Star Wars Lannister: La Historia Nunca Contada [Finalizada]

90. Búsqueda y Recate

La percepción visual de Lucio Lannister se tornó borrosa, la consciencia lo estaba abandonando mientras la imagen se oscurecía, el dolor que sentía era tal como lo recordaba en su pasado, una profunda quemadura que no derramaba sangre, pero que quemaba la piel, nervios, músculos y todo relacionado a la zona herida. Es un tratamiento gradual, costoso y complejizado el reponer la piel desde cero.

Su cabeza cayó al suelo antes que sus brazos, anteriormente lo habían hecho las rodillas. Sus ojos se cerraron, y su cerebro se apagó casi por completo, no pensaba en morir. Pero en su cabeza tenía una serie de planes complejos para llevar a cabo en forma de venganza contra la mercenaria y el francotirador desconocido. ¿Cómo no lo había percibido antes? ¿Por qué no lo sintió con la fuerza? ¿Por qué los instintos cazadores de Dark Stone no le habían advertido del peligro inminente? Toda la situación era rara para Lucio.

En cuanto su conciencia se desvaneció, y su cuerpo completo cayó al suelo. La mercenaria Arkaniana corrió con la prótesis de Lannister como prueba de su muerte. ¿Es acaso esto algo normal en los villanos? Nunca asegurarse de que su presa esté muerta. Bueno, Bear Tongue se aseguró e hizo lo que muchos deseaban hacer, pero que pocos reunían los huevos, agallas y oportunidades de hacerlo, un disparo certero a la cabeza de Lucio; eso debía haberlo matado. ¿No? Después de todo, él no pudo contra ella al final, y en cierto modo la asesina agradeció la inesperada ayuda de un francotirador muy bien posicionado, aunque eso luego le jugase en contra.

30 minutos después

Lizzy no recibió noticias de su novio desde que él se había ido de Coruscant hacía medio día atrás. La preocupación le pudo más que la advertencia de la hermana del Sith pelirojo: "No vale la pena seguirlo, te confundirá con algún asesino". Pero Stradlyn hizo caso omiso, no había noticias. ¿Y si algo le había sucedido? Lucio es una persona peligrosamente buscada por personas que lo quieren muerto. ¿Qué le aseguraba a ella qué podría él solo contra una banda de veinte mercenarios? Brenda se lo dijo, Dark Stone. Que esa "cosa" era más que suficiente para arrasar con un planeta entero como ellas habían visto antes. Pero debido a recientes acontecimientos con personas complicadas, Lizzy no aguantó más. 

Tomó su nave Mandaloriana, y se dirigió a Taris a toda prisa, casi rezando a quien sea que fuese un dios para que Lucio no estuviera muerto.

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Taris - Una hora después

Lizzy estacionó la nave de mala manera, todo por la premura de correr hacia donde estaba su novio. Sentía como su vida se alejaba de la pujanza, la Togruta gruñó mientras saltaba por encima de la gente como si fuera un parkour. Esforzando llegar lo más expedito a donde pudiese estar Lucio Lannister. 

Luego de unos diez minutos corriendo, Lizzy se detuvo para tomar aire, su percepción visual se fue a todos lados y a la vez a ninguno. La gente la observó extrañada, aunque ella sufría por dentro, con la duda de si Lucio estaba aún en este plano existencial con ella. Sentía que su vida se alejaba del vigor, gruñía la Togruta mientras saltaba sobre la gente como un parkour. Estirando para llegar lo antes posible a donde podría estar Lucio Lannister. Después de unos diez minutos corriendo, Lizzy se detuvo para recuperar el aliento, su visión iba a todas partes ya la vez a ninguna. La gente la miraba extrañada, aunque por dentro sufría, con la duda de si Lucio seguía en ese plano existencial con ella. La mano de Lizzy, con los dedos y la palma abierta, se convirtió en un puño lleno de ira y desesperación por dar con el paradero de su amado. La Togruta no sabía cómo iba a encontrar a Lucio, pero estaba decidida a no descansar hasta dar con él. Lizzy continuó buscando a Lucio por toda la ciudad, pero no tuvo éxito. La noche caía y ella estaba cansada y su corazón estaba lleno de tristeza. Se sentó en un banco y lloró amargamente, sin saber qué más hacer.

