Capítulo 26

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Annika

Cuando termina la carrera, vamos a un restaurante a almorzar y festejar la victoria de Greg. Luego regresamos al hotel. 

Estamos por entrar a la habitación, junto con Aaron, cuando siento que me toman del brazo, deteniéndome. Miro y veo a Kim. 

- Oh no hermana, te vienes conmigo. 

- No iré a ningún lado a menos que me digas a donde me llevas. - respondo. 

- Reservamos una amplía suite, para que nos preparemos las cuatro está noche, además de tener una tarde de spa. - me dice. - Y por si no lo recuerdas, es mi despedida de soltera. 

- ¿Cómo podría olvidarlo? Es lo unico de lo que habla Paige desde que llego.  

- Excelente, en ese caso ve por tus cosas y nos encontraremos todas en la puerta de mi habitación. ¿Si?

- Está bien... - digo con algo de fastidio. 

- Nosotras iremos a discoteca La Rascasse. - sigue diciendo Kim. - Y los muchachos a Jimmy'Z. - agrega mirando a Aaron. 

- Genial. - responde él. 

- Te doy 20 minutos o vendremos por ti. - se gira y comienza a caminar. 

Entramos a la habitación. 

- Resiste Annika, falta menos. - me digo a mi misma, en voz alta. 

- ¿Qué es lo que queda en el itinerario? - me pregunta. 

- Mañana no hay nada programado. Pero el viernes es el día del ensayo, por la mañana de la ceremonia en la iglesia y por la noche la cena. Luego el sábado la boda. Y el domingo ya acabó todo. 

Se me queda observando en silencio, algo pensativo. 

- Podríamos.... - comienzo a decir, pero se detiene dubitativo. Le estoy por preguntar, pero noto que su mirada cobra más seguridad y firmeza. - Podríamos hacer algo mañana. Tú y yo. 

No puedo evitar sorprenderme. 

¿Acaso me pide una cita? 

- Claro. - respondo como algo automático, haciendo que también me sorprenda de mi misma. 

Se le forma una leve sonrisa en su rostro. - Genial. 

- Bien. - digo yo. 

Nos seguimos mirando en silencio, ambos tenemos unas leves sonrisas divertidas, como de complicidad. 

Él lanza una risa, rompiendo con el contacto. 

- Iré a ducharme. - dice y se dirige hacía el baño. 

Siento mi celular sonar y atiendo sin fijarme bien quién es. 

- ¿Si? - atiendo, sin despegar mi vista de Aaron. 

- Annika. - oigo una voz masculina al otro lado. 

- ¿Quién habla? - pregunto. 

- ¿Quién habla? ¡Patrick! - responde indignado. 

- Ah, lo siento, estaba con mi mente en otra cosa. ¿Qué sucede? 

- ¿Te has disculpado? - pregunta extrañado. 

- Claro que no. 

- Me pareció oír que si. 

- ¿Qué quieres? 

- Estaba algo preocupado, no has llamado en los últimos días. 

- Respondí todos los emails, junto con las correcciones e indicaciones para lo que queda de la semana. - entro a la habitación para comenzar a juntar mi cosas. Y logro ver a Aaron por la puerta entreabierta del baño. Está de espaldas, metido en la ducha. - Me has dicho que todo estaba en orden, ¿por qué habría de llamar? 

- Es que... - comienza a decir, pero yo no lo oigo. Tengo toda mi atención en otra cosa. 

- Patrick, ¿hay algún inconveniente? - lo interrumpo. 

- Eh... no... - responde con sorpresa. - Está todo bien, yo solo...

- Bien, si eso cambia me llamas. - corto la llamada. 

Abro el cajón de la mesa de noche y lo meto allí. 

Comienzo a debatir conmigo misma, con cierto nerviosismo. 

Lo hago o no lo hago. Lo hago o no lo hago. Lo hago.... no lo hago... Lo hago...

¿¡Qué tanto Annika!? ¡Por dios! ¡Eres una mujer madura ya! 

Con rapidez y sin dejar de pensar tanto, me deshago de toda la ropa que llevo puesta, quedando completamente desnuda. Y me encamino hacía el baño, donde Aaron se sigue duchando. Si que es excitante ver esa espalda suya mientras el agua le cae. 

- Oye, estoy algo apurada. - anuncio con mi voz neutra. 

- Oh, lo siento, ya te libero la ducha. - se disculpa. 

- Tengo una mejor solución. - abro la puerta de cristal, haciendo que él se gire y me mire con sorpresa. No me detengo y entro, volviéndola a cerrar tras de mi. 

Él tiene una sonrisa divertida en su rostro. 

- ¿Qué haces? - pregunta riendo. 

- ¿Tú que crees? - los dos estamos bajo la regadera, de la que sigue cayendo agua. 

Aaron se acerca más a mi, mientras me sigue observando fijo con esa sonrisa divertida, pero a la vez picara. 

- ¿Sabes como se ahorra verdadero tiempo? 

- ¿Cómo? - pregunto. 

- Haciendo dos cosas a la vez. 

- ¿Tienes alguna sugerencia de que otra cosa podríamos hacer? 

- Tengo una mente. 

- Soy partidaria de todo lo que agilice el tiempo, así que te oigo. 

- No necesitas oír... - dice. 

No termino de reaccionar a lo que dijo, que lleva ambas manos a mi rostro con velocidad y con esa brusquedad suave comienza a besarme. Respondo a su beso y llevo mis brazos por encima de sus hombros. Aaron baja sus manos hasta mi trasero y en un movimiento me levanta a la altura de su cintura, a lo que aprovecho a enlazar mis piernas en esta, sin despegar nuestros labios. Me apoya contra una de las paredes de la ducha, mientras me sigue besando con intensidad. Yo paso mis manos por su largo cabello. Nos separamos para recobrar el aire, pero él no tarda en llevar sus labios a mi cuello para seguir besándolo, entre tanto con uno de sus brazos me sigue sosteniendo y con el otro acaricia mi pecho. Yo llevo ambas manos a su espalda y no puedo contenerme deslizar mis uñas por todo el largo de está mientras me llena de placer con esos besos en el cuello, aún más cuando entre tanto da esas leves mordidas.

No tardamos en llegar a ese punto culmine de goce.

En los años que he tenido sexo con distintos hombres, nunca ninguno le había dado tato placer como Aaron en estos días, tampoco lo había hecho jamás en la ducha, se siente de una forma que pareciera que nunca había tenido sexo antes de él.

Y eso en parte me asusta un poco. No quiero generar una clase de dependencia a algo que no puedo tener. Toda está fantasía se va a acabar cuando regresemos a Nueva York.

Bajo ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora