Capítulo 25

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 James siempre pensó que era mejor irse pero nunca lo dijo, nunca sabía cómo complacer a su familia ya que sus padres siempre esperaban que él fuera el niño perfecto, siempre lo veían como si él fuera transparente y supieran todos sus pensamientos pero en realidad nadie sabía lo que realmente el pelirrojo pensaba, él se hartó de estudiar algo que ni siquiera le gustaba, aprendió demasiado de política pero nunca le agradó y decidió marcharse, sus padres se vieron decepcionados cuando les había contado que había dejado la carrera pero ellos lo aceptaban de todas formas, James nunca sabía cómo ellos se sentían porque a veces pensaba que ellos no sentían absolutamente nada.

 Él criticaba en su mente el método de crianza de sus padres, nunca se oponía a ellos para no quedarse con solo problemas, por eso admiraba a su hermano menor que apenas terminó la secundaria fue a estudiar música a Melbourne, consiguió un trabajo y un departamento pero siguió la vida sin ayuda alguna de sus padres, su hermano menor brillaba por su independencia mientras que él se sentía encadenado a estudiar algo que no le agradaba pero que haría felices a sus padres, un día las cadenas se rompieron decepcionando a sus padres porque decir que no le importaba la opinión de ellos era mentir, siempre se preocupó por lo que decían los demás.

 El chico en ese momento se encontraba como un niño pequeño en un restaurante desayunando con sus padres ya divorciados que estaban discutiendo en voz alta, se sentía como el hijo metido en el medio, él quería terminar de comer sus bocadillos pero era interrumpido por los gritos de sus padres que parecían no tener vergüenza de hacer un escándalo en público, sabía que a su padre no le importaba nada de lo que dijera su ex mujer, tenía mucho resentimiento hacia ella al enterarse de la infidelidad, el pelirrojo puso los ojos en blanco al ver cómo su padre ponía las manos sobre sus oídos como un niño de ocho años fingiendo que no escuchaba lo que tenía que decir Adeline, James golpeó la mesa con su puño harto de las discusiones y al ver que sus padres lo observaban enojados pensó que se había pasado, cuando sintió el silencio nuevamente él comenzó a jugar con la pequeña cadena de plata que llevaba en su cuello.

 Pasó gran parte de la mañana evitando los comentarios de sus padres, se despidió de ellos después de la discusión de quién pagaba pero él sugirió que cada uno pagara lo que habían pedido por su cuenta, había faltado al trabajo solo para reunirse con su familia y en ese momento le hubiera gustado trabajar.

 Apenas se hizo la hora de la salida del trabajo quiso pasar a buscar a la escuela a su amiga Esmeralda, quien era bibliotecaria del instituto, para el almuerzo la llevó a un restaurante donde podían comer en la terraza, la muchacha de cabello castaño y ojos verdes notaba que James estaba demasiado apagado mientras comían hamburguesas.

 -¿Te gusta la comida?-Preguntó James mirándola comer.

 -Está deliciosa-Dijo Esmeralda alisando su larga pollera blanca. 

 -Quería invitarte esta noche a cenar, voy a invitar a un par de amigos y me encantaría que vayas. Será algo tranquilo.

 -Está bien, veré si puedo ir ¿Sucede algo? Te noto decaído, puedo ir a traer un vaso de agua.

 -¿Me veo muy mal? Solo tuve una discusión con mis padres, hicieron un escándalo, ya sabes, padres divorciados, a veces quieres ver a la familia unida pero cuando no hay amor es muy imposible.

 -Entiendo, lo mismo aquí-Estableció Esmeralda.

 -Imagino que te afectó mucho, siempre creí en eso de padre y madre e hijos porque si uno está ausente es demasiado complicado hacer que un niño se sienta completo, lo siento estoy compartiendo demasiado, tal vez te estoy cansando y solo me callaré porque es muy aburrido-Comunicó James.

 -No te calles, está bien porque me encanta tener este tipo de conversaciones, me encanta hablar contigo y respecto a lo de que si me afectó, era demasiado pequeña, no me afectó porque ni siquiera lo recuerdo.

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