Extra IV

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6 años de edad

—No quiero ir —se quejó Autumn, apretando con fuerza el dobladillo de la falda que su madre le había obligado a usar—. No me gusta esto.

—Cariño, quiero que conozcas a algunas personas. Estoy segura de que te agradarán.

Autumn temió lo contrario.

¿Y si también se burlaban de ella como en la escuela?

—No quiero ir, mamá —repitió la niña, sonando cada vez más temerosa.

Hanna comprendió la negativa de su hija y trató de tranquilizarla.

—Te aseguro que son buenas personas, Autumn. Ella es una gran amiga mía y su hijo...

— ¿Tiene un hijo? —La voz de la niña tembló.

El pecho de Hanna dolió y apretó los labios con fuerza, deseando poder ir hacia la escuela de su hija y acabar con los que la hacen sentir tan insegura. Había querido hacerlo en repetidas ocasiones, pero el llanto y las súplicas de Autumn la habían detenido.

Por el contrario, Alexander sí había ido a la escuela y amenazó a muchos maestros. Debido a ello, el bullying había disminuido, mas no detenido. Solo había otra persona igual de poderosa que Alexander Brown en la ciudad y se trataba de Marcús Allen, arquitecto y CEO de una empresa con las mismas funciones que las del padre de Autumn. Su hijo atormentaba a su niña y si no podía meterse con un niño, lo haría con su progenitor.

Hanna y Alexander pensaron muchas veces en cambiar a su hija de escuela, incluso habían enviado sus papeles a otros centros educativos. Sin embargo, ella se había vuelto a negar. No quería separarse de su mejor amiga, quien ya tenía el nuevo año escolar cubierto, por lo cual no podía transferirse.

Melanie, la madre de Madison y mejor amiga de Hanna, también deseaba cambiar a su hija. No obstante, su ex esposo ya había pagado la escolaridad de Madison, un último gesto antes de desaparecer por completo. Su hija no estaba al tanto de aquello y Melanie decidió que lo mantendría en secreto.

Maldito idiota, ni siquiera eso puede hacer bien, pensó Hanna.

—Él es diferente, Autumn, te lo prometo.

— ¿En serio? ¿Lo prometes, mamá?

Autumn observó a su madre con esperanza. No le importaba si el niño era feo, solo anhelaba no ser el centro de sus burlas.

—Lo prometo —musitó, sonriéndole a su hija y sintiendo un peso menos sobre sus hombros al recibir una sonrisa de regreso.

Su niña era una de las personas más preciadas en su vida, odiaba cuando lloraba, quería destruir a aquellos que le provocaban dolor. Esperaba que este encuentro le causara una buena distracción antes de que sus clases comenzaran.

—Vamos, cariño, ya llegamos.

Le causó ternura ver como su hija alisaba la falda qué minutos atrás había arrugado con sus puños. Intentaba causar una buena impresión, como si no lo hiciera ya con su presencia.

— ¿Crees... Crees que me veo bien, mami?

—Te ves preciosa, Autumn.

—Tú elegiste este vestido —susurró la niña, sujetando con fuerza la mano de su madre al entrar al restaurante—. Gracias.

—Yo lo elegí, pero tú sabes cómo lucirlo.

La risa de su hija fue una dulce melodía, la cual no solo derritió el corazón de Hanna, sino también de alguien más.

(...)

¡Qué ojos!

Fue lo primero que pensó el niño cuando cruzó la mirada con la niña más linda que había visto en su vida.

Fuera de la Friendzone (Mejores Amigos libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora