22.

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Diana y Nayla no pudieron reunirse con Owen y Elliot después del fin de clases, ya que por alguna extraña razón los profesores hicieron una barrera humana entre los pasillos que conectaban a mujeres con varones antes de dormir.

Cassandra Gagnon no se reunió con Diana al final del día. La joven, al salir del salón de química, ya jamás se le volvió a ver. Era como si se hubiese esfumado por completo.

—Profesora Tymor, ¿en verdad los padres de Cassandra vinieron por ella?

—Lo único que sé es que su tía era quien vendría por ella. No estoy enterada de todo, Diana.

—Pero se fue sin despedirse —dijo Nayla antes de meter el cepillo de dientes a su boca.

—Ese no es asunto mío, Benegas. Apresúrate.

Jennyfer Tymor fue la encargada de vigilar esa noche a todas las chicas en su rutina de higiene nocturna. La profesora esperaba a que cada alumna saliera del salón de higiene para vigilar que fueran directo al dormitorio y no salieran hasta el día siguiente. Faltaban muy pocas chicas para terminar y dos de esas pocas eran Nayla y Diana.

—Necesito que me hagas un favor —pidió Diana.

—¿Qué pasa?

—Voy a quedarme aquí hasta que se vayan todas.

—¿Estás loca? ¿Por qué?

—Porque solo así podré hablar a solas con Emma. Por alguna razón a ella siempre la dejan hacer su rutina por separado —explicó—. Necesito que me ayudes a distraer a la profesora Tymor para quedarme aquí y que no sospeche nada.

Nayla pensó qué era lo que podía hacer para distraer a la profesora y ya que tuvo algo en mente aceptó. La árabe guiñó su ojo hacia Diana para brindarle seguridad y confianza en ella misma y la pelirroja se escondió detrás de una de las paredes que estaban en medio de las duchas separando a otras.

—Listo, profesora.

—¿Y Chevalier?

—Fue de las primeras en terminar.

—¿Segura?

—Sí, segura.

La mujer estaba a nada de entrar a revisar.

—¡La directora Wilson! —exclamó Nayla de la nada y la adulta la miró confundida—. La directora Wilson me pidió que le dijera que debía ir a verla. Dijo que era algo sobre los papeles de Cassandra Gagnon, había dicho que era importante. Creo que tenía problemas.

—¿Y esperaste tanto para decirlo? Por Dios, Benegas. Quiero verte entrar al dormitorio ahora.

Nayla se dio la vuelta y caminó directo al dormitorio.

—Maldita sea —Exclamó Tymor—. Olvidaba que la ropa de los canastos debía ser llevada a lavandería. ¿Podrías llevarla por mí, Benegas? No quiero escuchar otra vez la voz irritante de Beverly diciendo que no cumplí con esa orden.

—Claro, profesora —Nayla fue de inmediato por el canasto de ropa, ignorando por completo que su pelirroja amiga estaba por ahí escondida.

—La dejas y vienes directo al dormitorio, ¿entendiste?

Nayla asintió firmemente. La profesora no se fue hasta asegurarse de que Nayla se retiraba del lugar con el canasto de ropa.

Nayla dejó el cesto de ropa sucia cerca de las lavadoras para que el personal de limpieza lo viese al día siguiente. Se giró para abrir la puerta de la lavandería y lo primero que vieron sus ojos la impactó por un instante. volvió a cerrar la puerta y se cubrió la boca con la mano mientras la imagen de una chica de cabello corto y negro posaba sus labios en los de Owen con demasiado fervor. Un sin fin de emociones que no sabía explicar inundó su corazón. Su estómago tenía un ligero calambre que le provocaba tensarse e incluso, por un segundo, creyó que en realidad estaba molesta. A los pocos segundos después la puerta se volvió a abrir y otra persona entró a la lavandería.

El infierno que construimos [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora