31.

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—¡Cassandra! ¡Cassandra!

—¡Gagnon!

—Debería estar atada a uno de los árboles, así como yo lo estaba —Diana hizo una pausa recordando algo y miró a Elliot con curiosidad—. Por cierto, ¿qué pasó con el guardia? ¿Lo vieron en el camino?

—Por acá —indicó Elliot ignorando las preguntas de la pelirroja—. Recuerdo muy bien el mapa, había un puente de piedra cerca de la tercera punta.

Diana siguió al muchacho sin dudar de su buena memoria acerca del mapa. Avanzaron lo más rápido que pudieron hasta encontrar el puente de piedra, el mismo puente los conducía al otro lado del bosque sobre un canal de agua bastante sucia y apestosa.

—Lo maté —confesó Elliot de la nada y con voz seria. Diana no mostró sorpresa, simplemente siguió caminando al lado del castaño—. Terminé con otra escoria más en el mundo.

Elliot se notaba relajado y sin sentimiento alguno al hablar sobre el asesinato del guardia, hablaba con tal tranquilidad que pareciera que era algo normal, algo dentro de la vida cotidiana de él. Diana no le dijo absolutamente nada, no habló y tampoco protestó por la confesión del muchacho. En el fondo siempre supo que Elliot era diferente a los demás, solo que no sabía qué cosa era.

—¿No te asusta?

—No —contestó Diana con firmeza—. Para nada.

—¿Por qué?

—Tú no eres el malo aquí, son ellos. Que hayas terminado con la vida de ese tipo no me afecta en lo más mínimo y tampoco creo que al mundo, al contrario, lo beneficia porque tienes razón, Elliot. Terminaste con una escoria más en el mundo que no aportaba nada. No me das miedo y jamás lo vas a hacer —Hizo una pausa para permitir hablar a Elliot, pero el chico no dijo nada—. Tengo una duda.

—¿Qué cosa?

—¿Quién fue la primera persona que mataste?

—Te lo dije en la enfermería.

—Solo dijiste que era una mala persona, no me diste nombres.

Elliot se detuvo en seco para devorar con la mirada oscura y penetrante que tenía a Diana. Antes de contestar, quitó uno de los definidos rizos pelirrojos que cubría uno de los ojos verde esmeralda de la chica colocándolo por detrás de su oreja. Se tomó su tiempo para responder la pregunta hasta que por fin lo hizo.

—La señora Anthonyson.

—¿La encargada de tu orfanato?

—Ella fue la primera y la que más odié desde que llegué a ese terrible lugar. Hizo cosas muy malas que tú no quieres saber y que yo no quiero mencionar. A mí no me importaba mucho, pero a quien lastimó sí. No lo soportó y se rindió. Entonces, la asesiné.

Ambos adolescentes se quedaron en silencio por unos minutos observándose sin formular palabra alguna. Elliot esperaba que Diana protestara o mostrara miedo en sus ojos por saber que el chico con el que había estado era un asesino que no se arrepentía de nada. Sin embargo, Diana lo tomó de la mano y entrelazó sus dedos con los de él. A Elliot ya no le sorprendía la valentía que había en el interior de la pelirroja, en su lugar, lo excitaba tanto que deseaba acostarse con ella en ese mismo instante. Diana podía sentir el desorden de emociones que causaba en Elliot debido a que su respiración agitada estaba chocando contra su rostro. Lo tomó de la mejilla y estuvo a punto de besarlo. No obstante, su burbuja de sentimientos y confesiones fue quebrada por el grito ahogado de una mujer. Diana fue la primera en correr hacía el origen del grito, pues tenía la esperanza de que la autora de ese grito fuese Cassandra y por supuesto que era de ella. La castaña tenía sus brazos atados al igual que Diana anteriormente y se encontraba desesperada.

El infierno que construimos [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora