Capítulo 18

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Annika

No soy una persona que suele sorprenderse con facilidad. Todo me parece esperable o predecible. Pero, hoy sin duda no es uno de esos días...

Empezando por el hecho de que mi padre parece haber hecho una especie de clic con Aaron, hoy no han parado de hablar desde el desayuno, luego el almuerzo y en los entretiempos del partido. Hasta podría apostar que está a unos días de decirle "el hijo que nunca tuve". Porque la verdad es que siempre ha querido hijos varones, pero le tocamos mi hermana y yo, y un yerno como Cameron, que es un menso. Dicho por él. 

Por otra parte, Greg se mantuvo tranquilo. Suele ser bastante intenso y muy preguntón. Le encanta saber todo con cada lujo de detalle. Todo lo que le interesa o le conviene, claro. Y suele mirarte como con una especie de radar en la mirada, que te dice "se que está mintiendo". Siempre ha sido un fastidio, no ha cambiado en los años que lo conozco. Así que fue una gran sorpresa que no haya hecho sus típicos interrogatorios. 

La ultima sorpresa, fue más grande de todas. No lo hubiera previsto nunca...

Con Aaron le ganamos a Kim y Cam. Solo fue un punto de diferencia, pero ¡les ganamos!. Pude notar la cara de verdadero fastidio de mi hermana cuando anotamos ese ultimo punto. En su rostro tenía algo que no se le ve a menudo... una sonrisa falsa. Obvio que quiso tirar uno de esos comentarios de: "Ya era hora que una vez me ganaras, hermana". Pero la verdad es que no me importo. El placer de ganarle en lo que ella se considera la mejor, fue el paraíso. Y más ver su cara de fastidio. Cuando las cosas no salen a su modo, realmente se pone insufrible. Hasta me atrevería a decir que su caracter se pone más complicado que el mío.  

- ¡No puedo creer que les hayamos ganado! - exclamo eufórica entrando a la habitación, junto con Aaron. - ¡Destronamos a la reina invicta! 

- Creí que golpearía a Cameron con su raqueta cuando termino el partido. - dice él riendo. - Que se la atravesaría por la cabeza. 

Río. - Lo hubiera hecho si no le importara tanto su imagen, pero que no te quepa duda de que ahora lo debe estar estrangulando con su cinturón. 

- Si él no baja a cenar ya sabemos el por qué, porque tiene que haber dejado su cuerpo violeta en la bañera. 

Vuelvo a reír. - Eres bueno jugando. - digo. - O eres muy humilde o me has engañado para sorprenderme luego. 

- O la tercera opción. 

- ¿Qué sería? 

- Que tú y yo hacemos buen equipo. - dice con una leve sonrisa. Lo miro con algo de sorpresa. - Sabes, llevas esa mirada extraña todo el día. Yo no se si estoy haciendo algo mal o...

- No. - lo interrumpo. - Lo contario. Solo que estoy sorprendida. 

- ¿Sorprendida de que? 

- De que todo este resultando demasiado bien. 

- Apenas si es el segundo día. 

- Ya lo sé, pero no creí que llegaríamos a tanto. 

- ¿Así que admites que tú también tenías dudas? 

- No se si dudas, pero tampoco creí que sería así de... perfecto, digámosle. 

- Es perfecto porque se basa en mentiras. 

- Tú no eres una mentira, Aaron. - digo. - Me refiero a que si, tú apellido no es ese, ni eres mi prometido, ni tienes tú propio restaurante, pero tú forma de ser eres tú. Eres... demasiado real. 

Me observa por unos segundos, en silencio. 

- ¿Eso es algo malo?

- No. - digo. - El mundo necesita de más personas reales, para que marquen una diferencia. 

Bajo ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora