24. La verdad de todo

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El sonido de las voces comenzó a salir de la grabación y luego una voz hablo:

—¿Por qué los hiciste Michael? — pregunto la voz de una mujer.

—Yo no lo hice— contesto el hombre— Lo juro, lo juro. El me obligo a hacerlo. ¡Él lo hizo!

—¿Quién te obligo hacerlo? — pregunto la otra voz.

—El hombre de cuernos lo hizo. El hombre de cuernos lo hizo—la desesperación era notable en la voz del hombre.

—¿Quién te obligo a hacerlo? — pregunto la otra voz.

—Ellas lo hicieron— contesto el hombre— Ellas lo hicieron, ellas lo invocaron y se llevaron a mi pequeña Rachael. Ese té, ese té, nunca lo tomen, te debilita. 

—¿Alguien entro a la propiedad? — pregunto una mujer.

—No— negó el hombre—Ellas siempre estuvieron aquí, ellas lo invocaron y se lo entregaron...— la voz del hombre se detuvo unos segundos— Fueron las hermanas Oscuro y Negro.

Los amigos intercambiaron una mirada y Helen se pasó una mano por su rostro con nerviosismo.

La grabación se cortó y las cintas dejaron de dar vueltas.

—Es por eso que nos daban ese té— hablo Cole mirándolos— Es lo que debilita a sus víctimas.

—¿Pero por qué nos hicieron esto? — pregunto Helen con temor— ¡Nosotros nunca les hicimos nada! Invocaron un demonio que les ha ofrecido la juventud y la vida eterna a cambio de almas inocentes. Por eso fue Leonora, es la menor de todos— luego cayo y los miro—Hay que llamar a la policía— sugirió Helen.

—No creo que la policía vaya a arrestar al demonio Helen— opino Cole

—¡No al demonio! A las hermanas.

—¿Y dónde las encontramos? — pregunto Willard mirándolos— Debemos actuar rápido antes de que la maten.

Arvin miro al niño que los miraba entre los árboles, se comenzó a alejar del grupo mientras escuchaba sus amigos discutir detrás de él.

—Yo sé dónde están— hablo el niño fantasma mirando a Arvin— Yo puedo guiarlos.

—Hay una iglesia cerca de aquí, ahí es donde la han de ver llevado— hablo Cole señalando entre los árboles.

El niño fantasma miro a Cole y luego regreso su vista a Arvin.

—Él sabe dónde es, deben seguirlo si quieren encontrar a su amiga con vida— el niño rebusco entre su bolsillo y saco una cruz de madera y se la extendió al joven— Toma, el odia esto y sé que puede ayudarlos.

—Fantas...fantas...fantasma— señalo Willard al niño.

—Deben apresurarse, el ritual ya ha comenzado— hablo el niño y luego se alejó de ellos desapareciendo entre los arboles del bosque— Pero para poder desterrarlo deberán saber su nombre.

Cole apretó entre sus manos en crucifijo de madera y miro a sus amigos.

—¿Y cuál es su nombre?— pregunto Helen.

—En la habitación cerrada, su nombre está escrito.

—Pero esta sellada— recordó Helen mirando al niño.

—Estaba, ya todo se salió de control y el ya no vive en esa habitación.

EL DIABLO ME OBLIGÓ A HACERLO¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora