But you love me

treinta y uno;

Me tiré encima de la cama, con una sonrisa que ocupaba toda mi cara y agotada. El concierto había estado genial, había llorado, había reído y había disfrutado, todo junto a Eli. Mi cabeza empezó a volar hacía una hora atrás, en el momento en el que cantaron Don’t Forget Where You Belong, dónde empecé a llorar. Ver en pantallas enormes fotografías suyas de hacía casi 4 años podía conmigo. En ese momento me di cuenta de todo lo que había vivido junto a ellos, todo el tiempo que llevaba apoyándoles y lo rápido que se me había pasado. En Moments no pude evitar acordarme de mi abuelo, que había muerto  aún no hacía un año, lo que me hizo llorar más aún. Junto a Elisabeth, lloramos en Little Things y sonreímos en Trought the dark. Gritamos en Better Than Words y en One Thing.

En resumen, había sido el mejor día de mi vida y se lo hice saber a Harry enviándole un mensaje.

“Muchísimas gracias por el día de hoy, el mejor día de mi vida. Gracias Harry, gracias chicos”

“Nos alegramos de que os haya gustado, ¿el mejor día de tu vida? Mientes.  H.”

“Te aseguro que no miento, y tampoco miento cuando digo que ahora estoy sonriendo como una tonta por haber vivido este día tan feliz”

“Me ha gustado volver a verte Lana, y a los chicos les habéis caído muy bien”

“A mí me ha encantado conocerte Harry, gracias otra vez”

Y, con una sonrisa en la cara, me dormí.

Me desperté por el sonido de alguien llamando a la puerta de mi casa, no a la de mis padres. Bajé las escaleras, con una mala sensación.

Cuando abrí la puerta vi que no había nadie, solo un paquete a mis pies. Lo cogí curiosa y lo entre en casa, lo deje encima de la mesa del comedor y me dispuse a abrirlo.

Dentro del paquete no había nada más que un sobre que llevaba mi nombre escrito en el. Lo abrí y dentro había una carta y unas fotos, unas fotos de mi madre, pero no estaba sola, estaba con su amante. En Londres.

Cuando nos mudamos a Londres pensé que todo terminaría, que de alguna manera poniendo tierra de por medio la relación de mi madre con ese hombre acabaría, pero estaba equivocada. Abrí la carta, escrita con ordenador

“Lana

No pretendo hacerte daño a ti, es más creo que haciendo esto tú te harás más fuerte y tu familia mejorará.

Te adjunto las fotografías que pienso mandar a tu padre, dado que creo que es lo mejor, que tu padre sepa la verdad, que abra los ojos, y que se dé cuenta de con quien está viviendo y con quien esta compartiendo toda su vida. Quiero que tu padre sepa quién es de verdad tu madre, quiero que sepa que ni tu ni tu hermana sois hijas suyas y quiero que descubra todo el engaño que ha estado viviendo.

Vuelvo a decirte que no pretendo hacerte daño, no es mi intención dañarte a ti o a tu hermana, solo quiero que puedas vivir bien, sin sentir pena cuando miras a tu padre a los ojos, ni que tengas que guardarle rencor a tu madre. Quiero que vivas bien, tal y como te mereces.

Te quiere.”

No sabía qué hacer, no podía dejar que mi padre viera las fotografías, no podía. Algo dentro de mi me decía que dejara a esa persona enviar esas fotos, no tendría las manos sucias en sentido de que yo no habría hecho nada, que mi padre podría enterarse de todo. Que podría saber toda la verdad sin estar yo de por medio. Pero, mi madre pensaría que soy yo la que envía las fotografías y se lo haría saber a mi hermana. Lo que no le sentaría muy bien. Mi  cabeza daba vueltas sin saber qué hacer, y algo dentro de mi me impulsó a no hacer nada.