CAPÍTULO 38

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Al despertar la luz pega en mi cara, mi mano inmediatamente viaja a mi vientre.

-Ya despertaste, ¿cómo estás? - es Alessandro.

-¿Cómo está el bebé? - es lo primero que pregunto.

-Hola, señorita ¿cómo se siente? - es el doctor.

-Bien, ¿cómo está él bebé? - la preocupación no me deja, el pensar que lo perdí me duele.

-Bueno, esa criatura tiene ganas de vivir, el bebé está bien, hubo una hemorragia pero ya la controlamos, no puede tener golpes ni caídas ya que se vería afectado el bebé, le daré unas vitaminas para su fortaleza.

-¿Cuándo me puedo ir?

-Mañana mismo.

-Esta bien.

Se va dejándome con Alessandro quien parece que no está en este planeta.

- ¿Ese bebé...?

-No diré quien es el padre.

- Kiara, ahora eres la líder de nuestro clan, tu embarazo desatará rumores.

-No tienen por qué enterarse.

-Sabes que pasará tiempo y no lo podrás ocultar.

- Yo sé lo que hago.

-Solo estuviste con los Berlusconi - parece reflexionar.

-Ahorra tus comentarios que no los necesito.

-La mansión Bianchi quedó destruida, esos desgraciados hicieron un desastre.

-¿Quién fue?

-Hades Berlusconi, es otra amenaza de que quiere tu cabeza, se llevaron a la mujer rubia.

-Rescató a su dama, que romántico. - digo con sarcasmo.

-Tengo que ir a poner orden, alguien debe estar al frente mientras estas aquí.

-Hazte cargo.

-Descansa, yo me haré cargo. - se acerca a darme un beso en la cabeza.

Suspiro ya que se va, mi extraño está vivo, pero las dudas han crecido, y es que ni ahorita que esta adentro de mi puedo cuidarlo no sé cómo hacerlo cuando llegue al mundo.

El estrés me abarca y es que como voy a justificar cuando el embarazo avance más, preguntaran por el padre y es que mi extraño no necesita padre, conmigo es suficiente, lo protegeré de todo y de todos.

Al llegar la noche duermo tranquila esperando que sea mañana, será un largo día, una enfermera entra dándome unas pastillas, las cuales tomo.

-Señorita, requiere unos análisis, necesito llevarla al laboratorio.

-Pero me dijeron que todo estaba bien.

-Solo son análisis de rutina.

-¿Donde está el doctor?

-Está atendiendo a otros pacientes.

-Ok - me bajo despacio de la camilla para sentarme en la silla de ruedas que tiene la enfermera.

Al salir veo a más pacientes y personas esperando, algunos de ellos llorando, un pasillo amplio nos da la bienvenida, todo es blanco perfectamente limpio, pero lo que me pone alerta es el letrero de la puerta al final.

-Pare - le ordeno a la enfermera que parece ignorarme.

-Lo siento, en verdad lo siento pero lo tengo que hacer.

Dulce Perdición  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora