Capítulo 2

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Artemisa llegó a su casa pasada las diez de la noche. Sabía que su tía le llamaría la atención por su hora de llegada, pero el tiempo que paso en la cueva con Orión fue increíble, cada momento junto a él lo era y no se arrepentía.

Por un momento la pelinegra pensó entrar por la parte de atrás de su casa; sin embargo, sabía que eso solo le traería más problemas por lo que fue por la entrada principal y tal como vaticino su tía estaba ahí, pero no estaba sola, junto a ella estaba la tía de Hera, Calliope Mansour, la mujer más poderosa del pueblo.

—Ves Antonella, te dije ella estaba bien —dijo la mujer a su tía con un tono plano cuando fijo su mirada en ella.

—Lo siento por molestarte Calliope —le respondió su tía mirando mal a Artemisa.

—No te preocupes estamos para apoyarnos —el tono desinteresado de la tía de Hera le dijo que le valía lo que pasará.

Con razón son familia pensó la pelinegra mirando como su tía despedía a la mujer de su casa.

Cuando nadie más que ambas quedaron se giro a verla bastante molesta— ¿Se puede saber dónde estabas?

—Salí a caminar —le respondió Artemisa molesta pasando de ella.

La mujer no era muy mayor y aun así se había hecho cargo de ella y Apolo cuando su padre murió, pero eso no quería decir que fueran precisamente amigas.

—No puedes hablarme así mocosa, aun estas bajo mi poder

—¿Y crees que me importa? Si no fuera por Apolo hace tiempo me hubiera largado de esta casa —le respondió molesta, ella no era ninguna mocosa y no dejaría que nadie la llamara así.

—Tu hermano hubiera estado mejor sin ti —esas palabras dolieron e hicieron mella en la pelinegra— Hubiera sido más fuerte si dejaras de querer encerrarlo en una burbuja

—No metas a Apolo en esto —gruño.

—Yo no lo metí, fuiste tú quien lo hizo diciendo que no te vas de aquí por él —le recordó— Tú eres quien lo ve como un impedimento para irte.

—Ese es mi problema —le dijo dándose la vuelta para ir a su cuarto.

—No vuelvas a llegar tarde, Artemisa, o me veré obligada a tomar medidas drásticas —advirtió Antonella.

La pelinegra corrió a su habitación y se encerró en ella.

Su vida simplemente iba de mal en peor y la única otra persona en la que confiaría para refugiarse estaba molesta con ella.

***

Al día siguiente Antonella no estaba en casa cuando Artemisa bajo a desayunar, por lo que pensó que podría tener un poco de paz y tiempo a solas con Apolo para que pudieran hablar; por lo que fue a buscar a su hermano en su habitación.

—Apolo —llamó Artemisa tocando la puerta de su hermano— Apolo, por favor, podemos hablar —pidió la pelinegra; sin embargo, no obtuvo respuesta— Apolo.

—¿Qué? —escucho decir a lado suyo haciéndola saltar.

—¿Qué demonios haces aquí?

—Vivo aquí.

—No, eso... —tomo aire viendo a su hermano y analizo como estaba vestido— Dime que no fuiste con Hermes y Afrodita otra vez.

—Eso no es de tu incumbencia.

—Apolo...

—Apolo, nada, Artemisa —le respondió su hermano poniéndose delante de su puerta— Tú no me escuchas ¿Por qué debería escucharte yo?

Artemisa [Olímpicos mortales #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora