Solo tardó un momento en quedarse quieta, sin respirar, sin pestañear siquiera, antes de que viera que lo que yo quería -y lo que ella también quería en última instancia- encajaba a la perfección.
Mi pequeña compañera podía ser virgen, mucho más joven que yo, y haber estado protegida toda su vida, pero el instinto se impuso en ese momento.
-Vamos, mi pequeña híbrida. Corre por tu compañera. Deja que te persiga como veneran los de nuestra especie. Deja que te reclame en el bosque como exige mi animal interior.
Jadeó solo un segundo antes de desaparecer, con su pequeño cuerpo como un destello de movimiento mientras salía corriendo por la puerta de la habitación.
Le di una ventaja, obligándome a quedarme quieta, con las manos enroscadas en los muslos y las garras rasgando la tela. Si no la dejaba ir primero, esto terminaría demasiado rápido. Y quería - necesitaba- que esto durara. Quería que esto fuera tan jodidamente bueno para ella que Meredith viera lo devota que era su compañera, que aunque se rigiera por su lado primario, podía pensar racionalmente.
Cerré los ojos e intenté mantener mi lado cuerdo dominante, porque sabía que cuanto más tiempo mantuviera esa realidad, más posibilidades tendría Meredith de soportar mi pasión. Ella sabría a qué se enfrentaba.
La oí subir las escaleras y abrí los ojos lentamente, enseñando los dientes y sin poder contenerme más. Dejé que un gruñido bajo me abandonara mientras me anticipaba a la caza. Giré la cabeza sobre mi cuello, oyendo cómo crujía, sintiendo cómo se estiraban los músculos.
Mi loba me exigió que la tomara a la manera salvaje y lobuna.
Y entonces dejé a mi bestia libre.
Salí de la habitación, con los pies golpeando el suelo de madera mientras iba tras ella. Pude ver cómo daba los últimos pasos que la llevarían al rellano, y solo unos metros más y estaría afuera. Podría haberla follado en la cama, contra la pared, demonios, ahí mismo en el vestíbulo. No habría importado, porque la estaría reclamando.
Pero mi loba quería -necesitaba- esta cacería. Necesitaba que esta primera vez fuera donde ella corriera porque su propio instinto Lycan exigía que se sometiera.
Estaba bajando las escaleras a toda velocidad antes de que supiera que me había movido, y luego me abalancé sobre ella antes de que llegara a la puerta. Rodeé su cintura con las manos y ella lanzó un grito de excitación justo cuando la hice girar y la apreté contra la pared.
Las dos respiramos con fuerza, nuestros pechos se rozaban con nuestras respiraciones frenéticas. Yo estaba frenética por ella. Feroz.
-Addison. - gimió, y la visión de sus colmillos tan largos y afilados hizo que una lanza de lujuria atravesara mi polla.
No estaba pensando racionalmente ahora, no mientras agarraba su barbilla e inclinaba su cabeza hacia un lado, pasando mi nariz por su garganta, inhalando su aroma.
-Estás tan jodidamente preparada para mí. - gemí. -Tu coño está empapado, goteando, y aceptaría mi polla tan fácilmente. -Apoyé mi dolorosa erección contra su vientre, ambos haciendo ruidos estrangulados. -Empaparías mi longitud, ¿verdad?
-Tómame aquí. - gritó y apretó su pecho contra el mío. -No quiero la persecución. Te necesito ahora. - Siguió gimiendo como si no pudiera contenerse. -Solo te quiero a ti. Olvídate de la necesidad que demandan nuestros lobos. - Sus ojos brillaron a la manera de su tipo de vampiro. A la manera del Otro Mundo.
Estaba tan dispuesta a... todo de mí.
-Pero quieres la persecución, mi pequeña pareja. - Levanté la cabeza y rocé mis labios sobre los suyos, sin añadir presión, solo aterrorizándonos a las dos eróticamente. -Esta primera vez quieres correr libre y sentir el viento en tu pelo. Quieres que tu compañera te acose por el bosque en su forma de lobo. Dilo. - exigí.
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Eres mía - Meddison G!P
WilkołakiAddison Había perdido la cabeza, era más animal que humana. Más loca que cuerda. Y todo porque no había encontrado a mi pareja, esa alma nacida para ser mía y solo mía. Como Lycan de más de cuatrocientos años, un ser sobrenatural que era capaz de c...