𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒𝟓

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ʀᴏᴍᴀɴᴄᴇs
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—¿A dónde me llevas?

—A un lugarcito.

Evie y yo cruzamos del otro lado del lago mientras me llevaba de la mano. Para ser sincera comenzaba a sentir mucho calor, fue entonces cuando miré una mantita con cojines en el suelo y una canasta.

—¿Y todo esto? —El dragón se sentía sonrojado y emocionado.

—Quería tener un momento especial juntitas, sé que te sientes estresada porque ahora que están los niños no podemos tener sexo donde sea. Así que armé esto para las dos.

—¿De verdad?

—Sí.

Dragón enamorado y lloriqueando en 3, 2, 1.

—¿Estás llorando?

—Nu.

Ella sonrió, entonces me abrazó y nos dimos un beso.

—Te amo.

—Y yo te amo a ti.

Nos vimos un momento, luego ella me llevó hasta la manta.

—Tome asiento, mi hermoso y leal dragón de alas resplandecientes.

Ella hacía una reverencia, mientras yo inclinaba la cabecilla en señal de respeto, entonces me senté en la manta con ella a mi lado.

—¿Así que me vas a acariciar las alas hoy?

—Hoy y siempre.

Sonreí, tomándola de las caderas para sentarla en mi regazo.

—Perfecto, porque quiero pasar esta tarde haciéndote el amor.

—¿Ah sí?

—Y el resto de mi vida.

—Eres una romántica cuando te lo propones.

—Por ti sería todo.

Nos dimos otro beso y entonces ella se inclinó hacia un lado, abriendo y sacando de la canasta una jarra con limonada y un plato con spaghetti y pizza.

—Abre la boca.

—Amor —hablé con la boquita llena, cuando acercó una servilleta y me limpió un poco.

—Dime.

—Yo me quiero casar contigo.

—¿Qué cosas dices, M? —Se sonrojaba.

—Quiero que estés conmigo para siempre.

Tomé su mano y le dejé un beso. Evie me parecía la niña más hermosa. Luego llevé mi mano a mi espalda y con un girar de dedos, aparecí con magia una rosa negra como las que tanto le gustaban, la cual no dude en entregársela seguida por un beso.

—¿Te imaginas? —Sonreí, recostándome en uno de los cojines mientras la sujetaba suavemente de las caderas atrayéndola hacia mí—. Solas tú y yo, prometiéndonos votos de amor frente a un altar. Podría ser en el páramo. Tú con un vestido hermoso y yo descendiendo de las nubes en mi forma de dragón para casarnos. Sería perfecto.

—No suena nada mal.

—Oye, tú me encantas. —Sonreí y besé sus labios—. ¿Sabes? Me casaría hasta mil veces contigo.

—¿Eso es posible? —Sonrió.

—Si viajáramos a todas las dimensiones existentes.

Rio y luego nos vimos un momento. Había algo en ese momento, algo imposible de describir con exactitud, pero era un brillo que nunca antes había visto en Evie. A mí solo me parecía lo más hermoso que había visto.

—Solo pienso en que... —Llevé uno de sus mechones de cabello detrás de su oreja y entonces acaricié su rostro—. Sería increíble dentro de 20 años más, despertar y que sigas siendo tú lo primero que vea a mi lado. Luego voltear hacia atrás y darnos cuenta del tiempo que ha pasado y todo lo que construimos juntas.

—Wow... Nunca pensé que tú pensaras y creyeras en estas cosas.

—A veces no creo en casi nada, a decir verdad, pero cuando estoy contigo es como si todas las esperanzas que alguna vez puse en algo y se fueron, de repente volvieran. Eres magia Evie, arte, aquello tan perfecto que vuelve todo sobrenatural en mí y en lo que siento.

—Te amo, M.

Esa tarde solo pensé en una sola cosa y fue en que el amor existe.

Después de un rato de romanticismos y de que terminamos de comer, nos acostamos en la manta abrazadas mientras nos mirábamos. Escuchaba cómo la brisa sacudía de algunas ramas y árboles, así como de algunas aves revoloteando sobre los mismísimos cielos de Auradon. Pero Evie, ella en especial, era el paisaje más bello.

—Oye, dragón.

—Dime.

Sonrió y yo fruncí el ceño.

—Dime... —repetí.

—Se me acaba de ocurrir una genial idea.

Ay, Dios.

—¿Cuál? —Que sea sexo, por favor, que sea sexo.

¿Qué querían? Ya hace hambre.

—¿El qué?

Evie se levantó de encima de mí y yo gruñí.

—Evie.

Entonces vi cómo comenzó a bajarse la falda y seguido de ello la blusa.

—¿Qué haces? —Sonreí, viendo cómo su cuerpo lívido resaltaba con aquella ropa interior color roja—. Alguien puede verte.

—Voy a nadar. ¿Vienes o te vas a quedar ahí echadota todo el día?

—Amor.

Me miró fijo y entonces pensé, en que por supuesto no le diría que no. Así que me levanté y comencé a quitarme la ropa.

—Pero ¿y si alguien nos ve?

—¿Desde cuándo te importa? —Evie se metió en el lago—. Entra ya.

Me acerqué con cuidado, me había quedado en ropa interior y entonces me detuve en la orilla.

—Pero ayúdame que no sé nadar mucho todavía.

Evie sonrió y tomó mi mano para ayudarme a entrar, luego me agarró de la cintura y me acercó dándome un beso.

—Bebé...

—¿Qué pasa? —Sonreí nerviosa.

Y no necesité volver a preguntar, pues las manos de Evie comenzaron a descender hasta mis caderas, sintiendo cómo me pegaba a la orilla, hasta que me giró de espaldas comenzando a besarme el cuello.

—Te voy a dar muy rico hoy.

Al instante mi cuerpo se erizó, sintiendo cómo segundos después sus manos rozaban en mi espalda desajustando mi sostén hasta sacarlo, luego bajó de mis bragas hasta desnudarme por completo.

—Tengo unas ganas de dejarte coja...


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ᴍᴇᴠɪᴇ

The fantasies | Mevie +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora