Capítulo 25

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Narra Max:

Anoche, todo lo que hicimos fue genial, porque cuando de demostrarnos amor se trata, mi niño se vuelve implacable. Me despierto con su espalda pegada a mi pecho, dejándome la vista perfecta de la mordida que le di anoche en el hombro derecho, es tan hermoso.

Intento dormirme de nuevo, usando su cabeza de almohada; pero me llama a gritos el baño y también la cocina porque muero de hambre. Antes de levantarme, le doy un pequeño beso en esa mordida; sin embargo, no logro que se despierte, así que fui al baño y saliendo, a la cocina.

- ¿Adónde vas? ¿Me dejarás solo?

- ¡Tengo hambre! ¿Acaso tú no?

- Sí, quiero unos huevos estrellados, con tocino y una malteada, o mejor aún con jugo de naranja.

- Espero que estés consciente de que no soy tu chef personal.

- ¡Ven aquí Max!

No mentiré, sentí terror por la forma en que lo dijo, me hizo sentir que estaba en graves problemas; pero como siempre, voy y le hago caso. Nat agarra mis brazos, lentamente rodea mi cuello, haciéndome bajar, para darle un beso apasionado, lleno de deseo y lujuria, digno de una ronda mañanera.

- ¡Yo también tengo hambre! ¡Cocina para mí!

- ¡Está bien!... - Dije robándole otro beso. - Pero, se cancela si no te levantas de la cama.

- No quiero caminar, me dejaste exhausto anoche... ¡Cárgame!

Nuevamente soy obediente a lo que me pide, sentándome a la orilla de la cama para que él se subiera como un paseo a caballo. Pero, él se sienta detrás de mí y me sujeta como si fuera una garrapata; giro mi rostro sorprendido; sin embargo, me sonríe y besa mi mejilla derecha.

Me levanto con él en mi espalda y camino por casa hasta llegar a la cocina, porque tiene razón, no le cociné nunca. Íbamos riendo mucho, disfrutando de nuestra compañía como siempre, y su padre nos asustó cuando aclaró su garganta para que supiéramos que él también estaba ahí.

- Buen día papá, ¿descansaste bien?

- ¡Fue asombroso! Tu cama es como las nubes, muy suave... ¿Y ustedes? ¿Lograron descansar?

- Sí, muy bien... - Contesté.

- Ajá, fingiré que les creo. - Dice guiñando su ojo derecho.

- ¡Te dije que no hicieras escándalo! - Me reclama Nat.

- ¡No, yo te dije que no lo hiciéramos!...

- JAJAJAJA.

- ¿Qué es tan divertido papá?

- Qué ustedes mismos acaban de delatarse; Max, las paredes de tu casa son insonorizadas.

- Oh... Pero... ¿De verdad?

- Sí, escucha esto... - Golpea la mesa con mucha fuerza.

- No hizo eco... - Estaba sorprendido.

- Lo que sea que hicieron anoche, yo no lo escuché.

Tanto Nat como yo nos sentimos avergonzados; no puedo creer que confesamos lo que hicimos anoche. Después de reírnos un poco, fui a preparar desayuno para los tres, mientras ellos hablaban de muchas cosas divertidas del pasado; y lo escuché todo sin entrometerme.

Cuando su padre se distraía, Nat me dedicaba miradas lujuriosas y lamía sus labios, como si esperaba algo delicioso. Después de mucho tiempo logré concentrarme, terminé de cocinar y con la ayuda sensual de mi niño que tocaba lo que quería de mi cuerpo, servimos los alimentos.

Nos sentamos a la mesa, y me quedé viéndolos para saber si les gustaría lo que cociné para ellos; pero con mi niño que no puede controlar sus impulsos sexuales; me es imposible concentrarme y solo deseo llevarlo de nuevo a la cama, para comérmelo todo el día.

Narra Nat:

Ver a Max cocinando, con un delantal y tanta concentración; me puso tan caliente, que casi me meto en esa cocina con él. Es tan hermoso; pero sobretodo, tan complaciente conmigo, que me hace sentir como el ser más afortunado del mundo entero.

