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—Aquí está —anunció Nayla— Dice: La bruja roja es una leyenda urbana de French Lick la cual habla sobre la condena a muerte de una mujer pelirroja en el siglo XII, Jules Berrycloth. Fue culpada de brujería e incumplir con las leyes de creencia religiosa, su apodo: "La bruja roja", se debe a que el tono de su cabello era igual al de rojo sangre.

—"Roja como la sangre" —dijo Owen—. Tiene sentido.

—¿Qué más dice? —inquirió Diana.

—No mucho. La información sobre ella termina hasta ahí —miró a Diana—, todo lo demás habla sobre la inquisición y sus torturas.

—Aquí hay algo —anunció Elliot, quien se había quedado callado desde hace un buen tiempo—. Jules Berrycloth fue colgada en un roble de madera oscura debido a sus pactos y rituales que realizaban ella y sus cuatro seguidoras.

—¿Dónde encontraste ese libro?

—En la sección de historia. Por Dios, Wong, llevas aquí más tiempo que yo, deberías saber que hay toda una sección de historia y leyendas urbanas por la esquina de esta enorme biblioteca.

—¿Quiénes eran sus seguidoras? —indagó Diana.

—Vanellope Sorní, Evangeline Ajax, Fiona Rymer y Violet Miller. Todas compartían la misma edad, dieciséis años, excepto Jules, aquí dice que tenía diecinueve años de edad cuando la colgaron.

—A sus seguidoras también las asesinaron.

—Son las que vimos en la pintura. Las que estaban amarradas a ese palo de madera quemándose

—¿No hay más información? —cuestionó Nayla.

—Odio decirlo, pero no. Ya no hay más. Este libro no habla más de la bruja roja.

—¿Y si le preguntamos a la profesora de historia de esto?

Los tres adolescentes miraron curiosos a Nayla.

—Digo, ella sabe sobre historia. Y además, la última vez que me dio clase estaba hablando sobre la inquisición. Tal vez sabe algo... ¿verdad?

—Tal vez.

—Habrá que preguntar.

Elliot cerró el libro y lo dejó a un lado de él. Tomó el pedazo de hoja vieja que Diana y Owen habían tomado de aquel cuarto misterioso y la observó, atento. Luego sonrió de lado y bufó.

—Así que por este simple papel hicieron toda esa revisión hoy en la mañana.

Nadie dijo nada.

—¿Dónde lo habías escondido, Owen?

—En lugares que no quieres saber y que yo no quiero mencionar.

Elliot soltó el escrito inmediatamente y limpió sus dedos con el pantalón su uniforme.

—No me quedó claro en qué lugar encontraron ese papel —habló Nayla con los brazos cruzados—. ¿Habían dicho que en el campanario?

—Algo así.

—La verdad no tenemos idea de en qué lugar estábamos, ya se los dijimos, escapamos por las ventilaciones.

—¿Qué cosa estarían haciendo la directora, los guardias y Tymor ahí? Es muy extraño —comentó Elliot.

—Yo vi que llevaba un libro —interrumpió Nayla—. Debía ir al baño, y me crucé con la directora. Primero me regañó por estar despierta a esa hora y después me dejó explicarle el por qué. Antes de que se fuera le pregunté por la muerte de Alexa.

—¿Qué le dijiste?

—Intenté ser amable, pero ella siempre respondía a la defensiva. Como si estuviera... enojada o algo así. Dijo: "No debe preocuparse por lo que sucedió en el pasado, debe preocuparse por lo que pueda pasar en el presente." Después se marchó, pero logré ver que llevaba un libro pequeño en sus manos.

El infierno que construimos [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora