𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟗

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sᴜᴍɪsɪᴏɴᴇs
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Bueno, este capítulo inicia exactamente así:

Comencé a despertar, ya saben, luego de que Evie usó su jodida arma mortal en el sexo para herirme y después matarme con ella (lo sé, pobre dragón sumiso). Pero les juro que en este momento no sabía qué había pasado conmigo misma, no podía ni moverme y me dolía entre las piernas.

Literal, un dragón todo tieso.

Al tratar de sujetarme de algo para moverme, me di cuenta de que las esposas seguían en mis muñecas, ahora estaban rotas por la cadenita que las ataba a las esquinas de la cama y sentía las manos débiles. Evie había acabado.

Ay, Evie. Volteé a mi derecha y justo ahí estaba, dormida con una pierna encima de mi cintura, desnuda y como si se tratara del ser más pacífico sobre la tierra, cuando en realidad era el maldito demonio del sexo.

Mis pensamientos se fueron cuando noté que se comenzaba a mover.

—Bu-buenos días —dije.

La malvada y descaradita Evie abrió entonces ambos ojillos examinándome de arriba abajo. Seguramente estaba vigilando que siguiera tal y cómo ella me dejó.

—Ouch. —Evie se sujetaba la cabeza.

—¿Te-te duele? —pregunté, cohibida.

Les recuerdo que a alguien le practicaron la follación.

—¿Qué pasó anoche?

Ah no.

—¿Cómo dices?

—Sí —dijo dándose la vuelta en la cama mientras se acariciaba la sien.

Le mostré las esposas rotas en mis muñecas.

—Ay. Lamento lo de las esposas, no encontré la llave y usé la pinza del jardín para cortarlas.

—No, importa... —contesté y sin razón alguna me sentí sonrojada.

Ay, Malefiquita, ¿qué te está pasando con la Evie?

Evie me sonrió y se acercó a mí para abrazarme de la cintura.

—Amor...

¿Amor? ¿Seguía ebria?

De pronto sentí cómo subía una caricia por entre mis piernas.

Ay, Dios.

A este dragón definitivamente ya le hicieron la sumición. Pero... ¿A caso ella no tenía límite alguno en el sexo? ¿A caso Malsy era una enferma como Evie o peor? ¿A caso mi clítoris saldría corriendo algún día?

—Ay, estás tan buena. —Comenzó a meter un dedo entre mis piernas.

—E-Ev.

Sí, así como así. ¿Pueden creerlo? Pero me voy a callar mejor. *El dragón se hace el cínico y luego siempre no*

—Abre para mí... —susurró en mi cuello antes de besarlo de nuevo.

Y aquí venía de nuevo la temblorina en la pata gorda: la cola.

—Malsy.

Separé las piernas. Dragón con princesa, dragón sumiso.

¿Cómo es que ella había aprendí- ? Ah sí: Cruella De Vill.

El primer gemido vino a mí, mis caderas se levantaron y ella apretó mis caderas girándome y aprensándome contra su cuerpo; pegándose a mi trasero desnudo. Después levantó una de mis piernas para pasársela por cintura y abrirme más, entonces comenzó a penetrarme dos dedos de forma lenta y tortuosa.

—¡Evie! —jadeé alto. Mis caderas se levantaron temblando y ella me mordió el cuello cautivándome entre sus deseos enfermos una vez más—. ¡Dios santo!

—De aquí no sales en días.

Ahogué un gemido, y después de un par de minutos más un orgasmo azotó mi cuerpo haciéndolo contraerse de formas inexplicables y hasta acabar con un dolor más intenso que con el que había despertado. Pues una vez más ella me había dejado rendida sobre la cama; una vez más me había puesto a besarle los pies; una vez más había acabado con mi dragón interior.

—Ya no quiero irme de tu lado —escuché luego de un rato mientras la sentía darme besos en la espalda.

—¿Ah nu?

—Nu.

Evie me encantaba.

—Oye, M.

—Dime, E.

—¿Qué somos?

Ay.

—¿Qué somos de qué?

—Ya sabes...

—¿Te refieres a nosotras dos?

—Sí.

Tragué seco. ¿Qué somos? ¿QUÉ CHINGADOS SOMOS?

—Tú, ¿qué quieres ser?

Esa nunca falla.

Se acercó a mis labios para presionarlos en un beso lento y me vio.

—Quiero que tú me lo digas, hoy en el baile de esta noche.

Luego de un par de horas comencé a despertar de nuevo, sentía frío y al moverme para buscar ese calor me di cuenta de que estaba sola.

¿La pinche Evie me folló y me dejó en su cama? ¿A caso me había dejado encerrada con llave para que no me le escapara? ¿Ahora las princesas secuestraban al dragón?

Todo lo anterior se respondió cuando vi hacia la puerta y miré a la hermosa Evie caminando hacia mí, con una charola con huevos, tocino, pan, hot cakes con fruta, jugo y hasta leche.

Ay Evie, ahora este dragón golozón no iba a querer salir de tu cama nunca.

Ella se sentó a mi lado poniendo la charola y solo vi cómo me sonrió. Ahora su cuerpo estaba cubierto por una bata roja de seda que le marcaba absolutamente todo el cuerpo.

TODO.

—Te hice el desayuno.

Ay, mi vida, Evie.

Dios, pero el desayuno que yo estaba ya deseando era el cuerpo de Evie, esa mujer era hermosamente perfecta.

Comencé a comer, hasta que sentí la mano de Evie subiendo por mis muslos. ¿Es que no me iba ni dejar comer? Yo siendo un dragón tan santito e ingenuo y ¿esta descaradilla queriendo manosearme?

Dragón virgen violado en el próximo capítulo.

—¿Cuánto es lo más que te has venido en 24 horas?

Ay.

—Hmmm... ¿A qué viene la pregunta? —traté de sonar normal.

Estúpido dinosauro que era. Es decir, dragón. Ay, pendeja.

Coño.

—Tú, ¿qué crees? —preguntó inclinando una ceja y siguió acariciándome.

La miré sospechosamente y luego decidí seguir comiendo mi fruta. Este dragón necesitaba nutrientes, aunque si se trataba de meter las narices por debajo de cierta princesa de cabellos azules, claro que no iba a negarme.

Nos miramos unos segundos a los ojos, me comí el durazno que tenía en el tenedor con bastante calma debo admitirlo. Después de que terminé puse todo de lado y entonces me lancé encima de Evie.

De esta nadie te salva.


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ᴍᴇᴠɪᴇ

The fantasies | Mevie +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora