16. La libertad del asesino

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La tormenta caía sobre la casa y las ventanas estaban llenas de agua impidiendo ver con claridad hacia el exterior, el frio era intenso y aunque la fogata de la sala se encontraba encendida no reducía ni un mínimo el escalofrió que la joven sentía mientras pasaba las hojas de un libro viejo que había encontrado. Cerca de Helen se encontraba Arvin mientras revisaba atentamente un mapa de la casa.

La joven rubia coloco sus ojos en el joven a su lado y sonrió para sí misma mientras lo examinaba con la mirada, su cabello castaño lucia tan perfecto como lo era el, una sonrisa cautivadora que derretía a cualquiera y sus ojos, lo que más amaba de el, podía verlo toda siempre si su vida dependiera de ello.

-Una fotografía te dura más-hablo Arvin y alzo sus ojos posándolos en Leonora, esta aparto la vista avergonzada y miro hacia otro lado- No me incomoda que me mires, me incomoda que no vengas y me beses.

Helen regreso sus ojos a él.

-No te estaba mirando

-Si claro

La joven sonrió y miro el té que las hermanas les preparaban desde que llegaron, hizo una mueca de repulsión y se disculpó mentalmente con las mujeres al no querer de su preparado.

No comprendía como Leonora bebía eso a cada rato.

-A veces me he preguntado, ¿Qué hubiera pasado si Mia siguiera viva? - pregunto Helen y Arvin la miro- Probablemente nos hubiéramos graduado juntos y posiblemente hubiéramos intentado trabajar en el mismo lugar para no separarnos. Tal vez Leonora y Willard se hubieran hasta casado y nuestra vida sería muy diferente.

Arvin la miro y pensó en su hermana, todos los días pensaba en ella. Todos y cada uno de ellos sin falta, se lamentaba muchas veces de haber jugado ese maldito juego y haber roto esa regla, de no haberla protegido y de no haber sido el que muriera. Su hermana había sido su luz en su oscuridad, su salvación y perderla fue perdición.

-Tal vez ella estuviera trabajando- hablo Arvin sin mirar a Helen, esta se lo miro prestándole atención- Ayudando a las personas como siempre lo hacía con todos, siendo la mejor persona que he conocido y siendo tan feliz como fue lo siempre.

El joven observo la ventana y sintió una punzada en su pecho llena de dolor al recordarla, la extrañaba demasiado y daría un día de su vida para verla una vez más. Tan solo un día.

Helen se sentó a su lado, en el frio piso de la casa y apoyo su cabeza en el hombro del chico mientras tomaba su fría mano, Arvin apretó la mano de la joven y le sonrió mirando sus ojos tan azules como el cielo.

La radio se prendió sobresaltando a los dos jóvenes y la mirada de los dos se posiciono en el aparato electrónico que emitía sonido.

-Noticia de última hora- hablo la voz de un hombre a través del radio- Esta mañana miércoles del año en curso, el criminal y asesino de nombre George Myers ha sido puesto en libertad ante el asesinato de la joven Mia Russell hace cinco años, fuentes importantes aseguran que ha cumplido su condena estipulada el 31 de Octubre de 1950. En otras noticias estén año se inician los juegos panamericanos en la ciudad de México...

Arvin soltó lentamente la mano de Helen y miro hacia la ventana, la oscuridad de la noche ya había caído en el lugar y solo un pensamiento estaba en su cabeza.

George había salido de prisión.

EL DIABLO ME OBLIGÓ A HACERLO¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora