PREFACIO

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Londres, 1950

El cielo era color grisáceo y las gotas de lluvia comenzaban a caer sobre la antigua Inglaterra. El gran Big Ben marco la media noche y cerca del parque Diamante se encontraba el Instituto de Wolfworld, una escuela católica fundada con más de cien años de antigüedad y a donde asistían los hijos de las familias más ricas de la ciudad Oscura.

El instituto Wolfworld era reconocido por su excelente disciplina y por su gran calidad en lo que era la educación. Las reglas de la institución eran las más estrictas logrando un orden indiscutible. En la oscuridad del lugar y más allá donde la luz del día era imposible que llegara un grupo de jóvenes se encontraban sentados en el piso frio de piedra mientras que sus manos estaban puestas sobre el tablero de madera.

­­-Te toca-hablo la adolescente de nombre Helen mirando a su amiga que estaba frente a ella, Mia Russel soltó un suspiro.

-¿Hay alguien que quiera conectarse con nosotros?

La luz de la vela blanca iluminaba el rostro de los seis jóvenes. Los segundos comenzaron a pasar, Mia quito sus ojos del tablero impaciente y comenzó a levantarse del piso, paso sobre su falda negra su mano sacudiéndola.

-¿Qué haces? -pregunto Willard, otro amigo del grupo al mirar el acto que había hecho la joven­- No podemos romper la conexión.

La pieza de madera se movió con violencia, Leonora abrió sus ojos ampliamente y miro el sótano oscuro, frunció el ceño al sentir un frio recorrer su espalda y se sentó en el piso, miso el tablero por algunos segundos y con mano temblorosa volvió a colocar sus pálidas manos.

-Les dije que funcionada- hablo con una sonrisa en su rostro Helen, sus ojos azules se quitó de sus amigos para posarlos sobre el tablero de madera- ¿Hay alguien aquí con nosotros?

La pieza de madera se movió con rapidez y quedo en la palabra "SI".

-¿Podemos verte? - pregunto Willard con emoción en su voz.

La pieza volvió a moverse posándose en el "SI".

-¿Dónde estás? - pregunto Arvin Russel mirando el tablero, luego miro la oscura habitación en la que estaban esperando algo extraño.

La pieza permaneció inmóvil bajo sus manos, el silencio era sepulcral y sus respiraciones agitadas era lo único que se escuchaban.

-Muestrate- ordeno Mia Russell

Y la pieza se movió de nuevo entre las letras mientras que los jóvenes comenzaban a unir cada palabra para formar la oración. Helen abrió sus ojos con temor y miro a Mia lentamente

-Detrás de ti- leyó con voz temblorosa Mia.

La joven dio media vuelta con lentitud y miro la oscuridad detrás de ella, las cajas de madera contenían libros y estaban regados en el piso. Un exclamo de terror hizo que Mia regresara su vista a sus amigos, Helen miraba fijamente hacia el techo y con mano temblorosa señalo. Arriba en el techo de madera un ser de color negro y con cuernos miraba sonriente a los jóvenes, Leonora grito al verlo y el juego de madera voló por los aires e impacto en la pared rompiéndolo en mil pedazos.

La puerta del sótano se cerró de un portazo y la vela comenzó a bailar de un lado a otro.

-¿Qué fue eso? -pregunto a gritos Cole Williams.

-No lo sé-contesto con voz temblorosa Leonora.

El piso del sótano comenzó a temblar sin explicación y los cuadros religiosos comenzaron a caer al piso rompiéndose. Los jóvenes comenzaron a correr hacia la puerta y con desesperación tomaron la perilla esperando que abriera. La fuerza sobrenatural hizo que los jóvenes volaran por la habitación separándolos, George Myers se sentó en el piso y grito cuando frente a él, el ser de cuernos se arrojó a él.

-¿George? -pregunto Willard mirando al joven arrodillado en el piso haciendo un ruido extraño, el joven comenzó a acercarse a su amigo con paso lento sin dejarlo de ver- ¿Estas bien?

George comenzó a levantarse del piso tembloroso, sin darle el rostro el joven miro hacia la pared impidiendo que sus amigos miraran su estado. Mia comenzó a acercarse hacia e intercambio una mirada con su hermano Arvin, la joven estiro su mano temblorosa y la poso en el hombro del joven. Cuando George sintió el tacto de la joven, dio media vuelta haciendo que todos dieran un paso hacia atrás. Sus pupilas habían sido borradas de su ojos, su piel lucia muerta dándole un tono muy pálido, luego el joven hizo que su cuello se doblara y coloco sus manos en el cuello de Mia.

-¡George!- grito Leonora- ¡Suéltala!

Mia abrió su boca buscando el oxígeno que le faltaba y coloco sus manos en el manos de su compañero intentando liberarse, pero fue inútil. La muerte llego por Mia y soltó un último suspiro mientras su alma se desprendía de su cuerpo.

EL DIABLO ME OBLIGÓ A HACERLO¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora