Capítulo 23

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—¿Qué acabas de decir?

—Lo que escuchaste ¿Qué te da tanto miedo? ¿Qué él sea el Orión del que tanto se dice que la diosa Artemisa mató? Tú nunca ha dudado en enfrentar el peligro así que no veo otro motivo por el que te pongas así —le dijo señalándola— Toda alterada por la afirmación de Aty.

Apolo tuvo el descaro de decirle cada palabra con un tono molesto y Artemisa no podía creer que esas palabras hubieran salido de su hermano, no después de todo lo que habían pasado. Solo... No.

—¿Entonces es eso?

—¡No! —le respondió— Y el que lo preguntes me ofende —le dijo— Después de que te elegí a ti... —murmuro arrepintiéndose al instante cuando apareció el dolor en la mirada de su hermano— No quise decir eso.

—Sí querías —le señaló el chico— Siempre que hay una discusión entre nosotros es por él.

—¡Esto no es por él!

Artemisa estaba harta. Sí discutía con Orión era por Apolo y viceversa. Necesitaba un alto al fuego entre ellos. Ella ya había elegido a quien quería en su vida y ni por eso dejaban de existir esas discusiones.

—¡Esto no tiene nada que ver por él o por ti! ¡Esto es porqué ella nos está mintiendo!

Ni siquiera podía decir su nombre. No podía creer cuán lejos había llegado la castaña para tapar la verdad, sea cual sea.

—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que ella está mintiendo, Artemisa? —le preguntó Apolo.

—Es imposible que lo diga sea verdad.

—Entonces no perdemos nada si le pedimos pruebas —le señaló su hermano antes de soltar un suspiro— Hagamos un trato —eso atrajo la atención de la pelinegra— Si Athenea dice la verdad ayudamos en lo que sea que necesite...

—¿Y si miente?

—Hacemos lo que siempre quisiste —le dijo Apolo con una sonrisa— Nos vamos del pueblo y no regresamos.

Artemisa se quedó sin palabras ante la propuesta de su hermano. Sabía que Apolo amaba el lugar y los recuerdos que había hecho ahí, tanto buenos como malos, además de que abandonar a Hermes sería demasiado para él.

—No puedo pedirte que hagas eso.

—No me lo estas pidiendo. Yo estoy ofreciéndolo —le recordó— ¿Aceptas? —le preguntó extendiendo su mano y la pelinegra lo miró por unos segundos antes de tomarla.

La oportunidad de empezar de nuevo era bastante tentadora.

—Me alegro que hayan resuelto sus diferencias —comentó Athenea apareciendo por las escaleras— Eso es bueno.

—¿Qué es lo que quieres que hagamos? —preguntó Artemisa yendo directo al grano— ¿Qué es lo que quieres de nosotros?

—Yo nada... Por ahora —le respondió— Pero Destino dijo que ya era su hora.

—¿Hora para qué? ¿Y quién es destino? —preguntó Apolo tomándola de su mano.

No estoy sola, nunca estaré sola mientras tenga a mi hermano se dijo la pelinegra mirando a su gemelo, su otra mitad.

—La anciana que viste el día de tu accidente y hoy, es una de las hermanas destino —le respondió la castaña— Y es la hora que recuperen sus recuerdos, para que puedan creer lo que les digo.

Apolo y ella se quedaron en silencio analizando las palabras de la castaña. Había un trato, una promesa entre ellos que con lo que pedía la chica tendrían que cumplir.

Artemisa [Olímpicos mortales #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora