-No tiene razón. - dijo Link, su voz no era más que un gruñido.
No podía negar lo que decía Link. La Lycan estaba casi loca, enloquecida, y alejar a su compañera de ella lo hacía aún peor.
Miré a mi amigo de toda la vida, observando cómo se quedaba quieto como una piedra, su cuerpo igual de amenazante y altísimo que el del resto. Pero Link era de "gatillo fácil" cuando se trataba de la agresión y de dejar que su animal se alzara para tomar el control parcial.
Aunque no siempre había sido así, nunca entendí qué lo había hecho pasar de ser el muchacho divertido y juguetón con el que había crecido a ser el brutal caudillo que se deleitaba con la sed de sangre. Y no importaba cuántas veces intentara hablar con él, Link se enfurecía, murmurando sobre lo que era suyo por derecho y que le habían robado, para nunca encontrarlo.
Las divagaciones de un Lycan que pierde lentamente la razón.
Quería entenderlo, preguntarle si había encontrado y perdido a su pareja -porque esa sería la única razón por la que vería este tipo de decadencia y supremacía primitiva de un macho-, pero no hablaría más de ello. Era testarudo y estaba enojado, y presionar el tema le haría decaer aún más.
Me concentré en mi tarea. Y era una tarea fácil. Alejar a Addison de Meredith.
La lluvia y el viento arremetían contra nosotros, pero no lo notábamos, no le prestábamos atención. Nos habían encargado que nos aseguráramos de que Addison no traspasara el perímetro. Los muros estaban fortificados místicamente, pero Addison era una hija de puta fuerte, y no dudaba de que con la suficiente fuerza y agresividad de su Lycan, escalaría este puto muro y lo traspasaría.
Y como le ocultamos a su compañera, era aún más inestable.
-No me siento bien haciendo esto. - murmuró George.
-No importa lo que sintamos sobre esto. El Rey Thatcher dio una orden, y nosotros la seguimos. - gruñí por lo bajo, una advertencia alfa que George haría bien en recordar en qué consistían sus alianzas. Por nuestro rey.
Me miró y enseñó los colmillos, un instinto involuntario, su propio alfa se levantó. Di un paso adelante, sabía que mis ojos brillaban con mi bestia, y George retrocedió, obligando a su animal a retroceder, sabiendo que yo estaba al mando. Yo tenía el control.
Yo era el alfa aquí.
Todo su cuerpo estaba tenso, pero no volvió a desafiarme. Sabía que no podía hacerlo. Ese era el problema con todos nosotros. Todos éramos alfa, cada uno de nosotros elegido por Thatcher porque éramos los más poderosos, los más agresivos del clan.
No importaba si estábamos de acuerdo o no. No podíamos ir en contra de nuestro rey. No lo permitiría.
¿Y si se tratara de mi compañera?
Me encontré gruñendo por lo bajo ante la idea de que alguien - cualquiera- intentara alejarme de mi destino y mi futuro. Y en ese mismo sentido, pensé en la mirada enloquecida de Addison. Aunque el instinto no le permitiera herir nunca a su compañera de forma voluntaria o intencionada, eso no significaba que tuviera un control total sobre su animal, especialmente si había estado atrapado en ese limbo de ser parcialmente cambiado durante tanto tiempo.
Y por su aspecto y tamaño... estaba claro que había estado así durante años, si no décadas.
Me centré en Addison. El macho seguía caminando. Siempre deambulando, la inquietud en ella se hacía más fuerte cuanto más tiempo la manteníamos alejada. Mi animal interior empatizaba con ella, pero no importaba. Tenía que seguir las reglas de Thatcher. Tenía que proteger a Meredith, y si eso significaba ir en contra de lo que era el propósito principal de un Lycan -encontrar a su pareja y reclamarla- tenía que mantener el rumbo.
Addison volvió a rugir y el suelo tembló bajo nuestras botas.
-El muro no la mantendrá alejado para siempre. - murmuró Link, mientras la lluvia se reducía a una llovizna.
Seguí enfocando más allá del muro, oliendo el aire y la hierba, las propias tierras altas mezcladas con la lluvia.
Pero el olor más fuerte de todos era la determinación de un Lycan ansioso por llegar a su pareja.
-No. No creo que lo haga.
ESTÁS LEYENDO
Eres mía - Meddison G!P
LobisomemAddison Había perdido la cabeza, era más animal que humana. Más loca que cuerda. Y todo porque no había encontrado a mi pareja, esa alma nacida para ser mía y solo mía. Como Lycan de más de cuatrocientos años, un ser sobrenatural que era capaz de c...