- ¡El desayuno está delicioso!

- ¿Por qué no comes Max? ¿Acaso perdiste el apetito mientras cocinabas?

- Yo le doy de comer papá. - Me senté en su regazo.

- ¡Nat...! ¿Qué haces? ¡Tu papá está con nosotros!

- No te preocupes, no me molesta...

- ¿Lo escuchaste? ¡No le molesta! ¡Ahora sé un buen novio y abre la boca!

Esta vez sí usé los cubiertos; pero fue solo por el gran respeto a la presencia de mi padre en el comedor. Aunque lo más importante, es que logré que mi Max desayunara y luego se poner en orden la casa, fuimos a la sala, para ver películas juntos, hasta que...

Din don...

- ¿Esperas a alguien Max?

- No, yo no... ¿Serán Jimmy y Tommy?

- Ya habíamos quedado de vernos hasta la otra semana... Pero, yo voy...

Me quedé impactado al abrir la puerta, ella se veía hermosa, incluso me dejó sin aliento; su vestido azul, entallado pero conservador. Con sus tacones color perla que combinaban perfectamente son su bisutería delicada; además, su cabello suelto, muy bien peinado y es que era como ver a una preciosa angelita parada ahí.

- ¿Anny? ¿Eres tú? ¡Te ves hermosa!

- Hola principito, ¿cómo están?

- Bien gracias; pero, no te quedes ahí, pasa por favor.

- ¿Anny? ¡Wow! ¡Te ves preciosa! - Ese fue Max. - ¿Tienes hambre?

- No, bueno sí; pero, yo traje para cocinar.

- ¿Las visitas cocinan? ¿Desde cuándo? ¡Nat y yo cocinaremos!

Entonces, Max mandó a Anny para que se sentara con mi padre a ver la película, mientras él y yo nos tocábamos en la cocina. Porque sí, realmente no estábamos tan concentrados en cocinar, por ejemplo, cuando me pidió que le diera una probada y al ponerme frente a él, metió su mano en mi ropa interior.

- ¿Se siente rico? ¿Te gusta? - Susurra en mi oído.

- Sí, está muy rico; debes hacerlo más seguido. - Estaba balbuceando con lujuria.

- Nat... - Se detiene y se aleja. - Esta mañana llamé a mi secretaria... Ya inició el papeleo para casarnos en seis meses.

- ¡Te amo Max!

Me fui a sus brazos, besándolo con todo lo que daba mi deseo; pronto siento como algo se endurece en él y decido tocarlo. Cada vez nos ponemos más intensos, pero recordamos que estábamos cocinando, así que ahora sí, nos concentramos en eso.

Cuando la comida estuvo lista, la llevamos a la mesa, y esta vez, Max dejó que cada uno se sirviera según lo que quisiera. Todo estaba súper delicioso, mi marido es un gran cocinero, todo lo que hace es muy rico y no me refiero solo a la comida.

- Nat, tengo algunos planes para mí, sobretodo ahora que gracias a Max recuperé mi fortuna.

- ¿Planes? ¿Cómo cuáles Papá?

- Bueno hijo, no viviré con ustedes; necesitan espacio y yo no quiero estorbar.

- Pero, no estorba... No diga eso. - Le dice Max.

- Ahora no, pero con el tiempo; yo estaré de más. Anny me habló de la casa de enfrente, parece que los dueños ya le pusieron precio, así podremos visitarnos si queremos.

- Esa casa es pequeña; no estás acostumbrado a eso.

- Lo sé; pero solo seré yo; ¿para qué necesito un palacio?... Hablando de espacios, saldré más tarde con Anny, después de comprar la casa, iremos cenar por ahí...

Creo que mi papá tiene sentimientos por Anny, y eso me alegra mucho, porque esta vez, su corazón está en el camino correcto...

Yo No Te Abandoné "MaxNat"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora