Capítulo 10

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—¿Me puedes explicar qué demonios paso allí dentro? —le preguntó Artemisa a Hefesto después de haberlo arrastrado fuera del bar.

Estaba shockeada por la manera en la que su amigo estaba actuando y quería respuestas.

—Yo... Yo no sé de qué hablas —dijo el chico medio cortado molestando a Artemisa más de lo que ya estaba.

Quizá otros se creyeran su actuación, pero ella lo conocía mejor y sabía que no estaba ebrio.

—Miéntele a otra persona Hefesto, pero a mí no, se supone que somos amigos.

El pelinegro la miró irritado dejando su show de ebrio de lado— Ser amigos no te da el derecho de arrastrarme como lo hiciste —le reclamó.

—No, no me da el derecho de hacer eso —admitió la chica— Pero si me da todo el derecho de evitar que cometas una burrada.

—No estaba haciendo nada malo —se defendió.

—No, claro que no. Lo único que estabas haciendo era sacarle celos a Afrodita con una desconocida —le señaló con ironía.

Hefesto rodo los ojos y se recostó en la pared más cercana sin decir una palabra.

—¿Qué pasó? —preguntó esta vez más tranquila acercándose a él— Sé que no eres del tipo de chico que anda por ahí bailando con una desconocida y mirándola como si se la quisiera comer.

—¿Y qué tipo de chico parezco?

—No pareces, eres. Eres un chico divertido, honesto, humilde, trabajador, de buen corazón, fuerte, protector y un poco terco —le respondió la chica con un risita.

—El burro hablando de orejas —le dijo Apolo rodando los ojos— Gracias, por lo que dijiste —aclaró y Artemisa asintió.

—¿Entonces? ¿Qué pasó? —preguntó de nuevo.

—No lo dejarás pasar, verdad.

—No, así que habla.

Hefesto se tomó su tiempo y desvió la mirada del cielo a sus zapatos antes de hablar.

—Hace unos días Afrodita y yo coincidimos en la playa —empezó diciendo y la pelinegra hizo una mueca que no pasó desapercibida por el chico— Sí, lo sé, también me pareció raro, pero dado que ella llegó antes que yo no pensé nada raro.

—¿Y qué sucedió? —le preguntó.

Dudaba mucho que se hubiera alejado de ella y ahora estuviera pasando esto.

—No me llevó mucho darme cuenta que Afrodita estaba llorando y no pude evitar acercarme a ella para consolarla. No le pedí que me dijera nada, solo la abracé y le dije que todo estaría bien, que no el tiempo haría que todo se supere —le dijo y cerrando sus ojos agregó— No recuerdo exactamente como fue, pero la besé.

—¡¿Qué tú qué?!

—La besé y luego corrí cuando caí en cuenta de lo que había hecho —confesó.

—No pues, ahora todo tiene sentido —dijo Artemisa con un tono irónico— Si yo fuera ella y hubiera pasado eso entre nosotros también te quisiera matar.

—No te voy a decir que estés de mi lado porque sé que actué como un idiota...

—Exactamente

—Pero ¿No se supone que ella es tu némesis? —le preguntó el chico y la pelinegra se mordió el labio inferior.

—Es solidaridad femenina.

—Ajá... Miénteme otra vez —le dijo el chico con una risa que Artemisa imito con sarcasmo— ¿Te reconciliarás con ella? —preguntó y ella negó.

Artemisa [Olímpicos mortales #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora