Artemisa no fue ese día al instituto y se quedó en casa para cuidar de Apolo, además de que tenían que hablar sobre lo sucedido el día anterior entre ambos sin interrupciones.
Desde que podía recordar siempre habían sido ellos dos en todo y para todo. Claro, con el tiempo fueron cambiando y cada uno encontró sus aficiones; sin embargo, nunca se alejaron del todo, pero parecía que eso era todo lo que últimamente hacían y no le gustaba para nada.
Subió al cuarto de su hermano con una taza de café cargado en una mano y en otra un vaso de agua fría.
Cuando entro a la habitación de Apolo vio a su hermano echado boca arriba todo desparramado en su cama como un vago total y una persona que en definitiva había tenido una resaca. Dejó el café en la mesita de noche y observó al chico unos segundos antes de echarle el agua en la cara.
—¡¿Qué mierda?! —exclamó su hermano levantándose de golpe mientras pasaba las manos por su cara intentando quitarse el agua.
—A tu hermano le vale tres hectáreas lo que le digo, así que encárgate que no vuelva a llegar borracho o me veré obligada a mandarlos con el hermano de su madre —la había amenazado Antonella esa mañana y para Artemisa irse a vivir con su tío no era una opción.
Ella no pensaba dejar su pueblo después de todo lo que habían pasado.
—Lo mismo para ti, o se componen o se largan. Estoy demasiado joven para ganarme canas verdes por su culpa —agregó antes de irse irritada a su trabajo.
—¿Estás loca? ¿Se puede saber por qué demonios me acabas de tirar agua a la cara? —le cuestionó Apolo.
Artemisa quería partirse de la risa, pero se aguantó y trato de permanecer seria mientras su hermano la miraba como si estuviera loca.
—Anoche llegaste ebrio —le dijo la pelinegra mientras lo veía echarse de nuevo, por lo que tomo la fresada y tiro de ella con fuerza botando a su hermano al suelo.
—¡Artemisa!
—Levántate y báñate mugroso, tenemos que hablar —Apolo entrecerró sus ojos hacia ella y la pelinegra vio que estaba dispuesto a discutir por lo que agregó— Una palabra y te juro que todo el mundo se entera del señor Sulivan.
—No serías capaz —dijo Apolo nervioso.
—Pruébame —retó la chica mirándolo con los ojos entrecerrados y su hermano observó por unos segundos antes de irse a bañar dando un portazo al salir de su cuarto.
Artemisa se sentó cansada y tomando peluche en la cama de su hermano rogó por mucha más paciencia de la que tenía, Apolo era muy terco cuando quería.
—Ayúdeme señor Sulivan —pidió mirando al peluche de gato de su hermano con una sonrisa.
Artemisa tenía fe en que todo mejoraría para ellos, solo tenían que conversar, pero debían hacerlo de verdad.
***
Cuando Apolo volvió a su habitación su rostro mostro la sorpresa de encontrar aun ahí a Artemisa.
—Me voy a cambiar —dijo y la pelinegra entendió el trasfondo de ello.
—No te estoy cogiendo las manos —le respondió dándole la espalda al chico que dio un suspiro audible— Tenemos que conversar.
—Creí que ya habíamos conversado.
—Las cosas no son como parecen.
—Creo que las cosas son exactamente lo que parecen, hermanita —la burla en el tono de Apolo frustró a Artemisa— Rompiste tu promesa, otra vez, debo añadir.
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Artemisa [Olímpicos mortales #2]
Fantasía"¿Qué pasaría si los dioses griegos se convirtieran en simples mortales?" El despertar ha comenzado y el peligro esta latente en cada uno de ellos. Enemigos en la oscuridad que quieren regresar y cobrar venganza. ¿Podrán sobrevivir y completar su...