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Advertencia:Lemon.
Bueeeenooo, no se que más poner aquí, pero siento que si solo ponía la advertencia se iba a ver muy solo, disfruten, y perdón por lo corto. <3
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Kazutora podía ser un poco temperamental y excéntrico, pero en este momento, estaba tan seguro de lo que quería. Mientras te sentabas en el sofá de su apartamento, él se paró frente a ti, mirándote. Los ojos dorados se clavaron en los tuyos, cautivándote mientras los latidos de tu corazón se aceleraban. Llevó su dedo índice a tu mejilla, acariciándola y luego sosteniendo tu barbilla entre su mano.
-Sé una buena chica y abre las piernas, ______.
Te complaciste ansiosamente. No solo abriste las piernas para él, sino que subiste los talones al sofá para darle un acceso aún más fácil a ti. Su mano ahuecó ligeramente tu intimidad y sonrió ante el calor que irradiaba. Solo te había tocado levemente, pero parte de tu excitación había llegado a la punta de sus dedos.
-¿Ya estás así de mojada? Ni siquiera hemos comenzado.
Estabas impaciente e inquieta. Prácticamente te desnudaste tan pronto como entraste en el apartamento de Kazutora, pero a él le encantaba tomarse su tiempo contigo. Metió su dedo índice en tu agujero e instintivamente lo apretaste. Estabas desesperado por más, obvio por la forma en que rápidamente apretaste y desajustaste alrededor de su único dedo. Sabía que querías estar lleno. Lleno con sus dedos o lleno con su polla, pero quería burlarte más de ti, así que su dedo se movió hacia tu clítoris, trazando círculos agónicamente lentos en él. Dejaste escapar un gemido mientras mantenías contacto visual con él, tus ojos le suplicaban por más.
Tus pensamientos empezaron a divagar y las únicas cosas en tu mente eran el pequeño placer que te estaba dando y tu lujuria aumentando. Esa mirada nebulosa en tus ojos hizo que su polla se endureciera. Estaba tan inquieto como tú, pero sabía cuánto mejor se sentiría si seguía aumentando la tensión. Comenzó a frotar tu clítoris con el pulgar mientras metía su dedo medio en tu intimidad, tocándote lentamente.
-M-más Tora... Por favor. -Le quejiste.-
-Las chicas buenas no son impacientes.
Sus ojos todavía estaban fijos en los tuyos, una mirada severa en su rostro. Uno que te decía que iría aún más lento si no dejabas de apresurarlo. Te callaste y lo miraste con tus ojos de cierva.