Ella se repetía a sí misma que encontraría a Lucio, no importaba cuánto tiempo le tomase, no tenía pistas y los ciudadanos no lo habían visto. Por lo que se haría muy complicado, sentirlo con la fuerza no era una opción, de lo contrario ya habría vuelto a casa. Lizzy dejó de llorar y colocó su expresión más determinadamente posible. Volvió a buscarlo por toda la ciudad, pero no tuvo éxito. Lizzy no estaba ni cerca de rendirse. La Togruta corrió hacia los barrios bajos de Taris. Callejón tras callejón y nada, ni indicios de vida inteligente. Pero de repente, su mirada se alzó, y se giró hacia la izquierda. Vio un cadáver, de ropas carmesí pero, eso no lo delató. Su cabello, carmesí como la sangre lo hizo.

Lizzy corrió mientras quebraba en llanto, cuando estuvo lo suficientemente cerca del cadáver, no le quedó duda alguna de que ese era su novio. La togruta cayó de rodillas, sosteniendo a su inerte novio en brazos, las lágrimas caían como una lluvia estruendosa de sus ojos, se sentía... sola otra vez, quebrada, abandonada. 

Lizzy soltó el más desgarrador grito que pudiese salir de su interior. El dolor era, por decirlo de alguna manera, insoportable. Las lágrimas que brotaron de sus ojos no eran de dolor físico, sino de impotencia. Impotencia por no poder hacer nada para ayudar a su pareja, quien yacía en sus brazos con heridas incurables a primera vista; impotencia por no poder cambiar la realidad de que su novio, aquel que la había protegido cuando ella lo necesitaba, había muerto; e impotencia por no poder ser más fuerte.

Lizzy: ¿Por qué? —preguntó ella con una voz casi inaudible— ...De toda la maldita gente en esta galaxia... ¿Por qué tú? 

Aunque sabía que jamás recibiría una respuesta, ella lo pensaba, y pensaba, y pensaba, y pensaba, y pensaba. Era como si aquellas palabras se fuesen grabando en su mente. Era necesario que las dijese, aunque no tuviese respuesta. 

Lizzy: ... ¿Por qué? —repetía, una y otra vez—

Una gota: La vida de una persona no es más que una gota de agua en el océano. A veces es una gota más grande que otras, y a veces no es más que una pequeña partícula. Una gota no puede hacer mucho bien, pero tampoco puede hacer mucho mal. Aunque las gotas se pueden juntar y formar un río, una montaña de agua, o incluso un océano, la cantidad de agua es la misma. Sólo ha cambiado de forma. La vida de una persona no es más que una gota de agua en el océano. A veces es una gota más grande que otras, y a veces no es más que una pequeña partícula. Una gota no puede hacer mucho bien, pero tampoco puede hacer mucho mal. Aunque las gotas se pueden juntar y formar un río, una montaña de agua, o incluso un océano, la cantidad de agua es la misma. Sólo ha cambiado de forma.

Lizzy vio como una sombra se colocaba en la entrada del callejón, y la silueta era la declaradora de su origen, la luz que le venía de atrás le era potente, por lo que se podían ver detalles de su rostro. La togruta alzó la mirada, con el maquillaje de los ojos desparramado por sus globos oculares, y una mirada de odio, impotencia y rabia a la vez, fueron captados por la silueta. Quien no era otra persona, sino la hermana del fallecido.

Brenda no dijo ni una palabra, hasta que se acercó a su hermano y a Lizzy. Se arrodilló ante el cadáver, y le miró con ira.

Brenda: Quien quiera que haya hecho esto, juro por mi vida que pagará.

Lizzy: Brenda... dime que no está muerto... —suplicó Lizzy entre lágrimas—

Brenda: Llévalo a la nave. Este hijo de puta no va a morir si no es por mis manos... o las tuyas. —dijo Brenda cargando a su hermano como si aquello fuese un costal de patatas— Nos vamos, ahora.

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