6 años de edad

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6 años de edad

—Mami, me duele —exclamó la niña mientras se removía inquieta en su lugar, haciendo muecas de dolor—. ¡Para, mami!

—Si no dejas de quejarte no podré amarrarte bien el cabello y al final quedará enredado, así que no te quejes o te dolerá más. —advirtió su madre, intentando que ningún cabello quedara parado.

Madison se cruzó de brazos, indignada. Intentando olvidar el dolor fijó su vista en otro punto, de inmediato observó a su mejor amiga, Autumn, con sus dos colitas pelinegras armando la pista de carreras que le habían regalado hace poco. Cuando el hermano menor de su mejor amiga cumplió tres años sus padres le regalaron una pista de carreras, ese mismo día Autumn fue donde sus padres y les reclamó por qué su hermano recibía grandes regalos y ella una simple muñeca de plástico. Estaba enojada, no había igualdad en su familia. En su cumpleaños número seis, le regalaron la pista que tanto había reclamado y con la que hora estaba jugando.

—Mami, ya no quiero una cola —escuchó un suspiro de frustración de parte de su madre, luego sintió como su cabello era soltado y por fin se sintió libre—. Quiero dos, como Autun.

Melanie, su madre, se carcajeó al escuchar como su hija pronunciaba el nombre de su mejor amiga. Madison era una niña muy habladora, audaz y sobre todo aventurada. Le gustaba acompañarla siempre, en especial cuando se dirigía a la casa de su vecina y mejor amiga, Hanna, la madre de Autumn.

—Mami apúrate que quiero jugar con Autun —le apuró Madison, empezando a inquietarse. No le gustaba dejar a su mejor amiga sola, si bien estaban en el patio de la casa de Autumn, en cualquier momento podía salir su hermano menor y comenzar a destruir todo los juguetes de su hermana.

Por eso y muchas otras cosas más Madison amaba ser hija única.

Melanie dividió el cabello rubio de su hija en dos, tomó un lado y comenzó a juntarlo para poder amarrarlo. Era una buena madre, pero cuando se trataba del cabello de Madison, no había quien la ayude. La pequeña era muy exquisita con su cabello, lo cuidaba más que a nada en el mundo.

Madison y Autumn era muy unidas y distintas, muy distintas. Se conocían prácticamente desde que nacieron. Sus madres eran mejores amigas desde la secundaria y sin darse cuenta ambas habían quedado embarazadas juntas. Tres días era lo que separaba los días de sus nacimientos, siendo Madison la primera en llegar al mundo.

Ellas habían estado juntas hasta los dos años cuando al padre de la rubia lo transfirieron a San Francisco, al otro extremo del país. Fueron seis meses el tiempo que estuvieron lejos y su retorno no se trató por la casa donde vivían, es más era una de las mejores en la ciudad. Lo que le molestó a Melanie fue descubrir que el traslado no se trataba solo por trabajo. Dolida y traicionada regresó a Boston junto con su hija.

Cuando Madison cumplió cuatro años se dio cuenta de que algo no andaba bien, era muy astuta, y no dudó en preguntar por su padre, ella no entendía por qué sus padres no estaban juntos. Cuando cuestionaba por el paradero de su padre, Melanie le decía que le preguntara a su secretaria. Ese tema siempre le provocaba un par de lágrimas, con el tiempo Madison entendió a qué se refería su madre.

A veces anhelaba la familia que su mejor amiga tenía.

Autumn era todo lo contrario a Madison; tímida, muy callada y solía ponerse nerviosa cuando un niño que no fuera su hermano o Madison se le acercaba. Autumn odiaba cuando los niños malos de su escuela molestaban a sus compañeras, quería gritarles que pararan porque eso no estaba bien, pero el miedo y la inseguridad se adueñaban de ella. Le costaba hacerle cara a los problemas, para eso estaba Madison quien siempre la defendía. Jessy era el único niño que las molestaba a ambas, en especial a Autumn, solía burlarse de su nombre y de su nerviosismo a la hora de hablar en frente de todos.

Fuera de la Friendzone (Mejores Amigos libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora