44. Misión a Batuu (Parte 3)

17 2 0
                                    

Lucio esperó a que llegaran cerca de él. Entonces se extendió con la Fuerza y se pasó el sable de luz de su mano derecha congelada a la izquierda. Los darshis apenas tuvieron tiempo suficiente para detenerse de golpe, horrorizados, antes de que Lannister deslizara la hoja roja a través de los tres. Esperó hasta que cayeron muertos al piso. 

Lucio: Supongo, almirante —rompió el silencio— Que ya no necesita que tomemos prisioneros. 

Thrawn: Creo que la situación ha rebasado ese punto —dijo Thrawn con tono sombrío— Bien hecho, soldado. ¿Puede pedir ayuda al Quimera? Mi intercomunicador está fuera de mi alcance. 

¿Pedir ayuda? Alineó la hoja del sable de luz con su codo derecho y cuidadosamente rebanó la piedra gris que lo envolvía. Un rápido desplazamiento del brazo y la articulación quedó libre. Otro corte en su muñeca y su hombro y todo el brazo recuperó el movimiento. Cambió el sable de luz de nuevo a su mano derecha, liberó sus piernas y luego se dio vuelta hacia Thrawn. El chiss seguía encorvado, un poco, pero su rostro era visible. Mientras empezaba a liberarlo, Lucio pensó que había tenido suerte de no perder el equilibrio y caerse. Una cosa era perder una batalla, como lo había hecho Thrawn en Atollon. Pero perder una batalla y la dignidad al mismo tiempo era ya otra cosa.

Thrawn: Gracias —dijo Thrawn cuando finalmente logró enderezarse de nuevo. Recorrió la cantina con la mirada y luego la bajó para fijarla en los darshis recién muertos— ¿Puedes viajar? 

Lucio: ¿Tú puedes? —replicó Lucio—

Aun con sus propios brazos y piernas libres, podía sentir el peso extra de toda esa piedra. Thrawn, sin las biomejoras de Lucio ni la Fuerza, se vería muy presionado para llevar esa carga adicional. Sin mencionar que se parecía menos a un ser vivo que a una obra a medio hacer de algún escultor. Aunque, para ser justos, Lucio no se veía mejor. Una vez de regreso a bordo de la nave, Thrawn podía simplemente cambiarse de ropa, mientras que Lannister necesitaría que su cuerpo fuese limpiado a mano con cuidado, que consumiría más tiempo. Por fortuna, tenía otro conjunto completo de ropas en sus cuarteles que podía usar mientras los técnicos del Quimera restauraban sus ropas clásicas.  

Thrawn: Por supuesto —respondió Thrawn. Con esfuerzo, se puso en cuclillas junto a uno de los cuerpos—

Lucio: ¿Qué haces? —quiso saber Vladd— La perturbación del Emperador está en otro lugar. 

Thrawn: Dame un momento —pidió Thrawn. Se quedó viendo el cuchillo del darshi, tocó con suavidad el lugar donde la funda se unía al cinturón y luego extrajo el arma— ¿Lo ve? —preguntó a Lannister levantándola—

Lucio: Veo que estás aquí, mientras que la perturbación del Emperador no —se quejó Lucio con algo de ira en la voz—

Thrawn: Sí —murmuró Thrawn. Deslizó el cuchillo de regreso a su funda y se puso de pie— Esperemos que no sea demasiado tarde —agregó mientras se tambaleaba ligeramente camino a la puerta— Nodlia, no dejes que nadie retire estos cuerpos. 

Nodlia: Lo intentaré... —afirmó el cantinero con tono de duda— Pero... 

Lucio: Harás lo que él dice —ordenó Lucio y miró la espalda de Thrawn con el ceño fruncido mientras lo seguía—

¿El chiss se había entretenido con toda esa cosa del cuchillo con la esperanza de demorar el viaje? No. Vladd recordó la expresión del chiss justo antes del ataque final de los darshis. Algo sobre las casas misteriosas, la explosión y la perturbación del Emperador lo había sobresaltado. Y cualquier cosa que sobresaltara al Gran Almirante Thrawn era algo que Lucio ansiaba ver. Había tres casas en el claro cuando Thrawn y Vader se acercaron desde órbita. Ahora solo una permanecía en pie junto a dos pilas de escombros aplastados. 

Star Wars Lannister: La Historia Nunca Contada [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora