Capítulo 16

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Artemisa manejo hasta la casa de Athenea luego de dejar a Apolo en su propio hogar descansando.

La pelinegra no podía creer lo que iba a hacer, pero todas las cosas apuntaban a lo mismo y una de las chicas de Alessandra estaba en peligro por ello; por lo que cuando llegó a su casa y vio el auto de Afrodita fuera no le importo en lo más mínimo.

Se bajó de la camioneta y toco la puerta esperando que alguien la atendiera.

Segundos después una señora muy guapa la atendió.

La madre de Athenea, pensó por el parecido con la chica.

—Hola ¿Buscas a alguien? —le preguntó la mujer con una sonrisa, pero sus ojos le decían otra cosa mientras repasaba a la pelinegra con disimulo, evaluándola como si fuera una amenaza.

Por suerte la chaqueta ocultaba la pistola se dijo.

Artemisa no iba a ir ningún lado sin un arma después de lo de esa tarde.

—Soy amiga de Athenea —le dijo y la mujer frunció aún más el ceño.

—Que raro, no me dijo que alguien más que Mónica vendría.

—¿Mónica?

—Sí, su amiga del instituto —le respondió dejando aún más confundida a Artemisa.

No había ninguna Mónica en su instituto.

—Déjame verla y le digo que la estás buscando ¿Cuál es tu nombre?

—Artemisa Edevand —respondió sin pensarlo.

La señora pareció aún más nerviosa cuando le dijo su nombre mientras le cerraba la puerta en la cara.

Wow, se notaba el cariño.

—¿Mónica? —se preguntó la pelinegra en un susurro.

Su vista se fijó en el coche que estaba fuera de la casa confirmando que era de Afrodita.

¿Quizá ella conocía a alguien con ese nombre? Pero de ser así, no tenía sentido, porque aunque la pelirroja conociera a alguien con ese nombre la señora solo había dado a entender que había una persona con la castaña.

La puerta volvió a abrirse y Athenea apareció con Afrodita detrás de ella.

—¿Qué haces aquí? —le cuestionó la castaña obviamente confundida y Artemisa bufo.

—Necesito hablar contigo. A solas.

—¿Estás bien? —le preguntó Afrodita y Artemisa la miro sin responderle— Creo que mejor me voy —le dijo la pelirroja a Athenea— Me avisas si necesitas algo. Cuídate.

Athenea asintió y se despidió de ella con un abrazo— No lo pienses demasiado, estarás bien.

—Lo sé, no te preocupes —le respondió— Creo que ahora tienes otros problemas —agregó viéndola significativamente antes de irse.

—No te va a matar se amable con ella —le reclamó Athenea mientras la pelinegra escuchaba el auto de Afrodita marcharse.

—No creo que estés en condiciones de pedirme algo.

La castaña suspiro audiblemente— Sabes, a la larga te vas a arrepentir de esa actitud tuya.

—No lo creo —le respondió Artemisa— Tenemos que hablar ¿Lo haremos en tu puerta o me invitarás a pasar?

Athenea rodo los ojos y le dio el paso para que ingrese a su casa.

El lugar era bastante agradable, pero Artemisa no podía evitar sentir que faltaba algo o que algo había sucedido ahí; sin embargo, no podía dar en el blanco.

Artemisa [Olímpicos mortales #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora