Una mala broma

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Una mala broma

Autumn despertó sobresaltada, sin comprender dónde se encontraba y cómo había llegado hacia ese lugar. Un ligero dolor punzante en la cabeza la obligó a cerrar los ojos y esperar pacientemente a que la molestia desaparezca. Minutos después, observó su atuendo y descubrió que continuaba usando el vestuario correspondiente al personaje de Julieta.

La pequeña no entendía nada.

Una amarga sensación en el pecho le impidió llamar a alguna persona que pudiera explicarle el por qué se encontraba en un hospital y qué había ocurrido. Lo último que recordaba era estar hablando con sus amigos y ser fotografiada por sus padres. Autumn no recordaba haber actuado en la obra.

¿Acaso todavía no comenzaba?

Una gran decepción la atormentó al pensar que la obra había finalizado y ella ni siquiera había salido a escena. Entonces sus sospechas fueron confirmadas al escuchar la puerta abrirse y contemplar a sus mejores amigos entrar apresuradamente con otro atuendo al que ella los había visto por última vez. Detrás de ellos se encontraban sus padres, Hanna y Alexander, con el rostro evidenciando suma preocupación y desconcierto.

De un momento a otro, los ojos de la pelinegra se llenaron de lágrimas. Ella se sentía triste por no haber podido actuar y desconsolada al sentir un extraño vacío en el pecho, el cual no podía explicar. Cubrió su rostro evitando mostrarles a sus amigos como se veía.

Madison y Kyle se quedaron en completo silencio. Si pensaban preguntarle por lo sucedido a Autumn, decidieron dejarlo para otro momento. Ambos quisieron acercarse a su amiga y consolarla, pero los padres de ella se les adelantaron.

Alexander abrazó a su pequeña hija; rodeando sus hombros y acariciando su cabello. Sintió a Autumn aferrarse a su camisa y comenzar a limpiarse las lágrimas con esta. Hanna sostenía fuertemente la mano de Autumn, transmitiéndole calidez y tranquilidad. Ellos estaban aliviados de ver despierta a su hija, pero aún les inquietaba el cómo ella había quedado inconsciente en medio del salón de clases.

—Me perdí la obra, ¿verdad? —cuestionó la pelinegra, con los ojos vidriosos y el rostro sonrojado por haber llorado. Sus padres la miraron con pena, buscando las palabras correctas para alentar a su hija.

—Habrá más cariño, actuarás en todas, ya lo verás —Hanna aparentó una sonrisa, limpiando el rostro de la pequeña Autumn.

—Y nosotros estaremos contigo cuando lo hagas, Autun —habló su mejor amiga, sonriendo mientras se acercaba hacia la camilla junto con Kyle—. Somos los tres o nada.

—Exacto, por eso hoy no actuamos —continuó el niño, mirando con profundidad a su amiga—. Si tú no eras Julieta no tenía sentido ser Ramón.

—Es Romeo —Madison lo codeó, corrigiéndolo por su error.

Kyle supo que su pequeña equivocación, la cual fue adrede, había funcionado cuando observó a Autumn soltar un par de carcajadas. Alexander miró al niño sonreírle a su hija y se sintió complacido de que ella tuviera buenos amigos. Madison se subió a la camilla y se colocó a lado de su mejor amiga, cruzando sus brazos y mirándola con curiosidad.

— ¿Te sientes mejor, Autun? —murmuró, frunciendo el ceño.

La niña se quedó en silencio por largos segundos, pensando en su respuesta. Evidentemente estaba bien; ningún rasguño o lesión en el cuerpo, pero internamente sentía una molestia en el pecho que fácilmente podría confundirse con dolor.

—Estoy.. bien —murmuró, no muy convencida.

—Eso es una buena noticia, Autumn Brown —la voz varonil de una persona sobresaltó a los tres niños, quienes giraron a mirarlo alarmados. El hombre tenía una sonrisa amigable dibujada en el rostro y traía consigo unas cuantas paletas que la niña esperaba recibir—. Soy el doctor Peck, quien te atendió cuando llegaste.

Fuera de la Friendzone (Mejores Amigos libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora