Artemisa miraba todo a su alrededor mientras se armaba hasta los huesos para ir a rescatar a su hermano y Afrodita.
Estaban a menos de un kilometro del lugar donde Hermes había asegurado que los tenían y ella estaba más que lista para atacar a quien hubiera secuestrado a Apolo.
Hera había decidido ir con ellos porque, en sus palabras, no confiaba para que lo hicieran bien y ella no quería correr más riesgos. Ares como siempre estaba a su lado y Artemisa no dudaba de que ambos tuvieran su propio plan de acción.
—¿Estás segura de confiar en ellos? —le cuestionó por enésima vez a Athenea que estaba a lado suyo.
—Estoy tan segura de confiar en ellos como dejar que Hefesto y Hermes estén aquí —le respondió y su respuesta no fue precisamente una que satisficiera a la pelinegra.
Hefesto y Hermes no habían dado su brazo a torcer por nada en el mundo en el retractarse de ir con ellos por lo que al igual que ellas estaban tomando un arma con la que se defenderían cuando fueran a atacar.
—No te preocupes por ellos —le dijo Athenea— Te aseguro que no van a morir hoy.
—¿Desde cuándo perdiste el tacto para decir las cosas?
—Desde el momento en que quisieron matar a mi madre —le respondió la castaña con su mirada se oscureciéndose.
Era la segunda vez que escucha a Athenea darle esa respuesta.
—Eso es algo que aun no entiendo ¿Por qué querrían matar a tu madre?
—Por la misma razón que están torturando a tu hermano.
Esa respuesta fue peor que un golpe en el estómago.
Malditos nombres.
Esos habían sido su maldición y el motivo por el que su hermano estaba sufriendo. Además Artemisa estaba preocupada porque tal y como había dicho Hera el dolor había pasado media hora después de haberse despertado; sin embargo, la sensación del sufrimiento por el que estaba pasando su hermano no la abandono en ningún momento.
—Terminemos con esto —dijo Athenea empezando indicar a las cazadoras los lugares a los que debía ir.
Esa vez Artemisa no sería parte del grupo de distracción sino de extracción. Su misión junto a Camille, Zarai, Agatha, Vania, Hefesto y Hermes era la de rescatar a Apolo y Afrodita.
Los siete se dirigieron en dirección lateral por medio del bosque en las motos de las cazadoras.
Artemisa iba con Hermes, Vannia con Hefesto, ya que era la menos reacia a estar cerca de un chico, mientras las demás iban cada una en una moto.
Estaban por estacionar a unos metros del lugar al que iban a entrar cuando empezaron a llover flechas sobre ellos.
Artemisa apenas logro mantener el equilibrio en la moto mientras esquiva las flechas y estacionaba con rapidez.
—Escóndete —le ordenó la pelinegra a Hermes mientras disparaba sus propias flechas en dirección a sus atacantes.
Cuando había ido a rescatar a Camille fue con la intención de no herir a nadie a menos que fuera necesario, pero en esa momento Artemisa no iba a tener piedad por lo que cada disparo fue a matar.
Las cazadoras estaban disparando igual que ella y algunas iba a rematar a los caídos apuñalándolos, pero ni aun así tenían ventaja ya que cada vez llegaban más a tacarlos.
Artemisa sintió cuando iban a atacar por la espalda teniendo apenas tiempo para esquivar el golpe que iba en su dirección.
La pelinegra se giró viendo a una chica apunto de acuchillarla de nuevo, por lo que salto hacia atrás y antes de que llegara un tercer intento la chica se quejó y Artemisa vio a Hermes detrás sosteniéndola.
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Artemisa [Olímpicos mortales #2]
Fantasy"¿Qué pasaría si los dioses griegos se convirtieran en simples mortales?" El despertar ha comenzado y el peligro esta latente en cada uno de ellos. Enemigos en la oscuridad que quieren regresar y cobrar venganza. ¿Podrán sobrevivir y completar su...