Nayla y Owen habían tenido clase de historia universal y al final dejaron que todos sus compañeros de clase salieran para poder hablar con su profesora tranquilamente.
—Señorita Carter.
—Dime, Nayla.
—Owen y yo queríamos preguntarle algo.
—¿Es sobre la asignatura?
—Bueno...
—Sí —interrumpió Owen—. Algo así.
—Pregunten.
—¿Sabe qué castigos le daba la inquisición a las personas que eran acusadas de brujería? —preguntó el chico tomando por sorpresa a la profesora.
—Es que encontramos una leyenda muy interesante sobre una bruja en French Lick —dijo Nayla—. Decía que la inquisición la había atrapado, pero no logramos leer los castigos porque...
A Nayla ya no se le ocurrían más mentiras así que Owen la ayudó.
—La supervisora Todd nos echó de la biblioteca cuando lo íbamos a leer. Nos da curiosidad saber, ¿verdad, Nayla?
—Sí, sí, mucha curiosidad.
—Hay muchas leyendas de brujas en French Lick, díganme, ¿hablamos de alguna en especial?
—¿Acaso importa?
—Claro que importa. No todas son verdad.
—La Bruja Roja —dijo Nayla—. Hablamos de ella, señorita Carter.
La adulta se acomodó en su asiento para explicar.
—Los castigos que daba la inquisición para la brujería eran ser quemadas en la hoguera mientras aún seguían con vida. Eso solían hacer, esa era la regla para aquellos que se consideraban brujos...
—¿Pero...?
—Pero no lo hicieron así con la bruja roja.
—¿Por qué?
—Si investigaron lo suficiente, imagino que sabrán quién fue y por qué fue acusada.
—En realidad no —contestó Owen—. No había mucha información en Google.
—La bruja roja no era llamada de ese modo. Para sus aprendices era una reina —La profesora entrelazó sus dedos—. Jules Berrycloth practicaba brujería verde.
—¿Y... qué... qué es eso?
—Es brujería para la naturaleza. Está centrada en la tierra, en descubrir el poder de las plantas y todo tipo de hierbas. Jules Berrycloth no fue la única acusada de brujería en esa época, todos le temían al poder y sabiduría que tenían esas mujeres.
—Sus seguidoras también fueron acusadas de lo mismo, ¿no es así? —cuestionó Nayla.
—Así es. Eran sus aprendices, mejor dicho.
—¿Por qué las quemaron a ellas y a Jules no?
—Eso sigue siendo un misterio, joven Owen. Lo único que los historiadores recalcan es que Jules Berrycloth fue colgada en un roble oscuro que está en el bosque, la dejaron sin tumba y sin homenaje, mientras que a sus aprendices no. Si se dan cuenta, las verdaderas víctimas en esa leyenda son Jules Berrycloth y sus aprendices. Lo único por lo que se preocupaban era el bienestar de la tierra, no le hacían daño a nadie.
—¿Qué pasó después de que terminarán con Jules y sus aprendices?
—La leyenda dice que Jules Berrycloth tuvo un romance con un francés en aquella época, así que lanzó una maldición al pueblo en venganza a lo que le hicieron a ella y sus aprendices injustamente. Se dice que esa pareja sentimental sería el responsable de ayudar con la maldición, pero realmente dudo que esa parte de la historia sea verdad.
—¿Por qué?
—Porque la maldición consistía en hacer sufrir un infierno a los habitantes de French Lick. Ese "infierno" al que la bruja roja condenó al pueblo por medio de su amado jamás ocurrió.
Owen recordó todo lo que encontró en ese cuarto del campanario junto con Diana. Recordó la pintura, la cabeza de cabra y las fotografías.
—Profesora Carter, ¿había alguna forma de evitar que esa maldición ocurriera?
—No lo sé. Jamás me habían preguntado tal cosa, y tampoco es como que sepa la respuesta.
Nayla y Owen ya no preguntaron más a la profesora de historia.
—Si me disculpan debo ir a entregar unos papeles a la oficina de la directora. Los veré después, jóvenes.
La adulta pidió amablemente que Nayla y Owen salieran del salón para que ella lo pudiese cerrar con llave. Para cuando salieron y la profesora se alejó lo suficiente, hablaron.
—¿Por qué le preguntaste eso?
—¿Qué cosa?
—Lo de impedir que pasara la dichosa maldición. Por favor, Owen, ni tú te crees tal cosa.
—Nayla, si hubieses estado en el mismo lugar que Diana y yo esa noche, no harías esa pregunta tan estúpida. Esas fotografías de chicas colgadas en el mismo árbol que Alexa, eso, princesa árabe, eso no es normal.
—De acuerdo, entonces, ¿y si la pareja de Jules sigue viva?
—¿Qué? Claro que no, eso es imposible.
—Pero la profesora Carter dijo que su pareja francesa iba a ser la encargada de castigar al pueblo.
—Lo sé, también escuché, pero sería una locura, ese hombre ya debe estar más tieso que un bolillo viejo.
—No seas tonto y piensa un poco. Obviamente no hablo del mismo francés.
—¿Entonces?
—A Jules la apodaban sus aprendices "La Reina", ¿no es así? —Owen asintió—. Puede que a su pareja le llamarán "El Rey".
—Mierda...
—El Rey que amenazaba a Alexa y a todas esas chicas es...
—La pareja de Jules Berrycloth —completó.
—Alguien se está haciendo pasar por El Rey.
—Alexa sabía de esto, por eso la asesinaron.
—Igual que Mia Gordon y Anna Torres. Ellas tres y las mujeres de esas fotos que encontraste con Diana, todas ellas lo sabían y fueron calladas con la muerte.
—¿Tú crees que...
Owen no pudo terminar su pregunta, ya que fue golpeado por el metal de una pala en la cabeza. El choque e impulso del golpe hizo que Owen se desmayase al instante. Nayla no tuvo tiempo de hacer absolutamente nada, ya que alguien mucho más fuerte que ella le cubrió la boca y nariz con un trapo blanco empapado de cloroformo.
Oscuridad y miedo fue lo último que ambos adolescentes sintieron y vieron. Todo se apagó a su alrededor.
ESTÁS LEYENDO
El infierno que construimos [COMPLETA] ✓
Teen FictionDiana Chevalier y Alexa Cameron eran mejores amigas. Se conocieron dentro del internado Unión. Una noche Alexa se fue del internado sin avisarle a nadie. Ni siquiera a su amado Owen Wong. Ella sólo desapareció. Tres días después la encontraron en lo...