Capítulo 29

3.6K 325 16
                                    

Annika

Abro mis ojos y el primer pensamiento que me invade, es que siento la cama un tanto fría. Miro hacía su lado y veo que está vacío. Me percato que sobre su almohada hay una peonía y encima de está, una nota. 

"Cuando estés lista te espero abajo"

No puedo evitar sonreír por ese gesto. Mi dulce y romántico Aaron. ¿Por qué tiene que ser así? Hace que no sea sencillo evitar sentir algo por él. 

Me levanto de la cama y comienzo a alistarme para reunirnos. No se bien que ha planeado, pero conociéndolo como lo conozco, se que no será nada extravagante, así que opto por vestir algo sencillo y me pongo un jumpsuit verde oliva, junto con unas sandalias y un sombrero. 

Salgo de la habitación y como no lo veo en el vestíbulo, me dirijo hacía afuera. Mi corazón se acelera cuando lo veo apoyado en un auto clásico descapotable. Aaron lleva una camisa blanca arremangada y con los primeros botones desprendidos, una bermuda azul marino y unos mocasines marrones. 

Llevo mi mano a su pecho. 

- Luces bien. - digo con una sonrisa. 

Ríe. - Y tú estás estupenda, como siempre. - dice. - ¿Estás lista? 

- ¿A dónde me llevas? 

- A ningún lugar en especifico. 

- ¿Manejaras sin rumbo? - pregunto extrañada. 

- A veces hay que perderse un poco. - dice. Me extiende su mano. - ¿Confiaras en mi? 

La tomo. - Está bien.

- Genial. - dice con una amplia sonrisa. Se gira hacía el auto y abre la puerta del acompañante. - Anda, por una vez dame el gusto. De todas formas sigues siendo la que manda aquí. Esto no te quita autoridad. 

Suspiro con fastidio, pero con una sonrisa. Me subo. Aaron da la vuelta y se pone en el lado del conductor. 

- No sabía que conducías. 

- Si, lo hago. Y puedes quedarte tranquila, que me puedo jactar de que conduzco mejor que tú. - dice divertido. 

- Ja ja. - digo con sarcasmo. Ríe y comienza a conducir. 

Y como bien dijo, lo hicimos sin rumbo. Tan solo disfrutando el día, del sol y ese leve viento que da en el rostro. Y claro, de su compañía, mientras canta con ese suave pero masculina voz, la canción que suena en la radio. 

¿Alguna vez desearon con mucha fuerza quedarse en un momento de sus vidas y vivir en el para siempre? Porque yo nunca... hasta ahora...

Aaron conduce hasta llegar a las afueras. No sabría bien decir a que parte de Francia llegamos, si seguimos en Mónaco, o atravesamos otra ciudad, pero lo que si puedo decir es que es un lugar hermoso. Hay mucho verde, muchos arboles, césped y flores. También hay mucha tranquilidad. Al estar tan alejados de la ciudad, se nota que en está parte hay poco transito.  

Nos bajamos del auto, cuando encontramos un lugar para detenernos. Es una pequeña elevación, repleta de césped y de frente tenemos todo el mar mediterráneo, con esas aguas cristalinas. 

- ¿Nos sentaremos sobre el césped? - pregunto. 

- Claro que no, Anni. - dice. - Sobre una manta que traje. 

- Vaya, que alivio. 

Ríe. - No seas quejosa. Mira que bonito lugar para sentarse. Y con vista privilegiada. 

Se dirige hacía el maletero y lo abre. De allí saca la manta doblada y una canasta de picnic. Extiende sobre el suelo la tela y apoya encima la canasta. Se sienta. 

Bajo ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora