23. Las otras partes de la cinta

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Los pasos apresurados de ambos jóvenes se escuchaban mientras aplastaban toda las hiervas secas a causa del frio invierno de diciembre. El aullido de un lobo hizo que los dos jóvenes miraran hacia su espalda sin poder lograr ver nada, sim embargo se escuchaba muy cerca los pasos del animal.

Helen cayó al piso y jalo al joven junto con él, ambos rodaron cuesta debajo de la colina hasta llegar a las lapidas donde sus cuerpos se golpearon con el frio mármol. La joven soltó un gemido de dolor y miro hacia el cielo oscuro de la noche mientras las estrellas brillaban con todo su esplendor.

—Helen—hablo Arvin dándose vuelta y mirando a la rubia tendida a su lado— ¡Helen!— el joven se levantó con dificultad del piso mientras sentía un dolor intenso en su cabeza— ¿Estas bien?

El joven ayudo a la chica a sentarse y paso su mano por su rostro, de su nariz caía sangre que salpicaba el piso manchándolo de escarlata gota tras gota. Arvin miro a su alrededor en busca del animal que los perseguía, pero no había rastro de él, luego su mirada se colocó en donde habían caído y frunció el ceño al mirar muchas lapidas y su respiración agitada comenzó a tranquilizarse.

—Vamos, debemos llegar al pueblo antes de que...

—Arvin—hablo la joven con voz temblorosa sin despejar sus ojos azules del lugar.

—Debemos irnos— insistió desesperado el joven.

Helen señalo con su mano sin tener el valor de por hablar, el temor la carcomía lentamente y señalo con su mano izquierda haciendo que el joven diera media vuelta y Arvin temeroso ante la escena se dejó caer junto con la joven. Frente a ellos se encontraban muchos niños de todas las edades mirándolos fijamente, cada uno de ellos tenía sus muñecas cortadas y llenas de sangre.

—Son, son...—tartamudeo Helen sin dejar de verlos, luego miro a Arvin quien al igual que ella miraba a las personas frente a ella— Son fantasmas.

Arvin la miro y tomo su mano ayudándola a levantarse.

—No nos hacen nada— hablo Arvin en vos baja dejando un poco su temor de lado.

Uno de los niños comenzó a aproximarse hasta los dos jóvenes, el niño estiro su mano hacia los árboles y comenzó a caminar hacia donde había señalado.

—Quiere que lo sigamos— susurro Helen mirando al niño.

Arvin miro al niño como comenzaba a alejarse, apretó la mano de la joven y empezó a seguir al niño mientras pasaba al lado de los ataúdes y de los otros niños fantasmales, pasaron algunos árboles muy grandes y luego el niño señalo otro ataúd y los miro.

—¿Qué quieres decirnos? — pregunto Arvin mirando al menor.

—La persona que buscan está aquí, debajo de la tierra esperando su ayuda.

Arvin frunció el ceño sin entender las palabras, Helen soltó la mano del joven y grito:

—¡Cole!— grito Helen mirando hacia los ataúdes

—¡Cole!— grito también Arvin.

Debajo de la tierra, encerrado en un ataúd el joven miro hacia arriba clavando sus ojos en la madera, un grito lejano llamo su atención y aguanto su respiración agitada para poder escuchar mejor, una mujer grito su nombre y reconoció de inmediato aquella voz.

—¡Helen!—grito Cole y comenzó a golpear la madera— ¡Estoy aquí! ¡Debajo de la tierra!

Unos golpes hicieron que Arvin y Helen miraran hacia un ataúd, ambos intercambiaron una mirada y el joven corrió hacia la lápida y se arrodillo en el piso, escuchó bajo tierra unos golpes.

—¡Cole Williams! ¿Eres tu?— pregunto Helen acercando su rostro a la lápida.

—¡Si!— soltó Cole, luego callo unos segundos para volver a hablar— ¿Cuántos Cole Williams conoces Helen?

Arvin se levantó del piso y su mirada se posó en una pala de metal que estaba recargada en uno de los árboles.

—Espera, vamos a sacarte de ahí.

Cole miro la madera arriba de él y se encogió de hombros.

—No tengo otra opción.

Helen comenzó a retirar la tierra con sus manos arrojándola hacia un lado, las manos de los dos jóvenes tocaron al fin la madera.

—¿Cómo van a sacarme? Siento que me ahogo...—el joven dejo de hablar y grito cuando la pala de metal se enterró en la madera del ataúd quedando a unos centímetros de su rostro.

—No te corte ¿verdad?

Cole solo negó con la cabeza mientras el ataúd de madera era destruido, el joven saco su mano y comenzó a salir al exterior mientras la tierra le caía sobre el rostro, apretó sus manos sobre la tierra hasta poder salir completamente.

—¿Cómo entraste ahí? — pregunto Helen arrodillándose a su lado y quitando con su mano restos de polvo del cabello del joven

Cole comenzó a toser y toco su pecho cerca del corazón acelerado.

—Son un monstruo, ellas me metieron ahí.

—Las hermanas Sombra y Negro— hablo Arvin haciendo que el joven lo mirara— Si, ya sabemos que son en realidad y lo que quieren hacer.

Cole tomo las cintas que el fantasma les había dado y los dejo sobre la tierra.

—Me las ha entregado un niño fantasma— hablo el joven y miro a sus dos amigos esperando ver sus rostros intrigantes, pero para su sorpresa no hicieron ninguna pregunta— ¿No van decirme que estoy loco?

Helen tomo las cintas y negó con la cabeza.

—Sabemos lo que han hecho por años, hemos tenido que huir de ellas antes de que el lobo nos atrapara.

—A mí también me ataco ese animal— asintió el joven y miro el cielo— Bueno, primero era un demonio y luego se transformó en perro.

Los tres chicos permanecieron el silencio y luego Helen coloco las cintas en el reproductor, unos pasos aproximándose hizo que Arvin se levantara del piso y alzara el arma apuntando entre los árboles, el sonido del "click" del arma cargada hizo que los otros dos jóvenes lo miraran, Arvin alzo el arma apuntando hacia los árboles.

Los pasos se escuchaban más próximos y luego entre los arboles apareció Willard, este grito al ver el arma sobre él.

—Maldita sea— exclamo Willard y miro a sus tres amigos— ¿Dónde han estado? No hay nadie en la casa, ni las hermanas ni Leonora, no sé dónde pueden estar. En el pueblo me han contado cosas sobre las hermanas, planean matarnos y todo comenzó con ese asqueroso té que jamás debimos aceptar, es lo que está matando a Leonora. Y todos los del pueblo están muertos, son fantasmas. Quieren ofrecerla hacia un demonio que se convierte en lobo...

Willard cayo y miro a sus amigos quienes lo miraban.

—¿Ya lo sabían?

—Lo descubrí antes que ustedes y antes de poder decirles me han enterrado— señalo Cole el ataúd roto.

Willard miro el ataúd roto y luego miro a Arvin con una pala en su mano.

—Malditas locas— soltó Willard con enojo, sus ojos negros se posaron en el reproductor que tenía Helen— ¿Qué es eso?

Helen miro el equipo y se sentó en el piso lleno de tierra.

—Lo descubriremos.

La joven rubia presiono el botón de reproducir y las cintas comenzaron a dar vueltas.

EL DIABLO ME OBLIGÓ A HACERLO¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora