26. El nombre del demonio

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La mirada fija de los cuatro jóvenes estaba puesta sobre la puerta de madera a la cual se les había tenido prohibido entrar y en donde todo el tiempo había permanecido sellada sin la probabilidad que se abriera.

Cole estiro su mano hacia la perilla de plata y sus dedos rozaron el frio del metal, luego intercambio una mirada con sus amigos y estos asintieron con la cabeza, el joven apretó la perilla y le dio media vuelta, luego soltó la puerta y esta comenzó a abrirse lentamente soltando un rechinido.

La habitación estaba iluminada por una luz roja y sobre una mesa de madera se encontraban muchos papeles regados, Helen paso una mano sobre los papeles y tomo un dibujo de un ser con cuernos y a su alrededor había fuego.

Sin embargo, había un dibujo mas grande, otro demonio. Este estaba pegado en la pared de la habitación y los jóvenes lo miraron atentamente.

—El es quien llego a este mundo— hablo el niño sobresaltando a los jóvenes, el niño coloco su mirada sobre la pared— El gran Lucifer, el ángel traidor.

Helen miro la fotografía y luego dio un paso hacia atrás mirando de nuevo los demás papeles, dudosa pregunto.

—¿Y ellos?

El niño miro las imágenes y tomo una de ellas, luego la dejo de nuevo sobre la mesa.

—Demonios que también fueron invocados por las hermanas, pero nunca acudieron a su llamado, solo Lucifer lo hizo— luego el niño los miro— Ahora vayan por su amiga y destierren a este monstruo diciéndole su nombre. Las hermanas deben pagar por todo lo que les hicieron y por lo que nos hicieron a nosotros.

Willard camino dudoso hacia el fantasma y lo miro.

—¿Cómo podemos agradecerte esto?

El niño negó la cabeza.

—Nosotros seremos los que estaremos en deuda con ustedes, al fin, después de tantos años veremos la luz...— luego el niño callo y miro por el pasillo oscuro— De hecho, hay alguien que quiere hablar con ustedes antes de partir definitivamente.

El niño señalo el pasillo y las velas apagadas comenzaron a prenderse una por una, en el centro del pasillo una mujer castaña se aproximaba, su vestido blanco arrastraba el piso, pero dejaba ver sus pies descalzos a cada paso que daba, la joven llego hasta la puerta y sonrió.

Arvin se dejó caer al piso y un dolor que por mucho tiempo no había sentido regreso a su cuerpo, Helen parpadeo varias veces seguidas, Cole miro al amor de su vida otra vez y Willard permanecía inmóvil mirando a la mujer sin saber cómo reaccionar.

—Han sido tan valientes— hablo Mia Russel sonriéndoles a los cuatro— Lo he visto todo. Dios. Los extraño tanto— miro a Helen y le sonrió aún mas— El día de su graduación fue increíble. Si estuve en todas.

Mia miro a Helen.

—Sigues siendo tan hermosa y gentil como te recuerdo. Mi mejor amiga y hermana— luego miro a Willard— El mayor de todos por meses— rio la chica y Willard derramo una lagrima—Nuestro protector y la persona que se comía todos los postres del instituto— luego miro a Cole— El amor de mi vida, mi luz, mi ángel, lamento haberte dejado, pero estoy bien.

Cole negó con la cabeza y extendió su brazo, Mia hizo lo mismo y la mano fantasmal de la chica traspaso la mano de Cole.

—Debes seguir Cole— siguió la joven— Eres una gran persona y sé que encontraras a una buena mujer. Yo te esperare por siempre aquí y estaré a tu lado. Luego, volveremos a estar juntos.

Al final Mía coloco sus ojos en su hermano.

—Mi otra parte. Mi hermano— Arvin dejo escapar un sollozo— Estoy tan orgullosa de ti, eres una gran persona y te amo. Te esperare siempre y por favor, ya no me llores. No me dejas partir. Ya son cinco años aquí, quiero irme— aquello hizo que el joven soltara un sollozo, Mia se acercó a él y le sonrió— Te esperare haya y hazme un gran favor, deja de culparte.

La joven le sonrió y regreso al centro mirando a sus amigos.

—Leonora los necesita. Deben expulsar el mal que habita esta casa. Ya saben el nombre, de lo demás yo me encargo.

EL DIABLO ME OBLIGÓ A HACERLO¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora