Diecinueve;

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-          ¡CAFELATE!- Grité yo.- vamos, ¡vamos!

Vertí un poco de café a mi chocolate y lo mezclé. Sorbí un poco, estaba líquido y muy rico.

-          Oye Lana. ¿Para que nos traigan algo, a que número llamamos?- Dijo Eli. Bajo la atenta mirada de los demás.

-          Al número 1. ¿por? ¿Necesitas algo?- Le pregunté tontamente.

-          Tranquila, ya me ocupo yo.

-          Vale, como quieras.

Volví a la cocina y Ed estaba mirando raro mi cafelate.

-          ¿Quieres?

El negó

-          ¡Vamos Ed! ¡Te estás muriendo de ganas!- Le di un golpe en el brazo

-          Bueno, quizás un poco- Sonrío con las mejillas enrojecidas.

Me acuerdo de ayer, cuando me lo presentó me acordé directamente de mi Ed Sheeran, mi pelirrojo favorito. Ed iba a probarlo, pero Eli llegó corriendo.

-          ¡ESPERA!

Ed se sobresaltó y dejó la taza en la mensa. Elisabeth sacó un pote de caramelo de detrás de su espalda.

-          Si estas buscando un producto para hacer más dulce su cafelate, ¡yo tengo la solución!- Dijo pareciendo una mujer que anuncia un producto de limpieza.- ¡CARAMELO! Viertes un poco en tu cafelate.- Dijo utilizando el mío y bebiendo.- Mmm… ¡Está riquísimo!

Ed no dudó en probarlo también.

-          ¡VENGA AQUÍ!- Dije al recordar a mi clase de secundaria, siempre que alguien de nosotros decíamos “venga aquí” todos levantábamos los brazos hacia arriba moviéndolos para adelante y detrás. Nos cayó algún que otro castigo: toda la clase con los brazos subidos. Pero nunca lo cumplíamos, porque hacíamos reír a los profesores. Vi a mi hermana recrear le escena de mi clase, moviendo los brazos y yo hice lo mismo.

-          ¿Hola? ¿Qué estáis haciendo con los brazos?- Dijo Lucia mirándonos extrañamente.

-          Nada, recuerdos.- Dijo mi hermana

-          A, pues qué bien.- Dijo Lucía imitándonos.

-          VENGA AQUÍ– Las tres a la vez. Dios mío, esto era una casa de locos.

Eli y Ed estaban sumergidos en el mundo del cafelate. Lo que quedó de día, nos lo pasamos bañándonos en la piscina, jugando, tirándonos los unos a los otros. Hasta que mi madre, como no, vino a fastidiar la fiesta. En cuanto la vi entrar, le dije a Eli:

-          No te asustes, es una bruja.- Le susurré en la piscina

-          No creo que sea para tanto, mujer, parece simpática.

-          Las apariencias engañan.- Eli me miró, pero mi madre le dejó con la palabra en la boca.

-          Hola niñas.- Miró a Ed.- Niño. ¿No creéis que ya es hora de irse?

-          Pero mamá….- Replicó mi hermana. Mal hecho.

-          Nada Leyre , vosotras tenéis que hacer cosas, y seguro que vuestros amigos también.

But you love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora