena o te romperé cada hueso y te encerraré en una habitación oscuro por los próximos 30 años.

Sonrío sin una gota de humor.

- Me prometiste lealtad, ¿lo harías?

Marcus me mira serio.

- Cada cosa que hago y que hecho durante todos estos siglos es por tu bien y para protegerte. 

Me remuevo incómoda y dejo perderse mi mirada en la ventanilla. Al final del día sus palabras no podían ser más ciertas.

- Lo sé, gracias. Seré prudente, lo prometo.

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¿Qué les pareció el primer capi? Me gustaría que me regalaran sus opiniones y sus estrellitas un besoooo. Nos leemos

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