Recuerdos de una amistad imposible de olvidar

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Recuerdos de una amistad imposible de olvidar.

8 años de edad.

Estaban perdidos.

Perdidos y cansados.

No había ningún segundo en el que Madison no se quejara de cada cosa que la rodeaba. Era pequeña, pero imparable a la hora de hablar. Sus amigos se mantenían en silencio para no agotarse más de lo que ya estaban.

Autumn analizaba el camino que recorrían, cerciorándose de que no estuvieran yendo en círculos. Sin embargo, lo único que los rodeaba eran muchos árboles, lo cual impedía que pudieran darse cuenta de que tan lejos se encontraban del último lugar en el que habían estado junto a su familia.

Kyle lideraba el grupo. Era el más alto de los tres y eso le ayudaba a ver si había algún peligro por delante para poder proteger a sus amigas. Mantenía la calma delante de las dos niñas, no obstante, por dentro moría de preocupación con cada segundo que transcurría y no encontraban a nadie que pudiera ayudarlos a regresar a casa.

Los amigos no lograban encontrar una respuesta a lo que les había ocurrido. Hace unas horas sus padres habían decidido llevarlos a disfrutar de la hermosa tarde soleada en Boston, pues querían que sus hijos se divirtieron por unas horas. Los niños habían corrido por las calles creyendo que sus padres no los perderían de vista, pero sucedió.

Su distracción los había conducido a lugares que todavía no conocían.

Cuando un sendero se abrió paso ante los amigos dudaron en continuar caminando. Fue Kyle quien decidió dar un paso hacia adelante e indagar más, gracias a ello encontró unos escalones que parecían llevar hacia un lugar mucho más alto. Entonces, Madison aseguró que desde arriba podrían ver mucho mejor la ciudad y tratar de calcular que tan lejos se encontraban de sus casas.

Los tres quedaron asombrados con el maravilloso panorama que se les presentó. Cautivados e incrédulos contemplaron el hermoso atardecer que lograron observar desde la altura, al mismo tiempo en que se maravillaban por lo espléndida que lucía su ciudad a esas horas.

El césped se veía muy bien cuidado y las flores que decoraban los bordes le otorgaban vida al lugar. Sin importarles su atuendo o el hecho de estar perdidos y lejos de sus padres, decidieron sentarse y continuar admirando la ciudad.

Los niños se sentían atraídos por lo que veían y le restaron importancia a lo que habían vivido aquel día. El cansancio que experimentaron minutos atrás ahora era remplazado por la ilusión del momento y olvidaron por unas horas los problemas que crecían cada vez más en sus casas.

—Puedo ver las escuela desde aquí —señaló Madison, emocionada por su hallazgo.

—Imposible —Kyle le borró la sonrisa a su amiga—. Ni siquiera puedo distinguir alguna de nuestras casas.

—Si se puede ver la escuela —musitó Autumn—, pero no es la que señalaste, Madi.

Madison se cruzó de brazos y observó el lugar señalado por su amiga, ignorando la risita de Kyle.

—Estamos un poco lejos de casa —murmuró él—. Creo que tardaran en encontrarnos.

—No debimos correr tan rápido —susurró la pelinegra—. Nuestros padres deben estar muy preocupados.

—Apuesto a que mi madre ya llamó a la policía —bromeó Madison.

Kyle agrandó su sonrisa.

—Apuesto a que mi madre ya está entregando fotos mías y ofreciendo una recompensa para el que me encuentre —aseveró Kyle, mostrándose divertido al imaginar a su progenitora realizando aquellas acciones.

Fuera de la Friendzone (Mejores Amigos libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora