Capítulo 17

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—¿Por qué la trajiste? —le preguntó Artemisa en voz baja a Athenea cuando le abrió la puerta y vio a Afrodita con ella.

—Ella será el motivo por el que los dejen salir sin problema.

—Yo me puedo encargar —le gruñó la pelinegra molesta.

—Y yo quiero que esto sea fácil y rápido, deja de hacer problemas —le dijo Athenea antes de girarse a la pelirroja— Puedes ir y pedir permiso por ellos —le pidió y la chica asintió sin decir nada y darle una mirada a Artemisa— Le duele que la ignores.

—Debió pensarlo antes de estar metiéndose en mi vida —le respondió Artemisa.

Ella podía haberle perdonado muchas cosas a Afrodita, pero jamás le perdonaría que haya ido de chismosa con Antonella para contarle que quería irse de la ciudad y estudiar en un internado de mujeres. Aunque no había nada malo en ello, Apolo había escuchado a la pelirroja y había perdido la cordura durante días al pensar que su gemela lo abandonaría.

Su hermano apareció con Afrodita y Antonella riéndose como si fueran amigas de toda la vida.

—Bueno, pueden ir, y no olvides avisarme si regresan mañana —le dijo Antonella a la pelirroja.

Artemisa casi da un paso al frente para decirle a su tía que ella no iba a estar a cargo si no fuera por la mano que Athenea que la detuvo de hacerlo.

—Nos vemos luego querida —se despidió Antonella antes de dejarlos solos y con un ambiente tendo.

—Bueno, vámonos —ordenó la castaña obligando a todos a salir sin decir una palabra.

Apolo estaba especialmente callado y a Artemisa no le gustaba ver así a su hermano; sin embargo, no le dijo nada hasta que llegaron a la casa de la pelirroja.

—Estaré bien —le prometió, pero la mirada que le daba le decía que sus palabras eran un promesa vacía.

—¿Como estas tan segura? —le cuestionó— No puedo quitarme este presentimiento de que algo malo sucederá —le dijo su hermano y la pelinegra temió por un segundo que el chico hubiera tenido una profecía.

—¿Tuviste... 

—No, y eso me preocupa así que cuídate, por favor —pidió abrazándola.

—No te preocupes, lo haré. No pienso dejarte solo —prometió la pelinegra separándose de él— Nunca te dejaré solo.

Apolo no le dijo nada más y la pelinegra lo dejo en la entrada de la casa de Afrodita antes de regresar al auto con Athenea.

—¿Estás segura que quieres ir? Puedo encargarme de esto y tú quedarte con Apolo para protegerlo.

—Seguro que puedes, pero yo voy. Ellas son importantes para mí y no las voy a abandonar—le respondió la pelinegra mirando fijamente a la castaña. 

Aunque la oferta de quedarse era tentadora, Artemisa tenía que ir.

Athenea asintió y puso en marcha el auto mientras Artemisa miraba por el espejo retrovisor a su hermano que estaba con Afrodita aun en la entrada de la casa de la chica viendo cómo se alejaban.

Perdón dijo en su mente pensando en Apolo, si bien ella iba por Camille también iba porque quería convencerse de algo que se negaba a aceptar.

***

Cuando llegaron a la bodega las cazadoras estaban listas. Cada una de ellas tenía un arma en su mano, ya sea un arco, una pistola o una daga.

Artemisa [Olímpicos mortales #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora