6. Viejos amigos

37 3 1
                                    

El grito de frustración de Willard sonó en el camino solitario mientras observaba el carro descompuesto, golpeo con su pie izquierdo la llanta del carro haciendo que un dolor se instalara en su pie y saltara esperando que el dolor se alejara.

Willard observo el vehículo y observo cual sería el error, la llanta se había salido provocando que se descompusiera por completo.

-Puedo arreglarlo-se motivó a si mismo mirando el vehículo.

El joven se recargo sobre el vehículo logrando que se deshiciera por completo, alejo todas sus cosas para que no se aplastaran y vio como lentamente ya no tenía forma. Dejo caer su maletín al piso y observo el lugar en donde estaba, era un camino desértico y a su alrededor había varias colinas llenas de pasto seco debido a que estaban a mediados del mes de octubre. Tomo un poco de agua que había acarreado por todo el camino y se la arrojo al vehículo donde aún el humo salía, luego, unas llamas de fuego se alzaron haciendo que Willard diera un paso hacia atrás.

Opto por su última opción que odiaba con toda su alma.

Caminar.

Comenzó a alejarse del carro mientras jalaba su maletín pesado y caminaba por todo el camino que había tomado en el vehículo, a su alrededor no había más que vegetación muerta y un frio insoportable. Media hora más tarde el joven detuvo su andar y miro hacia un lado a un hombre junto con su rebaño, Willard miro al hombre por algún momento y luego decidió ir a preguntar si iba por el camino correcto. Se aproximó al hombre rodeado de ovejas y cuando estuvo cerca hablo:

-Buenas tardes- hablo Willard atrayendo la atención del señor quien lo miro con detenimiento- ¿Cree que pueda ayudarme?

El hombre asintió con la cabeza sin decir ni una sola palabra.

-Estoy buscando una casa que la llaman...-Willard dejo de hablar y tomo el papel arrugado en donde decía su caso a resolver, leyó para sí mismo y luego miro al hombre- La casa silenciosa.

-Sí, la conozco-hablo el extraño mirando al joven- Es una casa muy famosa aquí en Pensilvania.

Aquello hizo que Willard sonriera y no se sintiera tan perdido.

-¿Cree poder mostrarme el camino?

El extraño se acercó más al hombre y asintió con la cabeza, luego señalo una casa de campo de color blanca no muy lejos de donde estaba.

-¿Observa la casa blanca de ahí? - pregunto el hombre.

-Sí, la veo-contesto Willard con cierta emoción, no estaba tan lejos y no tendría que caminar mucho.

-Pues esa no es-contesto el hombre haciendo que Willard lo mirara y abriera la boca para protestar, sin embargo, el extraño se le adelanto- ¿Observa las colinas de ahí?

Willard asintió con la cabeza.

-La propiedad se encuentra detrás de ellas- comento el hombre- Vera una casa muy grande y antigua, esa es la casa silenciosa.

-Pero eso está muy lejos- objeto Willard mirando hacia donde señalaba el hombre.

-No joven, para nada. Puede ir y regresar caminado en menos de una hora.

Willard regreso si vista a las colinas y pregunto

-¿Seguro?

-Por supuesto- sonrió el hombre frente a él.


-Maldito viejo-exclamo Willard mientras caminaba tres horas después de hablar con el hombre- "Puede ir y regresar caminando en menos de una hora"- imito el joven la voz del hombre haciendo una mueca y negó con la cabeza, era la última vez que le creía a las personas.

Hizo una catorceava pauta y soltó el aire que tanto había acumulado y dejo caer sus cosas al piso con cansancio, su cabello negro se pegaba a su frente debido al sudor, paso una mano sobre su frente y volvió a emprender su caminata, la tarde comenzaba a caer y el largo camino era tapado de lado y lado por una hierba muy alta, siguió caminando y el sonido de un aullido de lobo lo sobresalto. Miro de un lado a otro y apresuro su paso ante su temor al animal, logro salir del camino de la hierba mientras que los últimos rayos del sol pintaban de color anaranjado el cielo, mientras más se acercaba sus ojos pudieron ver al fin de cerca la casa silenciosa.

Era una casa considerablemente grande con una fachada del siglo pasado sin embargo bonita y de buen gusto, llego hasta estar en frete de la casa y subió los tres escalones para llegar a la puerta, se arrodillo en el piso y alzo la alfombra de "Bienvenidos" en donde su jefe le había dicho que estaba la llave, Willard movió el tapete y su sorpresa fue no encontrarla debajo, fruncio el ceño recordando alguna otra parte donde podría estar pero implemente no recordó, la puerta frente a el se abrió causando un rechinido y el joven sin levantarse alzo sus ojos.

­-¿Helen?

La rubia le sonrió y abrió la puerta dejándolo pasar.

-Hola Willard.

El hombre se levantó del piso y observo desde afuera el interior del lugar, luego regreso sus ojos negros a los azules de su amiga.

-¿Qué estás haciendo aquí? - pregunto Willard frunciendo el ceño, sinceramente jamás creyó volverla a ver.

-Trabajo-contesto la joven- ¿Y tú?

-Lo mismo.

Helen cerró la puerta principal mientras que Willard observaba detenidamente cada rincón del lugar, la casa era igual de antigua que su exterior. El hombre dio media vuelta y antes de hablar el timbre comenzó a sonar, luego volvió a sonar, pero con desesperación haciendo que el sonido retumbara en cada rincón. Helen iba a abrir, pero Willard se adelantó, tomo la perilla de la puerta y la abrió de golpe.

Parado en las macetas estaba un joven quien al abrirse la puerta miro hacia la entrada.

-¿Arvin?- pregunto Helen desde el interior de la casa.

Un grito hizo que los tres jóvenes miraran hacia el exterior, una vaca corría mientras que Cole Williams huía de ella. Helen apretó la boca para no soltar una risa y observo hacia la lejanía donde una silueta femenina se aproximaba a la casa.

-¿Leonora? - pregunto Willard antes que cualquiera.

La recién llegada dejo caer sus cosas al piso al reconocerlos y luego su vista se posó en el joven que huía del animal sin dejar de gritar.

EL DIABLO ME OBLIGÓ A HACERLO¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora