𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒𝟎

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sᴜᴇɢʀᴏs
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Después de un rato de amor y pasiones entre dragón enamorado y una hermosa princesa de cabellos azules y cuerpo exquisitamente hermoso, iríamos al muelle donde nos veríamos con los otros para regresar a Auradon. Pero antes de ello, Evie me había dicho que quería visitar a su madre, así que como "buen dragoncillo y gobernado", venía haciendo berrinche porque no quería ir.

—Evie, no quiero ver a ese viejo cascarrabias comiéndose con tu madre.

—Malsy... —Ella me tiraba de la mano cruzando entre las calles de la Isla, mientras yo arrastraba los pies flojeando por toda la calle—. Por favor, acompáñame.

—Evie ya dije que n-

Y justo en ese momento Evie se detuvo y me hizo una carita de tristeza.

—Es que... —Dragón sumiso en 3, 2, 1...—: Ay, nu. Esa cara de dramita un.

—Mi amor. —Me comenzaba a llenar los labios de besos—- Solo será un momentito. Juntitas como novias que somos. ¿Síííí? Dime que sí.

¿A quién engañaba? Evie era la luz de mis ojos, y de mi apetito sexual, que quede claro. Hay que remarcar, no olvidemos el objetivo de esta deliciosa historia, llena de enfermos depravados que vienen aquí con un solo objetivo: mojar las bragas. No se ofendan, la escritora está loca, hace lo que quiere. En fin. Continuamos:

—¿Pero en la noche me das amorcito?

—Claro que shí, mi bebé.

Se pegaba a mí contra la pared. Continuó:

—Te voy a cumplir una de tus fantasías más oscuras.

La draco follada esta noche. Oh sí, babe. Mal haciendo movimientos de cadera.

—Pero... —Evie retrocedió y volteó a todos lados, luego me miró con sospecha—. ¿Qué tal y... nos damos unos restregones aquí?

Fruncí el ceño un momento y luego de ver la risa malvada de Evie me acerqué de nuevo.

—Ah, ¿sí?

Asintió y nos empezamos a besar, mientras las sujetaba de las caderas acercándola a mí cuerpo. Ella me acariciaba los hombros cuando yo le mordí el labio fuerte. El dragón quería sexo a la de ya.

—Es imposible resistirme a ti, dragoncillo malito.

—Nu.

Sus mates se habían vuelto oscuros, mientras mi mano comenzaba a acariciar sobre los suaves tejidos de sus bragas justo debajo de su falda y le besaba el cuello. Comenzábamos a retroceder, metiéndonos entre unos callejones de la Isla, todo entre tropezones y besos.

—¿Acaso tengo una novia insaciable aquí?

—Y jodidamente húmeda —me contestó.

—Quizá pueda bajarte un poquito... —Comencé a tirar de sus bragas lentamente, arañando con mis uñas sobre su glúteo casi desnudo—. Ponerme de rodillas y chu-

—¡Maléfica!

Ay, Dios mío, no.

Evie me vio y yo la fui soltando lentamente, entonces la giré y ella se escondió detrás de mí.

—Dragón ruino y estúpido, ¿qué crees que haces?

Levanté la vista y ahí estaba, parada justo al frente de nosotras.

—Mamá.

Por supuesto que ella ya no era un reptil, la magia mala no funciona en la Isla. Entonces ella nos fulminó con su mirada penetrante y verdosa, hasta que de un momento a otro se cubrió la nariz con su túnica negra. Ella sabía muy bien qué estábamos haciendo.

—¿Qué es esa ruinera, dragón puberto?

Tragué seco. Díganme qué harían ustedes en una situación como esta. Dos dragones en celo, ok no. Retiro lo dicho. Evie ni lo pienses.

—Ahh... yo puedo explicarlo —trató de hablar Evie.

—No me interesan las intenciones de esta chiquilla en tu vida, Maléfica. —Le inclinó una ceja a Evie para hacerla callar y luego me vio—. Al menos no me decepcionaste casándote con esa... —hacía una muesca de asco—. Bestia.

—Ben, mamá.

Sus pupilas se dilataron cual reptil y supe que debía callarme.

—¿A dónde se dirigen?

—Vamos con mi madre —contestó Evie.

—Regina...

Maléfica se miraba ida.

—¿Mamá?

—¿Y... Hades sigue viviendo allí?

—Parece que sí.

—Esos encantos Grimhilde, engañan a cualquiera.

Evie y yo nos vimos sin entender, cuando de un momento a otro mi madre ya no estaba. Genial, también me alegra mucho verte, hasta luego.

—Vamos, ya habrá tiempo para más noche —dije tratando de sonar lo más normal posible, y entonces seguí mi camino con Evie.

No les mentiré, el hablar con mi madre me había dejado pensando mucho, la miraba muy rara y me preocupaba en qué andaba metida ahora.
Al llegar a la casa de Evie entramos, Regina estaba sentada en la sala, mientras Hades le movía a la antena de una televisión vieja.

—Hija mía.

Evie y Regina se abrazaron, mientras yo trataba de ver hacia otro lado, en especial al lado contrario de Hades.

—Mal, ¿no vas a saludar? —dijo el detestable señor Hades y yo solo solté un largo suspiro.

—Buenas tardes, Regina.

—Mal.

—Te traje unas cosas... —dijo Evie a su madre y me vio. Luego de que yo asintiera se alejó con ella caminando hacia la cocina.

—¿Y cómo estás, Maly?

—Estaba excelente, hasta que tuve que escucharte hablar.

—¿Sigues odiando a tu padre?

—Voy a evitar contestarte, solo porque no quiero tener un problema con mi novia.

Hades se sentó y luego me apuntó al otro lado del sofá, yo lo ignoré y solo me crucé de brazos viendo por una de las ventanas quebradas.

—M... —Evie caminó de vuelta hacia mí, venía sola, y entonces yo me acerqué sujetando su mano.

—¿Lista?

Ella asintió. Le tomé la mano y luego de caminar a la puerta me giré una última vez.

—Dile a Regina que gracias por recibirnos.

Era lo más amable que le podía decir, después de todo no quería pelear, y dentro de una hora estaría viviendo mi vida lejos de toda esta basura.

—Hey, E... —Evie caminaba seria a mi lado, mientras miraba al suelo y entonces me detuve—. ¿Pasa algo?

Negó.

—Princesa... —La hice verme y únicamente me abrazó, enterrando su rostro en mi cuello—. Todo está bien, ya vamos a regresar a casa.

Ella asintió y luego seguimos caminando, el resto del camino estuvo igual.

¿Acaso había hecho algo mal?  
                                                 

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ᴍᴇᴠɪᴇ

The fantasies | Mevie +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora