Annika
Aaron realmente logro sorprenderme anoche. En el buen sentido. Y con honestidad, cuando llevas la mayor parte de tú vida pensando lo peor de las personas, es algo agradable que alguien te sorprenda.
Fue una tranquilidad descubrir que es alguien culto, educado y con buenos modales. Sabe de buenos vinos, de buena comida, incluso habla francés. Usa bien los cubiertos, toma de la copa como un sommelier, no hace ruido al masticar. Esto no podría ser mejor.
Recién me despierto, estoy por salir de la cama, cuando suena mi celular. Lo tomo y en la pantalla sale el nombre de mi hermana. Declino la llamada. A los pocos segundos vuelve a sonar. Declino la llamada. Vuelve a aparecer su nombre en la pantalla. Con fastidio acepto la llamada.
No llego a decir ni una silaba cuando Kim comienza a gritar al otro lado de la línea. Y reconociendo su grito. Es un grito de emoción, de alegría.
Si, mi hermana tiene un grito para todo. Uno para cuando está emocionada, para cuando está molesta, cuando algo le sorprende, también tiene uno para cuando algo no le gusta.
De niña tuve que crear mi propia burbuja aislante, para no volverme loca de los nervios de que mi hermana menor gritaba por cada cosa que veía. Uno no sabía si estaba gritando porque le encantaron sus zapatos nuevos, o porque la estaba descuartizando en la sala. Solía desear que fuera la segunda opción.
De hecho, lo sigo deseando, solo que no lo digo en voz alta.
Con el tiempo, aprendí a distinguir cada uno de ellos. Son tantos que debería contar como un nuevo idioma.
Separo el celular de mi oreja, mientras la dejo terminar con su grito de dos minutos.
Mi intención era empezar la mañana con algo de Andrea Bocelli, mi cantante favorito, a cambio tengo a la desafinada de mi hermana al otro lado. Uno no siempre tiene lo que quiere.
Se sienta como la paz mundial cuando dejo de oírla. Por lo que vuelvo a poner el celular contra mi oreja.
- Ay dios, Kika... - odio ese maldito apodo. - Cuando mamá me lo conto tuve mis dudas, no me lo creí. Pero ahora, luego de ver las fotos... Hermana, necesito que me cuentes todo. - dice eso ultimo con ese tono alegre y ansioso.
- ¿Qué? - le pregunto confundida. - ¿De qué hablas?
Rara vez no se de lo que habla la gente, sobre todo cuando se refiere a mí.
- Es muy guapo. - sigue ella, ignorando completamente lo que digo. - Admito que me sorprende, no es para nada tú onda. Siempre que gustaron sosos y aburridos, pero él tiene pinta de ser bien salvaje y alocado. Dime, ¿Cómo es? ¿Tengo razón?
- Kimberly... - digo con toda la calma posible, a ver si así el cerebro de mi hermana logra oírme. - ¿Cómo es que conoces a Aaron? No les mande ningunas fotos.
- Ay hermana, estás en la página de sociedades del diario. - me responde como si fuera algo obvio. - Hay fotos tuyas con él, cenando anoche. Son tan fotogénicos y se ven tan lindos y tiernos juntos, que yo las pediría en el diario para enmarcarlas. En una de ellas estás sonriendo, eso es tan raro. Solía pensar que tenías algún complejo con tus dientes, pero son muy bonitos si es así. No te avergüences hermana.
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Bajo Contrato
RomanceAaron cree que no puede haber caído más bajo luego de que quebrara su negocio... sin trabajo, sin dinero y próximo a ser desalojado. Pero por un golpe, literal, del destino, conoce a Annika. Ella es una exitosa empresaria, a quien no le falta nada...