𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑𝟕

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ᴛʀᴀᴠᴇsᴜʀᴀs
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—¡Evie! —Después de correr como loca la vi—. ¡Espera!

—¡Te odio! —Evie se detuvo y se giró completamente molesta y empujándome—. ¡Sabía que me harías esto!

—Amor, no. No fue mi idea. Ni siquiera sabía que haría eso.

Evie se sentó en el suelo y yo me puse frente a ella sujetándola de los brazos delicadamente.

—No puedo odiarte... —Comenzaron a deslizar unas lágrimas por su rostro y yo me incliné para secarlas.

—Calma... —La abracé.

—Pero te pidió matrimonio frente a todos.

—Evie, yo te quiero a ti. No me interesa absolutamente nadie más, si fuera así no hubiera permitido que pasara nada de lo que sucedió entre ambas.

Ella me miraba y yo le tomé una mano para enlazarla con la mía y besarla.

—¿Que tan cierto es?

Suspiré y le separé un mechón azul de la cara.

—¿Ves aquella Isla?

Ambas observamos y luego ella asintió, luego me acerqué más a ella sentándome a su lado y pasándole el brazo por los hombros mientras la hacía recargarse en mi hombro.

—Si me pidieran volver con una condena eterna e incluso sacrificar mis alas de dragón por ti... —La vi a los ojos—. Lo haría sin pensarlo con tal de volver a ver y besar de estos rojos y dulces labios sabor a manzana.

—¿Sí?

— Yo iría a la Isla por ti las veces que fueran necesarias.

—Estás loca.

—No quiero estar sin ti.

—Me encantas, Mal...

—Tú me encantas, Evie.

Evie me dio un beso y luego sonrió con una mirada perversa que solo significaba una cosa:

—¡Evs, espera!

No pude decir más, como siempre, cuando Evie me empujó dentro de la limosina que estaba lista para ir a la Isla. Ella se me subió encima comenzando a besarme y levantándome el vestido.

—¡El vestido!

—Hacemos otros.

Ella me bajó el zíper y luego lo puso a un lado.

—¿Segura?

—¿Segura dices? —Me acarició los costados, dándome segundos después besos en los labios y luego bajando a mi cuello—. Segurísima.

Ay, Evs. Te mata desnudar al dragó yo sé que sí.

—¡E-Evs! —gemí alto cuando me separó las piernas y comenzó a besar lentamente de mis muslos mientras me miraba a los ojos.

—Cierra la boca, ya.

De pronto jaló mis bragas hasta sacarlas, dejando mis caderas completamente expuestas y en especial mi sexo. Sus besos comenzaron a bajar más y más, hasta que por impulso me hizo arquearme, cuando sentí cómo sus labios rojos besaban justo encima de mi clítoris lentamente.

—Oh, E.

Su lengua comenzó a moverse de arriba abajo y de un lado a otro, jugando con mi lugar más débil como si se tratara de un sencillo juego de agilidad, lo sabía hacer como la reina que era. De pronto sus labios se unieron, presionando y succionando nuevamente de mi clítoris. Y antes de que pudiera volver a gemir, me rozó con dos dedos por encima de toda mi notable humedad poniéndomelos después en la boca.

—Lame.

¿Me tocaba ser la zorra? Porque no me importaba.

Comencé a lamer cómo una desquiciada, aceptando la tortura que era tener a una dama y perfecta mujer entre las piernas tomando el control. De pronto mis caderas se sacudieron y sentí cómo mi respiración era cada vez más errática. Mis manos se aferraron por encima de mi cabeza a cualquier otra parte del auto y ella me agarró de los muslos mientras comenzaba a moverse más rápido sobre mi sexo. Llevando su lengua hasta las zonas más placenteras y llenas de total control por su boca.

—¡Oh!

Y en un ir y venir de lengüetazos más, me corrí en la boca de Evie como si mi vida dependiera de ella. Poco a poco se fue deteniendo, hasta que se acostó encima de mi pecho y me miró con una cara sospechosa.

—¿Princesa?

—¿Te gustó? —La cínica hizo un puchero.

—Sí... —solté agitada tratando de recargarme en mis propios codos.

—Es que no he terminado.

Mi vidaaaaa.

—Pues acaba —dije sonriendo y esperando para que se me restregara encima, como normalmente lo hacía.

Pero de un momento a otro, Evie jaló el cinturón de seguridad y vi cómo me amarró las manos con estos de manera habilidosa y mientras sonreía dándose prisa para que no me moviera.

—¿Q-qué vas a ha-hacer?

—Voy a amansarte, dragón malo... —Me mordió los labios y yo tiré de las manos— te voy a enseñar quien es tu mera dueña.

De pronto vi cómo mordió mi abdomen y me miró.

—¿Evie?

Ella se bajó las mayas oscuras y luego las bragas, entonces se giró quedando encima de mí pero en posición inversa. Un paraíso había quedado frente a mis ojos y aquello era algo que sabía me iba a matar enseguida. La dulce princesa se sentó encima de mi boca y comenzó a restregarse en mis labios.

—Come, Malsy.

Mi lengua comenzó a arrasar con todo a su paso, hasta que sentí la boca húmeda de Evie de nuevo en mi centro y comencé a retorcerme sin poderla detener.

—¡Dios, E. Suéltame, quiero sujetarte de algo!

—Shhh, dragon malito.

Se comenzó a restregar más rápido en mi boca, sintiendo cómo se humedecía cada vez más, mi boca no dejó de moverse por nada, y aunque estaba asfixiada y cansada, no me pensaba detener hasta cumplirle. De pronto mis piernas se unieron cuando comencé a temblar y sentí cómo me separó para volver a empezar, hasta que me corrí y segundos después Evie empezó a gemir hasta venirse entre jadeos y sacudidas que el orgasmo le provocó.

Finalmente, mis ojos dieron leves pestañazos y sentí cómo ella se movió para acomodarse de vuelta encima de mi pecho. El vientre me dolía y sentía que el más mínimo roce me hacía sentir miles de revoluciones en el cuerpo. Y así estuve, hasta que me quedé dormida.

—Buen dragoncito.


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ᴍᴇᴠɪᴇ

The fantasies | Mevie +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora