En inglés: Friendzone.
En español: Zona de amigos.
En mi idioma: Mi mejor amigo me mira como a su hermanita y jamás de los jamases me verá como algo más.
Muy largo, lo sé.
Autumn siempre ha ocultado sus sentimientos, el miedo de ser rechazada po...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
28 de febrero del 2019
Día 1
Estambul.
Me sentía libre, tranquila y muy cómoda.
El avión había aterrizado hace unas horas y para alegría de la mayoría llegamos a nuestro primer destino por la noche, lo cual nos permitió dirigirnos al hotel y dormir hasta que amaneciera.
Debido a las horas de vuelo, llegué exhausta y adolorida.
Pese a haber tenido a Ryan a mi lado para poder apoyarme sobre él, al aterrizar, mi cuerpo lo único que hizo fue pedirme a gritos un verdadero descanso. Afortunadamente fuimos trasladados al hotel y recibidos de la mejor manera. Compartía habitación con Madison, quien sorpresivamente no se encontraba en su cama.
No quería salir de la cama, estaba tan relajada.
— ¡A levantarse! —El fuerte sonido que Madison originó al abrir la puerta con tanta rapidez me obligó a salir de la cama y cerciorarme de que estuviese bien. Ella sonrió al ver mi estado y continuó tarareando una canción mientras abría las cortinas. Quise desfallecer a causa de la luz que se coló por las ventanas—. Hoy tenemos un itinerario muy ajustado. Tienes cinco minutos para cambiarte, diez para desayunar y uno para saludar a Ryan, lleva preguntando por ti desde que nos vimos. Eres la única que no fue al desayuno, te creíamos en coma.
Ja-Ja.
— ¿Cómo es posible que no estés cansada?
—Yo si aproveché el tiempo en el avión y dormí, no como otros —Ella no tardó en lanzarme una mirada significativa y señalarme con fastidio.
—Yo también dormí, pero los asientos no...
— ¿Los asientos? —repitió, burlona—. Querrás decir tu sesión de besuqueo con Ryan y la interminable charla en la que estaban inmersos.
—Eso no... —Guardé silencio al verla alzar una ceja y cruzarse de brazos. Parecía mi madre cuando estaba a punto de darme un discurso sobre la buena conducta y después de ello, castigarme—. No hablamos tanto.