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Aiden

Se había ido enfadada y me había dejado allí en el coche con la palabra en la boca. Esta vez la había cagado en grande, eso lo sabía. Lo peor era que quería disculparme y no había podido.

Me quedé en el coche, viéndola entrar sin siquiera girarse. Esperé a que lo hiciera para irme, haciéndolo finalmente con un fuerte nudo en la garganta.

Apretaba mis manos sobre el volante sin poder sacarme de la cabeza la manera que había actuado con ella, no debía haberle dicho todo eso y debería haberle dicho lo de Becka de otra manera. Odio ser así de impulsivo pero no puedo evitarlo.

Nunca la había visto así de enfadada y mucho menos así de seria. Joder, solo quería pedirle perdón o algo, ya me daba igual con tan solo volver a estar bien.

El camino había sido más de corto de lo que quería. Con su ida había dejado en el coche un silencio mucho más abrumador que el anterior y una impotencia increíble en mi.

Estaba frustrado y mis ojos estaban cristalizados, nublando mis vista. Casi nunca me sentía así, ya sabía lo vulnerable que podía volverme en cuanto a ella se tratara.

Aproveché la soledad de mi coche para desahogarme soltando un sonoro suspiro arrepentido mientras aparcaba frente a la casa de Caleb de nuevo, tenía que hablar con ellos también. En cuestión de segundos la tristeza se convirtió en rabia, mucha rabia.

Cuando aparqué eché mi pelo hacia atrás antes de dejar caer mis manos sobre el volante, con las palmas sobre este. Di varios golpes sobre el mismo sin llegar a hacerlo con mucha fuerza, debía calmarme antes de entrar. Había visto la escena de Caleb y Alexa y, por muy avergonzado y enfadado que me encontrara, aunque Caleb supiera ya lo que había hecho y se lo hubiera dicho a antes que yo Lia no iba a dejarlo de lado en estos momentos. No creo que lo haga nunca.

Cinco minutos bastaron para calmarme, tengo que entrar ya. Me pasé las manos por la cara, despejándome antes de bajar del coche y caminar hacia la puerta de nuevo. Seguía intentando no pensar en ella pero no creo poder hacerlo, menos ahora.

Abrí la puerta, algo miedoso por lo que podría encontrarme tras ella.

Lo primero en lo que me fijé fue en Caleb. Mi amigo se encontraba llorando silenciosamente, con la cabeza entre sus brazos subidos sobre sus rodillas. Blake estaba a su lado en el sofá, haciéndole compañía básicamente. Podría estar enfadado con él y él conmigo, desde luego, pero ahora mismo todo eso no importaba. Caleb ahora mismo estaba demasiado jodido.

No se percataron de que había llegado por lo que me acerqué, dejando que la puerta se cerrara a mis espaldas.

—Caleb —le llamé, sentándome a su lado mientras pasaba un brazo por sus hombros —. ¿Qué ha pasado?

Tardó en responder pero, cuando lo hizo, supe que verdad estaba mal del todo a pesar de haberla dejado él mismo.

—La quiero de verdad, Aiden —musitó, con la voz ronca a causa de llorar —. Pero no puedo estar con alguien que me miente así.

—Caleb... —murmuré, acercándome a él para propinarle un abrazo —. Todo estará bien —susurré —. Mañana puedes ir a hablar con ella y quizá podáis solucionarlo.

Puede que yo también necesitara consuelo ahora pero Caleb estaba demasiado mal como para que me pusiera a pensar en mi.

—No va a querer hablar conmigo —replicó entre lagrimas.

Odiaba verlo así y, por desgracia, no era la primera vez que lo veía llorar de esa manera. A él nunca le dio la impotencia que a mi el hacerlo y se que no querría hablar mucho del tema. Por suerte, sabía perfectamente que hacer. Esa solución era efectiva, me había servido desde que teníamos cinco años, no me fallaría ahora.

Ángeles Oscuros [#1] (TERMINADO)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora