Veinticuatro;

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-          ¿Por qué corres Lana?- Dijo Elisabeth

-          Ten.- Le tiré la crema.

-          ¿Pero dónde vas?

-          Quédate aquí, ahora vengo, necesito hablar con mi padre.

Corrí hacía el despacho de mi padre y abrí la puerta y vi que estaba reunido.

-          Lana, estoy en una reunión, como puedes comprobar.

-          Donde está.- Dije ignorando a las personas que se encontraban a su alrededor con papeles en la mano.

-          ¿Dónde está quien?

-          Ya sabes quién te digo, no me fastidies. Lo sabes perfectamente.- Sonreí cínicamente.

-          No deberías saber dónde está.

-          Si lo debería saber, dijo que nos veríamos pronto, y ya es la segunda vez que me encuentro con que os habéis visto y que yo no me he enterado, salvo hoy, que ha estado en mi habitación.

-          Hija, tranquilízate, ven a fuera.- Se levantó y me cogió del brazo sacándome de su despacho y viniendo el detrás.

Una vez a fuera, mi padre se pellizcó el puente de la nariz y sopló.

-          Lana, no quería que te enterarás así de que Marie estaba por aquí. Si tu madre se entera de que ella sigue manteniendo contacto conmigo y con vosotras, esto no se podría aguantar. Por eso te lo quería esconder. Este mediodía, cuando tú saliste con Elisabeth, que aunque pienses que no me entero, lo hago, ella vino y me pidió ir a tu habitación y cómo puedes ver, no me pude negar.

-          No puedes volver a hacerme esto papá. Quiero mucho a Maria, lo sabes. Y entre el vestido y ahora la nota prometiéndome que nos veríamos pronto no puedo parar de pensar en que ha estado aquí y yo no la he podido ver.

-          Lana, yo no sé donde se aloja aquí en Londres. Solo sé que viene de vez en cuando. No te preocupes por ella, cuando la vuelva a ver, le diré que le echas de menos.

-          Vale. Te dejo continuar con tu reunión.

-          De acuerdo.

*Al día siguiente…*

-          Lana, Lana, vamos despierta.

-          ¿Hmm?

-          Venga Lana, tenemos que ir a la revista.

Bostecé. Mi padre llevaba llamándome por lo menos media hora. Tenía mucho sueño. Estiré la sábana  y me senté en la cama. Pasé mi mano por el pelo y me rasqué los ojos. Mi padre había abierto la ventana y se podía ver que hoy el tiempo hacía honor al típico de aquí, lluvia. Me metí en la ducha, lo que me quitó de alguna manera el sueño y me espabilé más, me sequé el pelo  y le di volumen. Ayer por la tarde me saqué la ropa que me pondría para mi primer día en la revista. Aunque estaba lloviendo, no hacía frio. Así que no dudé en ponerme la ropa que me preparé la noche anterior. El conjunto era una camisa blanca, con unos pantalones rosas. La camisa me la metí por dentro y un cinturón negro. Me puse complementos y un bolso. Me subí las mangas de la camisa y me puse unas sandalias doradas. Cogí las gafas de sol y fui en busca de algo de comer hacía abajo. Abrí los estantes de mi cocina, y encontré un bizcocho.

But you love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora