Día 5- Enfermo | Kiribaku

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Pov Omnisciente

Le daría una sorpresa a su pareja. Claro que sí.

Ese era su plan.

Como había salido unas horas antes de su trabajo de héroe, había decidido mejor no decirle nada a Katsuki, así le daba una sorpresa.

¿Estaría feliz de verle? Seguro que sí.

De camino a casa pensaba en como entrar a casa.

¿Qué le diría a su pareja?

"¡Sorpresa!" u "¡Hola!".

Aquel día su pareja no había ido al trabajo porque había amanecido enfermo según sus propias palabras, así que, después de avisar y justificar su falta en el trabajo, es que se había quedado a descansar en casa.

Para así después irse el joven pelirrojo a su trabajo.

Aunque, antes de llegar a casa, había pasado a la farmacia para comprarle un par de cosas a su pareja y que así su salud se mejorara un poco más rápido.

A menos que este ya háyase ido al doctor, en dado caso, solo guardaría aquella medicina para otra ocasión.

Y si no había ido, aparte de darle la medicina, le haría un rico caldo de pollo con verduras.

Eso seguro le curaría.

Al llegar a casa, encontró mucho silencio en la parte delantera de la casa.

Ni en la sala o la cocina estaba aquel rubio que le traía loco de amor.

Por lo que rápidamente en sus pensamientos se plantó la idea de que estaba descansando y durmiendo en la habitación.

Sin embargo, conforme se acercaba a esta; el mismo comenzaba a sentirse mal.

¿Acaso el rubio estaba tan enfermo que había dejado todo un virus por aquella casa?

No. Claro que no.

Es más, eso hubiese sido mejor.

Pero no.

Si bien el pelirrojo se había comenzado a sentir mal, había sido porque comenzó a escuchar gemidos provenientes de su habitación.

Y conforme se acercaba, aquellos obscenos ruidos eran mayores.

Y quería creer que estaba equivocado.

Que estaba mal.

Que, en aquellos momentos, los escenarios que planteaba su cerebro solo eran mentira. Que estaba equivocado.

Quizás, solo era el televisor.

Si, quizás solo era eso.

Así que, sintiendo un fuerte dolor de cabeza por todas las ideas que su cerebro hacía, sus manos sudaban por los nervios, su estómago se revolvía por las mismas ideas, y su corazón se oprimía; fue que tomo fuerzas y aire para tomar la perilla de la puerta de su habitación para irrumpir en ella.

Y, dios, vaya que se había equivocado al creer que solo era la televisión.

Su pareja en verdad le estaba... engañando.

- Katsuki...- murmuro dejando caer al suelo aquella bolsa con medicamento que le había comprado al rubio.

Su voz había salido cortada, dolida.

Y el rubio, en cuanto escucho el estruendo de la bolsa, se giró a verle.

- Eiji... no... no es lo que parece- comento el joven bajando rápido de la cama, aquella la cual, ante los ojos del pelirrojo, ya estaba mancillada.

Kiribaku Month 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora